Mieke Bal: «Es difícil creer que el mundo va a ser finalmente salvado»
La videoartista y teórica del Arte participará en el festival Mucho Más Mayo y en Cartagena Piensa para reflexionar sobre las urgencias del tiempo presente
Rotunda: «Si tuviéramos más quijotes, el mundo iría mucho mejor». Lo cree sin fisuras Mieke Bal, vinculada a Murcia por la amistad forjada en esta ... Región con algunos de sus creadores. En breve será una de las protagonistas, tanto del festival cartagenero de arte emergente Mucho Más Mayo, donde presentará su videocreación 'It's about time', como de la oferta cultural de Cartagena Piensa, en la que participará –el 29 de mayo, en el Museo-Teatro Romano– para proponer «una revisión de las concepciones del tiempo en momentos de urgencia». Ensayista, profesora emérita de la cátedra de Teoría Literaria de la Universidad de Ámsterdam y cofundadora de la Escuela de Análisis Cultural de esta misma ciudad, en 2019 expuso en el Centro Párraga 'Contaminaciones: leer, imaginar, visualizar', una exposición que, bajo la premisa 'Nada puede estar completo', presentaba un conjunto de fragmentos de vídeo, fotografías y piezas de instalaciones que giraban en torno a los conceptos que daban nombre al proyecto y a la manera en que estos se unen e interrelacionan entre sí. Defensora de estas tres actividades, leer, imaginar y visualizar, le gusta explorar la potencia de la imaginación en la construcción de la historia, así como las relaciones entre ciertas emociones extremas, como la angustia o la ira, y la aparición de la locura y la insatisfacción de los deseos. Creadora de piezas como 'A long history of madness', 'Madame B' y 'Reasonable doubt: scenes from two lives', tiene claro que «cuando las emociones se van de las manos, pueden desembocar en la locura» y, también, la importancia de «saber distinguir las cosas con el fin de dar sentido al caos del mundo». Admiradora de la figura de Don Quijote, de nuevo en 2019 presentó en la UMU una obra audiovisual, 'Don Quijote: tristes figuras', basada en la universal figura cervantina. La entrevista con Bal para Ababol, que acaba de publicar en Akal su nuevo libro, 'Lexicón para el análisis cultural', tiene lugar en Murcia, ciudad que ha vuelto a visitar para disfrutar, en la sala Verónicas, de la exposición del artista yeclano Lidó Rico 'Tu vuelo, mis alas'. Hay un tema que le preocupa sobremanera: la destrucción del planeta a la que nos enfrentamos.
–¿Entre qué actitudes se mueve usted hoy?
–Me muevo entre el optimismo y la desesperanza, aunque prefiero, desde luego, apostar por el optimismo. Pienso en toda la gente que quiero, y en tanta gente todavía por llegar...; deseo lo mejor para todos ellos, para los que habitamos hoy el planeta y para los que lo harán en el futuro, pero es difícil creer que el mundo va a ser finalmente salvado.
–¿Por qué no?
–Porque nadie hace nada para que así sea. Tengo miedo a que el planeta se destruya, le tengo más miedo a eso que a otras amenazas. Las guerras pueden ser superadas, y esta pandemia que ahora sufrimos es muy posible que se resuelva, pero la destrucción del planeta es el fin. No tengo miedo pensando en mí, porque ya tengo suficiente edad para saber que no me queda mucho tiempo, pero sí me preocupan los demás, los amigos, tanta buena gente... Creo que la mayoría de la gente, o no es consciente de que no hace realmente nada por intentar frenar el desastre, o sí lo es pero se encuentra con que no puede hacer nada. Surge la impotencia, ¿qué puedo hacer yo? Son los gobiernos los que deciden qué hacer, y hoy los gobiernos, en general, están en manos de políticos que está claro que no son demasiado inteligentes. Si nos fijamos, vemos que todos tienen una mirada muy corta: la del cortoplacismo. Les interesa contentar a sus electorados hoy, sea como sea, y no lo que pasará mañana. Tienen un pensamiento muy limitado, muy pobre, demasiado endeble para el momento tan complejo que vivimos.
–¿Lo peor qué es?
–Lo peor es la indiferencia, el que no te importen las cosas. Y esta indiferencia está muy conectada con esa visión del tiempo limitado al corto plazo. Esto es verdaderamente inquietante, porque ha llegado el momento en el que no tenemos mucho tiempo para hacer algo que garantice nuestro futuro. Hay urgencias claras.
–Un tema, el de las urgencias a las que nos enfrentamos, que trata en la obra de videoarte que presentará en el festival Mucho Más Mayo, en Cartagena.
