«Aún sueño que no me quieren en la diplomacia por cateto»
Inocencio Arias. Diplomático jubilado
ARANTZA FURUNDARENA
Domingo, 11 de mayo 2014, 03:56
El esmirriado Chencho, un niño al que le obligaban a tumbarse después de comer para ver si engordaba, abrazó de muy pequeño la religión del fútbol y aún no ha perdido la fe. Inocencio Arias ha cambiado muchas veces el corsé de diplomático por la camiseta de forofo. En el libro 'Mis mundiales' relata con ironía los 16 grandes campeonatos que ha padecido y gozado en sus 74 años de vida.
-Dice que recuerda con más nitidez el gol de Zarra que la muerte de su padre. ¿No exagera?
-No, no. Mi padre, cuando murió, no estaba en el pueblo sino en Madrid. Y a mí, que tenía nueve años, me fueron dosificando la noticia. Hasta que un día me tintaron la ropa de negro y lo entendí todo. El gol de Zarra, un año después, lo viví con tal intensidad a través de la radio que recuerdo a qué olía el pueblo esa tarde y a quien abracé.
-A alguna chica, aprovechando...
-Qué va. No había ninguna mujer en aquella habitación.
-Tuvo una infancia muy rural.
-Me crié en Huéscar, Granada. Jugaba al fútbol en la calle y a veces espantaba la mula del señor que estaba haciendo testamento con mi padre, que era notario.
-Luego se volvió muy cosmopolita.
-El cosmopolitismo me lo he currado. Habré estado en 95 países. Pero sin pedantería ninguna, que en mi pueblo estaba muy mal vista la gente engolada.
-¿El fútbol le arrebata más que la diplomacia?
-No, pero es una máquina de sueños. Cuando Puyol metió aquel gol en la semifinal de Sudáfrica yo estaba detrás de la portería con mi hijo. Y se me saltaron las lágrimas.
-¿Cómo presiente el Mundial de Brasil?
-Nos veo llegando lejos, pero creo que el Xabi vasco y el Xavi catalán van a llegar con las botas muy cansadas.
-Zarra fue su primer dios... Pero se hizo usted del Madrid.
-Yo estaba en la senda de la religión del Athletic de Bilbao, pero en ese momento me tocó Dios a través de Di Stéfano. Y me caí del caballo.
-Veo que ser forofo no es muy compatible con ser racional.
-Ja, ja, ja... Exactamente. Pero no llego a fanático. El año pasado yo decía que el Barcelona tenía mejor equipo que el Madrid y que Messi era mejor jugador que Ronaldo. No estoy ciego. En el palco soy muy diplomático. En la grada ya no tanto. Puedo decir 'cabrón' o 'qué coño hace el árbitro'.
-En su libro habla del sexo de los futbolistas...
-Es que hay muchas teorías sobre si en un gran campeonato deben tener sexo o no. Yo no soy ningún experto, pero en las horas previas al partido no creo que la cabeza deba estar en el cuerpo de una mujer por hermoso que éste sea.
-Y qué me dice de esos futbolistas tatuadísimos, con pendientes de diamantes...
-Buscan singularizarse. También yo llevo pajarita. Y si no me la pongo, mis fans protestan. Uno es rehén de su imagen.
-En un capítulo escribe: 'Maradona nombra a Dios en vano. Y ahí comienza mi pesadilla'. ¿A cuál se refiere?
-En ese Mundial nos quedamos en cuartos. Y yo apruebo la oposición a diplomático pero sin plaza. Empecé a pensar que no me querían en la diplomacia por cateto. He soñado con eso muchas veces; hace un mes, sin ir más lejos.
-Creo que el gol de Iniesta lo utiliza como antidepresivo.
-Me lo pongo a veces antes de un partido difícil para darme ánimos. Ese gol unió a un montón de españoles, pero lamentablemente meses después constatamos que la nación seguía deshilachada. El tema de Cataluña lo cloroformizó el Mundial de Sudáfrica. No sé si el de Brasil lo conseguirá.
-Fue director general del Real Madrid y asegura haber visto más cinismo en el fútbol que en la política.
-Sobre todo, vi más informalidad. La palabra dada en el mundo del fútbol cuando yo estuve no tenía ningún valor. Y a mí eso me saca de quicio. Los grandes clubes se creen intocables. Es una cuestión de jactancia y chulería.
-Volviendo a la diplomacia, ¿qué me dice de Mourinho?
-Que a Mourinho, como diplomático, lo habrían echado del cuerpo.