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Margarita Salas y el investigador murciano José Antonio Lozano Teruel. Foto: Guillermo Carrión/AGM | Vídeo: laverdad.es
Cultura

Margarita Salas:«Los investigadores hacemos milagros»

«Como mujer científica, hubo una época que me sentí discriminada e invisible» Margarita Salas Falgueras Investigadora del CSIC

JUAN LUIS VIVAS

Martes, 7 de junio 2011, 13:32

La investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y presidenta de la Fundación Severo Ochoa, Margarita Salas, pronunció ayer en Molina de Segura una conferencia sobre su vida como mujer científica. La investigadora asturiana ha obtenido numerosos reconocimientos como el Premio Nacional de Investigación Ramón y Cajal o el Premio a los Valores Humanos del Grupo Correo de Comunicación en 1998, entre otros muchos. Invitada por la Fundación de Estudios Médicos y por el Hospital de Molina, esta insigne científica española y académica de la lengua explicó su experiencia personal, desde sus dudas iniciales acerca de si estudiaba Ciencias Químicas o Medicina hasta sus trabajos más recientes como investigadora, pasando por la influencia que tuvo en su carrera profesional el Premio Nobel Severo Ochoa, con quien trabajó en Nueva York desde 1964 a 1967, así como su defensa de la investigación científica en España, pese a que las ayudas públicas y privadas son insuficientes, según explicó.

-¿Cruzarse en el camino con Severo Ochoa fue tan determinante en su vida?

-Conocer a Severo Ochoa en un momento crítico de mi vida fue fundamental. Cuando estudiaba en Madrid, al acabar tercero, elegí Química Orgánica, y me equivoqué. Tuve la suerte de conocerlo y me invitó a una conferencia que dio en Oviedo. Me dijo que me mandaría un libro dedicado sobre bioquímica. Al final hice la tesis doctoral en Madrid y luego me marché, junto a mi marido, a Nueva York donde trabajamos con Severo Ochoa durante tres años maravillosos.

-¿Así surgió su pasión por la investigación?

-Severo Ochoa se quejaba de no haber estudiado bioquímica. El estudió Medicina para llegar a la Biología. Le faltaba, por tanto, esa formación química y física, y por eso se rodeaba de gente que estudiaba esas materias. Yo pienso que la vocación no nace, se hace. A medida que me fui adentrando en la biología molecular, me fui entusiasmando y, ciertamente, soy una apasionada de la investigación.

-Como mujer, ¿llegó a sentirse discriminada?

-Hubo una época que lo pasé bastante mal, cuando empecé la tesis doctoral en 1961 con el profesor Alberto Sols, gracias a una carta de recomendación de Severo Ochoa. Me sentí discriminada porque Alberto Sols consideraba que las mujeres no daban la talla y me sentí invisible. Cuando nos reuníamos se dirigía a Eladio, mi marido, que era compañero de laboratorio, y yo era invisible, inexistente. Con el paso del tiempo lo reconoció y fue obvio que cambió de criterio al cabo de los años. Sin embargo, con Severo Ochoa fue completamente distinto. Me trató como persona, independientemente de mi condición de mujer.

-Sin embargo, usted no defiende la paridad

-No quiero cuotas, no me gusta que haya discriminación ni en un sentido ni en otro. Creo que no se deben dar más derechos u oportunidades por ser mujer, pero tampoco que se las quiten. Cuando me dieron la Medalla de Oro al Trabajo, me llamó el ministro, en aquel entonces Jesús Caldera, y me dijo que, al ser mujer, era mejor. Le dije que si era por ser mujer, no quería el premio. Al final se aclaró todo, pero es cierto que hay gente que siempre está con las cuotas en la cabeza.

-Ahora hay más mujeres universitarias que hombres.

-En las carreras científicas también hay más mujeres que hombres y, además, tienen las mejores notas. En los institutos pasa lo mismo.

-¿Considera que en España la investigación científica no recibe el suficiente apoyo?

-No se suelen hacer milagros en la Ciencia, pero en España, con el dinero que tenemos para investigar, sí se hacen milagros. Falta más apoyo público y privado. Las cifras son claras: la investigación representa el 1,38% del PIB, cuando la media europea es del 1,85%. La ayuda privada no llega al 50% y en otros países del entorno se alcanza el 65%. Lo normal es que llegue al 66%. Pese a todo, hay muy buena investigación en nuestro país.

-¿El futuro pasa por poner marcha una carrera universitaria orientada a la investigación científica para así formar más estudiantes con vocación?

-Es importante hacer realidad la carrera investigadora, que ya se ha prometido en el marco de la Ley de la Ciencia, porque, hoy en día, la gente joven es reacia a estudiar ciencias si no ven un futuro claro. Es importante que sea así para que los estudiantes decidan hacer una tesis doctoral en ciencias para seguir una carrera investigadora. Además, hay que enseñar bien las ciencias en Secundaria y en Bachiller para que se despierte ese interés. De todas formas, la vocación científica hay que experimentarla y vivirla. Cuando uno la conoce, inevitablemente se apasiona. El padre de la biología molecular ya dijo que si uno no tiene la capacidad para ser artista, lo mejor es ser científico.

-¿Qué opinión tiene de lo que ha sucedido con Alemania en torno a la denominada crisis del pepino? Al parecer, brotes de soja en una granja alemana estarían en el origen de la infección que ha causado la muerte a 22 personas.

-En este caso concreto, las declaraciones de la consejera de Hamburgo han sido muy desafortunadas por el perjuicio que ha ocasionado a la agricultura española. Lo dijo sin base científica y ha provocado graves problemas.

-¿Es partidaria de los productos transgénicos?

-Aquellos que rechazan los transgénicos, no sé si saben exactamente lo que son. Son plantas normales, que tienen uno, dos o tres genes distintos que les otorgan unas cualidades positivas. Plantas transgénicas ha habido durante siglos. No veo nada negativo, si tiene algo es positivo. Se hacen suelos cultivables donde no lo son.

-¿Los intereses de determinados grupos económicos pueden condicionar e, incluso, frenar determinados avances científicos?

-Yo creo que no, yo creo que los investigadores somos lo suficientemente libres para llevar a cabo nuestro trabajo. Lo único que nos hace falta es tener la financiación adecuada. La financiación pública es libre, no está supeditada a intereses y no debe estar dirigida. La financiación privada es distinta, está más dirigida por el interés de la empresa que pone el dinero.

-¿Qué le parece la polémica que se ha desatado en torno a la descripción que hace la Real Academia de la Historia sobre la época franquista?

-Sobre este tipo de cuestiones prefiero no pronunciarme. Soy científica y no es mi misión meterme en estas polémicas.

-Entre sus aportaciones a la Ciencia destaca la investigación sobre la enzimología y los trabajos sobre Genética centrados en la manera en la que se transmite la información genética y en el ADN. ¿En qué está trabajando actualmente?

-Sigo trabajando con mi fango (ríe), que sigue dando buenos resultados económicos importantes al CSIC. Estudiamos la biología molecular del fango, cuyo DNA (como a mí me gusta llamarlo) tiene la peculiaridad de que multiplica el material genético. Nuestros estudios se han podido extrapolar a otros temas de interés sanitario. El enzima que produce tiene unas propiedades fantásticas, generando millones de copias de DNA. Está patentado y ha dado al CSIC el 50% de royalties que ha recibido en los últimos años. Es una fuente de dinero importante que se reparte en tres partes: al CSIC, a los inventores y al grupo de trabajo.

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