–Así es, 'It's about time!' trata sobre esta necesidad que tenemos de hacer algo, y de hacerlo ya. Es una película que reflexiona sobre el tiempo y sobre la urgencia; necesitamos hacer algo verdaderamente importante si queremos cambiar un rumbo que nos lleva al desastre, y para ello tenemos que tener algo muy claro: nadie puede hacer algo solo. Nos necesitamos unos a otros. En esta obra, que aborda la destrucción del planeta, tiene mucha importancia la historia de Casandra, porque ella alerta sobre la destrucción que llegará, en su caso referida a Troya, pero nadie quería creer en su capacidad para predecir el futuro. También me interesa este personaje, como feminista, porque en Casandra se da un caso de acoso, de imposición del poder a las mujeres.
–¿Y los jóvenes?
–Hay de todo. Protestan, sí, pero ¿contra qué lo hacen? Lo hacen, por ejemplo, contra las medidas de seguridad que son necesarias para defendernos de la Covid-19. Esto no me sirve, tienen que protestar y movilizarse de verdad contra la destrucción del planeta. Algunos lo hacen, pero no la mayoría.
–¿Qué le inquieta del actual panorama político?
–Asistimos, también de un modo bastante pasivo, al auge de la extrema derecha en Europa, un fenómeno muy peligroso porque conocemos los graves riesgos para la convivencia y para la vida en democracia que estas ideas encierran. Pero no solo ocurre en Europa...; en Estados Unidos, tras los años oscuros de Donald Trump, la victoria de Joe Biden ha sido como un pequeño respiro, un cierto regreso a la cordura. Pero fíjese en Brasil, por ejemplo, con un presidente como Jair Bolsonaro, que ha tenido un comportamiento criminal durante esta pandemia, un comportamiento mortal que ha acarreado miles de víctimas en su propio pueblo. Me invitaron a ir a Brasil, pero no quiero ir a un país que ha elegido a un dictador como él, tan peligroso.
–¿Qué piensa de los antivacunas y de los negacionistas?
–Estoy muy cansada de escuchar estupideces, es imposible entenderlos desde la razón, desde la cordura, desde la inteligencia, desde el saber...; pero no sabría decirle qué habría que hacer con ellos, con una gente que no quiere reflexionar, que no escucha a la ciencia.
–¿Existe Dios?
–Creo que no, por eso dependemos exclusivamente de nosotros mismos. Creer en Dios puede convertirse, por ejemplo, en un pretexto para confiar en que todo va a salir bien. No me gusta ese tipo de fe que es una incitación a la pasividad.
–¿Lo ha tenido usted más difícil por el hecho de ser mujer?
–Por supuesto que lo he tenido más difícil por ser mujer. Sí, sí, sin duda, pero le diré que soy una persona fuerte y que no he aceptado las limitaciones que me querían imponer. Siempre he luchado, y desde luego que las primeras décadas de mi vida fueron más difíciles por este hecho. Pero no solo en este momento es así, llevo muchísimo tiempo manteniendo mi propia voz. Una voz que quiere sumarse a la de otros para mejorar entre todos las cosas. Ser feminista no consiste en tener al hombre por enemigo. Llevo 40 años de relación muy profunda con mi pareja, amo a los hombres, mujeres y hombres nos enriquecemos mutuamente cuando sabemos relacionarnos bien.
–¿Qué ha sido muy importante para usted?
–Los amigos. Le concedo una extraordinaria importancia a la amistad. Gracias a mis amigos, especialmente murcianos [el escritor Miguel Ángel Hernández Navarro y el artista multidisciplinar Jesús Segura, ambos también profesores de la UMU], tengo esta gran conexión con Murcia y con España, que es un país que me encanta. Valoro mucho a los amigos que te ayudan a mantener vivos el interés y la curiosidad, que son lo opuesto a la indiferencia que, como le decía, tanto detesto. Sin interés, sin aprender algo nuevo cada día, qué vida tan pobre, ¿no?
–¿Por qué le fascina tanto Don Quijote?
–Es alguien que lee, que viaja, ¡que quiere ayudar! Se le considera un loco, ¿cómo que un loco? Quiere ayudar a la gente que es víctima de cualquier abuso o injusticia. Si tuviéramos más quijotes, el mundo iría mucho mejor.
–¿Y Sancho Panza?
–Está muy claro: necesitamos a los demás, necesitamos a otras personas, no podemos vivir solos. Debemos cuidarnos entre todos, estar atentos a los demás.
–Ha visitado en Verónicas la exposición 'Tu vuelo, mis alas', de Lidó Rico, para cuyo catálogo ha escrito usted un texto. ¿Qué le ha parecido?
–La palabra que mejor resumiría mi impresión es: fascinante. Una exposición muy poderosa. En 'It's about time!' he incluido una de las piezas de Lidó presentes en esta exposición.
–¿Qué no debe hacer el arte?
–Aburrir a la gente.
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