El pobre «limonar» que Samper iba a convertir en una mina de oro
Un terreno adquirido por menos de 3,5 millones ofreció una rentabilidad mínima, una vez recalificado, de 149,8 millones. El estadio de fútbol se construyó, como estaba previsto, pero del campo de golf comprometido en el convenio urbanístico nada se sabe a día de hoy
Ricardo Fernández
Viernes, 19 de junio 2015, 13:38
El descubrimiento del binomio fútbol/pelotazo urbanístico nunca podrá atribuírselo el actual presidente del Real Murcia, aunque pueda tener sobradas razones para alardear en privado, si así lo deseara, de ser una de las principales referencias en tal materia. Jesús Samper, como antiguo secretario de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), abogado y propietario de la empresa Santa Mónica de explotación de derechos deportivos, ya tenía los fundamentos mínimos y el olfato necesario para unir ambas variables (balompié y negocio urbanístico) cuando en 1998 se aventuró por estas tierras siguiendo el consejo de un empleado suyo.
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millones de pesetas pedía en 1999 la firma Agrícola Citrovida por los terrenos del norte de la A-7.
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millones de pesetas (3,5 millones de euros) pagó una firma de Samper por ese suelo, no residencial.
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millones de pesetas (27 millones de euros) estaba previsto que costara el estadio Nueva Condomina.
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millones de pesetas (51,5 millones de euros) acabó costando la construcción del campo de fútbol.
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millones de euros es el beneficio neto que generaría el proyecto, una vez descontados todos los gastos.
«El Real Murcia, que como sabes juega en Segunda B, está asfixiado económicamente y a punto de desaparecer; podrías hacerte con el control del club por cuatro perras», vino a decirle ese trabajador de Santa Mónica, que por el hecho de residir en Alicante parecía conocer los graves apuros por los que estaba atravesando el club más emblemático de la vecina región.
La advertencia no cayó en saco roto para el entonces socio del Real Madrid e incipiente 'tiburón de los negocios'. En un suspiro acabó haciéndose con el control de la institución por los cuatro chavos previstos y, de manera inmediata, comenzó a maniobrar para que ese patrimonio que recién acababa de llegar a sus manos, y que básicamente radicaba en algo tan difuso -y sin embargo tan valioso- como lo que se ha dado en llamar el 'sentimiento grana', pudiera transformarse en lingotes de oro puro.
El auto de transformación en procedimiento abreviado (PA) dictado ayer por el instructor del 'caso Umbra', David Castillejos, relata cómo Samper comenzó a tener contactos directos con el alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara, a quien en apariencia no tardó en conquistar con su fluido y convincente verbo.
Le recordó que la ciudad necesitaba un nuevo y moderno estadio de fútbol, pues La Condomina poco menos que amenazaba ruina, y le aseguró que, de su mano, el Real Murcia pronto se situaría en lo más alto de fútbol profesional. Siempre, claro está, que se le garantizara una fuente de ingresos importante. Y un gran complejo residencial y comercial, añadió, bien podría servir de plataforma hacia fines tan elevados.
Lo firmó su cuñado
Fue en ese contexto cuando, el 12 de julio de 1999, se suscribió el Protocolo Marco o 'protocolo secreto' entre el entonces presidente del Real Murcia, Joaquín Romeu López de Sagredo -a la sazón, cuñado de Samper- y el alcalde de la ciudad. En el documento, que Miguel Ángel Cámara calificó en su declaración como imputado como una «simple declaración de intenciones», venía a constituir en realidad -según el juez- una garantía de que el Ayuntamiento iba a impulsar ese gran proyecto urbanístico, que serviría como fuente de financiación para el club de fútbol y para levantar un moderno estadio.
La firma del protocolo venía a ser así un 'cheque en blanco' a nombre de Samper, como lo demuestra que varias entidades bancarias se apresuraran a prestarle los 578 millones de pesetas de entonces (3,5 millones de euros) que necesitaba para la adquisición de los terrenos, situados al norte de la autovía A-7, en los que pretendía desarrollar el proyecto. «De no haber venido avalado por la máxima autoridad local, el alcalde, ninguna entidad bancaria habría participado en un proyecto de 3,5 millones de euros con una empresa, Sport Management and Proyect SL, que tenía un capital social de 9.015 euros», advierte el juez en su resolución.
Así, mientras otros aspirantes pujaban por unos terrenos que pensaban vetados al uso residencial, Samper ofrecía más que nadie por ese «limonar» con la presunta garantía de que allí levantaría un enorme complejo. De ahí el presunto uso de información privilegiada que ahora se atribuye al empresario y a su supuesto avalista, el aún alcalde Cámara.
Se materializa el convenio
Aquel primer compromiso acabó materializándose en el Convenio 12/2001, éste ya suscrito con publicidad, que tenía por objeto «facilitar el desarrollo de una actuación urbanística, residencial y dotacional de gran entidad, al tiempo que se satisface la carencia que el municipio tiene actualmente, en cuanto a disponer de un gran espacio deportivo moderno, seguro...». Samper se comprometía no solo a construir la Nueva Condomina, como acabó haciendo, sino también un campo de golf que sería de titularidad municipal, del cual a día de hoy nada se sabe.
El apoyo del Consistorio al proyecto fue tan entusiasta que, según señala el magistrado, acabó otorgándosele una edificabilidad del 0,64 m2/m2, pese a que el máximo permitido por el PGOU estaba en el 0,40 m2/m2. No solo eso, ya que incluso se dispensó a Samper de abonar el 10% del aprovechamiento urbanístico al Ayuntamiento, como exige la ley. Y ello basándose en un informe de parte, redactado por el profesor García de Enterría a instancias del propio empresario, que fue avalado de cabo a rabo por los responsables municipales de Urbanismo y por el propio alcalde.
De no ser porque los responsables del centro comercial Thader, sintiéndose agraviados, presentaron ante la Justicia un recurso que prosperó, el presidente del Real Murcia se habría ahorrado 18 millones de euros.
Estas decisiones de apariencia ilegal son las que justifican, según el juez, que Cámara, Samper y los exjefes de Urbanismo Pedro Morillas y Joaquín Peñalver se hallen también acusados de supuesta prevaricación.
Como tocado por el Rey Midas
Con esos trámites completados, Samper obtuvo permiso para construir un gran centro comercial, que acabó siendo vendido a un fondo de inversión por unos 360 millones de euros, y para levantar más de 5.000 viviendas, que si hoy no existen es solo porque estalló la burbuja inmobiliaria.
Informes periciales incorporados a las diligencias cifran en 149,8 millones de euros el beneficio neto que el presidente del Real Murcia habría obtenido en el peor de los casos, descontando el valor del campo de fútbol y del resto de los compromisos, aunque no cumpliera con ellos.
Lo que acabó ganando nadie más que él lo sabe. Entre otras cuestiones, porque la justicia helvética se negó a colaborar con la española y a informar de cuánto dinero tenía Samper en dos cuentas en Suiza.
Más sencillo resulta conocer cómo ha acabado el Real Murcia. Cualquier murciano, sin duda, lo sabe.