«Trabajo todos los días para regresar»

¿Regresarán algún día a casa, cuando la situación mejore, los arquitectos que han tenido que marchar fuera para ganarse la vida? En general, los profesionales consultados no han perdido el contacto con la Región. En la distancia, por supuesto, echan de menos a la familia y a los amigos. Pero también, aunque suene a tópico, la gastronomía y la vida en la calle. «Cada ocho semanas, paso dos en Murcia. Puedo disfrutar de la luz mediterránea, de la plaza Belluga, de una caña con una marinera y de mi mujer e hijos bastante a menudo», indica Ernest Berkhout. «Trabajo todos los días para regresar a la Región. Estoy tratando de invertir el proceso», cuenta Javier Martínez. Sin embargo, su colega de oficio Julio Sánchez Lacárcel solo se plantea volver de vacaciones, a pasear por la montaña que tanto añora. Para Juan Antonio Sánchez, del estudio Adhoc, que en 2003 remodeló el Instituto Cervantes en Nueva York, detrás de esta fuga de talento no solo está la precariedad laboral. Cree que la arquitectura «no encuentra oportunidades de hacerse visible. Es una actividad despreciada por la clase política, que ya no la utiliza en la resolución de los problemas sociales, urbanos, ambientales y sanitarios. La recuperación de la arquitectura como una actividad cultural es independiente de la recuperación económica».