Borrar
Fernando del Paso.
Fernando del Paso, un dandi azteca en el territorio de la Mancha

Fernando del Paso, un dandi azteca en el territorio de la Mancha

«El Quijote me enseñó que el humor y la literatura no están peleados» dice el último ganador del Cervantes - «México es un país en decadencia que no cree en sí mismo» lamenta el escritor

Miguel Lorenci

Jueves, 21 de abril 2016, 16:59

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

«Del Quijote me asombró la riqueza del lenguaje y que la seriedad se llevará tan bien con el humor. Me enseñó que el humor y la literatura no están peleados». Esta es la lección que Fernando Del Paso (México D.F., 1935 ) aprendió de su temprana lectura de la universal obra de Cervantes, con apenas doce años. Lo explicó el jueves en Biblioteca Nacional, a 48 horas de recibir de manos del Rey en el centenario Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares el premio mayor de las letras hispanas. Hablará «un poquito de política y mucho de literatura» y de la «decadencia» de su país «que ya no cree en si mismo».

Superados los infartos cerebrales que lo dejaron mudo y postrado hace tres años, está orgulloso de haber recuperado la presencia de ánimo y la voz que le robó la crisis vascular. Lo hizo con «terapia intensiva» y el auxilio de su hija, leyéndose a sí mismo en 'Noticias del imperio'. «Es un milagro que mi voz me haya devuelto la voz, de la que me privaron aquellos infartos que me tuvieron tan enfermo durante 3 años y más me parecieron abortos» ironizó este dandi mexicano encantado de aterrizar en el territorio de la Mancha y ahora «con fe en volver a escribir».

Con un séquito de 25 personas, toda su familia -su esposa Socorro y su tres hijos, Adriana, Paulina y Alejando-, un puñado de amigos y su implacable enfermera Lupita, llegó el escritor al sala noble de la Biblioteca Nacional en silla de ruedas. Impecable, lucía una chaqueta mil rayas, con camisa, y corbata a juego. Del mimo tono azul pastel que los cristales de su gafas, el pañuelo que asomaba del bolsillo superior de su americana, los calcetines y las suelas de su zapatos. «Llega este premio Cervantes con su aire de Beau Brummell mexicano, de dandi enérgico y combativo que nos observa desde la distancia de su buen hacer literario» lo saludó el Secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle.

Ofreció Del Paso algunas claves de su discurso del sábado, pero se negó a entrar en honduras. «Escúchenlo. Están invitados. Es un discurso sencillo en el que hay de todo, como en botica», anticipó sobre una alocución que dedica a sus padres y a la desaparecida agente literaria Carmen Balcells. Lo fue achicando y limó cualquier asomo de grandilocuencia o pedantería. «Hice tres versiones. Mis hijas me aconsejaron que lo hiciera más sencillo, que no abordara tanto temas, y tenían razón», reconoce.

Además de su deuda con Cervantes, reconoce la que contrajo con otros autores de esta orilla del idioma que compartimos 500 millones de humanos. «El escritor español que desató mi vocación fue Miguel Hernández con 'El rayo que no cesa'. Quise escribir sonetos como él» aclaró. Fue una influencia decisiva, pero no la única de una literatura española que frecuentó y frecuenta. «Gabriel Miró también me interesó mucho, como Cela, los Goytisolo, los Machado, Valle-Inclán, Ramón Gómez de la Serna, Menéndez Pidal o Ramón y Cajal» enumeró. Pero sus nutrientes literarios de más poder y provecho los sitúa en los tiempos de Cervantes. «Los clásicos del Siglo de Oro me alimentaron y me alimentan. Vuelvo constantemente a ellos».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios