«Todos los partidos deberían ir de la mano en el caso de la agresión a Cruz»
Luis Alberto de Cuenca, poeta y ex secretario de Estado de Cultura con Aznar, pide calma y alerta sobre los peligros que corre la democracia
ANTONIO ARCO ,
Viernes, 21 de enero 2011, 11:51
«Cierra los ojos: es la única manera de impedir que la noche lo invada todo», se lee en 'El reino blanco' (Visor), el último libro/oasis de inteligencia y buena escritura publicado por Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950), poeta, profesor de Investigación del CSIC, ex director de la Biblioteca Nacional y ex secretario de Estado de Cultura con el Gobierno de José María Aznar. De Cuenca -«la vida es siempre lucha, un constante conflicto»- presentó el miércoles en Murcia, en el Museo Ramón Gaya, y junto al profesor y crítico literario José Belmonte, el poemario 'Dominios de matiz' (Devenir), de su amigo el murciano Juan Pastor. Ayer, bañada la ciudad de luz, habló con 'La Verdad' de literatura y vida, de política y democracia en peligro de debilitarse. La repugnante agresión al consejero de Cultura Pedro Alberto Cruz, y el posterior y nada edificante pero sí tristísimo espectáculo político al que asistimos, pone el punto amargo a la conversación.
-En el poema 'Letanía' escribe: «Todo el mundo está loco. Todo el mundo odia a alguien». ¿Cómo defendernos del odio y de la locura?
-Primero, sabiendo que somos capaces de lo peor. Porque sabiéndolo, precisamente, podemos tender hacia la convivencia en paz y podemos evitar los sentimientos destructivos; si no los conocemos, y nos creemos perfectos, como le pasa a muchísima gente en este mundo que piensa que los malos siempre son los vecinos, entonces sí que no vamos por ningún buen camino.
-¿Qué reflexión hace de la agresión al consejero de Cultura murciano Pedro Alberto Cruz?
-A mí este hecho me parece gravísimo. En este caso ha sido el consejero de Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia, que es un consejero de Cultura del PP, pero me da completamente igual el signo político del agredido. Esto hay que evitarlo y que condenarlo de una manera absolutamente colectiva, todo el mundo sin distinción de ideología. Agrediendo a este señor no se ha agredido a un partido político, se ha agredido a la esencia de la democracia.
-¿Qué le pediría usted a los partidos políticos?
-Calma, tranquilidad, ¡por favor! En un país tan proclive a las guerras civiles, al cainismo, a denunciar al vecino por no sé qué, y a darle el paseo a unos y a fusilar a otros, hay que tener un cuidado extremado en cuestiones tan delicadas como esta. ¡Por favor! Que no se repita la historia. Todos los partidos deberían ir de la mano en el caso de la agresión al consejero Cruz. Esto se lo pido a unos y a otros, que nadie pueda quejarse de que una persona del otro partido no ha estado donde debía en cada momento. Debemos hacer un esfuerzo colectivo por cerrar heridas.
-¿Está decepcionado de la clase política española?
-Vamos a ver, no está en su mejor momento la clase política española, aunque hay gente, como es lógico, muy valiosa. En general, se percibe en el ciudadano normal de a pie una cierta decepción con respecto a nuestros políticos, y eso es gravísimo porque, al igual que la agresión al consejero, es una muestra de debilidad democrática; y a mí me asustan muchísimo los síntomas de debilidad democrática.
-¿Usted volverá a la política?
-Pues la verdad es que no, aunque me estoy acordando del título de una película de James Bond, 'Nunca digas nunca jamás'. Mi idea, desde luego, es no hacerlo.
-¿Qué batalla tiene pendiente?
-La batalla de la calma, de la tranquilidad, de la reflexión apacible. Cada vez la voy conquistando algo más, pero es muy complicado porque no hay manera de salir de esta especie como de vorágine que lo devora a uno: ir de de un lado a otro... Ahora he tenido unos meses buenos, porque he preparado el discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia, que probablemente presentaré el 6 de febrero, y eso me ha hecho centrarme en algo que me apetecía mucho: las relaciones entre historia y poesía. He estado encerrado y, sí, casi he aprobado esa asignatura tan necesaria de la calma y la reflexión.
Pacto por la cultura
-¿Y qué batalla tiene pendiente la sociedad española?
-Pues, por ejemplo, la batalla para lograr que la cultura deje de una vez de tener signo político, de tener unos padrinos u otros, y que se convierta en un patrimonio común de todas las personas que formamos parte de la sociedad española. Sería necesario un gran pacto por la cultura, igual que existe el pacto por el Museo del Prado, donde todo se ha hecho de consuno con los dos grandes partidos, PP y PSOE. En España urge un pacto por la cultura que esté mucho más allá de los colores políticos.
-De lo contrario, ¿de qué corremos el riesgo?
-Del pesebrismo, por ejemplo, que es una tendencia que en España se ha dado con mucha fuerza. Desde luego, mientras yo estuve al frente de la cultura española no se dio.
-Eso de 'los míos' y 'los otros'.
-Eso tan triste de 'los míos' y 'los otros', sí. Además, yo considero 'los míos' a toda la gente de la cultura; jamás les pregunto lo que votan.
-¿Qué persigue?
-En el fragor de la batalla, de ese combate constante que no es ideológico, ni político, ni social, sino un combate íntimo, a veces no se sabe lo que se persigue. Yo, desde luego, no lo tengo nada claro.
-Perdido por completo.
-Sí, la verdad es que creo que el sentido último del hombre es estar extraviado en la selva oscura de la vida, que diría Dante. Esa es nuestra razón de existir y así lo debemos de aceptar; y bueno, eso también tiene su lado estético...
-¿Qué remedio propone contra el dolor?
-Hay muchos. A los que nos gusta la literatura, por ejemplo, sabemos que el bálsamo más propicio para, digamos, mitigar el dolor es la lectura. Realmente, la lectura me hace sentirme mejor en este largo viaje hacia ninguna parte.
-¿La cultura nos hace realmente mejor personas o decir eso es una tontería?
-Pues... estoy pensando, por ejemplo, en uno de los mitos del terror moderno, Hannibal Lecter, que es un personaje que a mí me fascina. Y, desde luego, no diríamos que Hannibal Lecter es muy bueno, aunque sí que es cultísimo, de modo que el de la bondad y el de la cultura son dos territorios completamente distintos. Pero es cierto que la cultura, el saber, el conocer, sí nos hace más libres. Y, bueno, un camino importante hacia la comprensión del bien, y hacia la distinción entre el bien y el mal, es adquirir un nivel de libertad, así es que que en cierto modo indirecto sí pueden estar conectados.
-¿De qué no se olvida?
-De la primera que vez que leí el teatro completo de Shakespeare. Fue cuando cumplí doce años, saqué una buena nota en los estudios y mis padres me compraron la edición de las obras completas de la traducción de Luis Astrana en Aguilar; lo devoré entre los doce y los trece años. Recuerdo perfectamente que prácticamente no dormía para poder seguir leyendo. Creo que el teatro de Shakespeare agota el repertorio de lo humano, fue la gran lección que yo recibí.
-¿Qué es lo importante?
-Darle importancia a lo que estás haciendo en cada momento. Que estemos charlando ahora, tener un buen viaje de regreso a Madrid, donde esta tarde me reuniré en la radio con mis amigos (Andrés) Amorós y (José Luis) Garci...; lo importante es lo que tenemos que hacer en cada momento. Lo importante es el corto plazo, vivir al día, más que el medio y el largo plazo.
Darnos cuenta
-¿Qué es prescindible?
-Casi todo. Conforme va uno cumpliendo años se va dando cuenta de hasta qué punto vivimos pensando que son imprescindibles cosas que son claramente prescindibles. Yo creo que lo imprescindible es tener a alguien a quien querer; no tanto que te quiera alguien a ti, sino tener tú a alguien a quien querer, en quien pensar, a quien proteger...
-¿Logra mantener la tristeza a cierta distancia?
-La tristeza es muy importante, y si no existiera tampoco existiría la alegría. A mí me importa muchísimo la tristeza, es bueno estar triste al menos un par de veces al día porque luego, irremediablemente, la vida te traerá también momentos de gozo.
-«El dinosaurio de tus sueños se ha vuelto vegetariano». Es un haiku que aparece en 'El reino blanco'. ¿Sin humor es imposible vivir?
-Es un homenaje a Augusto Monterroso, a quien tuve la suerte de tratar y de que le gustase mucho mi poesía. Sin humor no es factible el hecho humano. Lo propio del hombre, su rasgo definitorio, es la risa. Obviamente, el que no tiene sentido del humor es un humano muy extraño, ¡y los hay!
-¿Somos los reyes de la creación?
-Somos unos reyes bastante venidos a menos, pero sí, evidentemente en esto que conocemos como planeta Tierra quienes cortamos el bacalao somos los seres humanos.
-Ha escrito usted que «todo en la vida se reduce a dos cosas: sexo y comida».
-Así es. Es un homenaje al doctor Freud, un personaje que me cae muy bien, entre otras cosas, porque escribía maravillosamente; era un gran estilista. Yo no creo mucho en las facultades curativas o útiles de todo su planteamiento psicoanalítico, pero en cambio sí creo en el psicoanálisis como creación formidable de la mente humana. Recuerdo cuando Freud le decía a sus discípulos, cuando lo miraban fumarse un gran puro y se reían porque lo veían como una especie de símbolo fálico y todo eso, '¿saben la diferencia que hay entre ustedes y yo? Que para mí un puro es simplemente un puro'.
-Pero, ¿damos por buena la afirmación o qué? Sexo y comida.
-La damos por incontestable. Lo que pasa es que detrás de la palabra sexo y detrás de la palabra comida hay mucho más.
-¿Añadimos una tercera cosa?
-(Risas). ¿Cuál? Yo creo que no. Si hablamos de sexo y de comida hablamos prácticamente de todo, incluido el amor.
-'Elogio del sujetador' se titula otro de sus poemas.
-Para los interesados en los temas fetichistas -recuerdo a mi maestro Luis García Berlanga, que también compartía conmigo este tipo de fascinación por la ropa interior femenina, eso sí sin que se convierta en obsesión porque entonces ya se cae en el aburrimiento-, creo que los sujetadores son siempre muy sugerentes. Además, fíjate, lo que hace el sujetador es realzar el busto de la madre que nos alimenta y que nos ha puesto en el mundo. Estamos hablando de la continuidad de la especie, nada menos.
-«Tú eres un faro. Y tú tienes la culpa de mis naufragios» (del poema 'El faro').¿El amor es una bendición o un castigo?
-Borges, en 'Elogio a la sombra', dice: 'Bienaventurados los amados, los amantes, y los que pueden prescindir del amor'. Creo que el amor es una maldición necesaria, una maldición tan profundamente arraigada en nuestro ser que no hay más remedio que pasar por él, y cuantas más veces pasemos yo creo que mejor, porque pienso que se aprende mucho, ¿no?