«A Barcelona van los turistas a cagarse y encima les aplauden»

Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) acaba de publicar uno de sus libros infinitos, Dietario voluble (2008), del que se ha quedado enganchado y con el que llega a cuestas a Murcia: «es mi diario personal de experiencias de vida, de lectura... y en el que se suceden los géneros como estados de ánimo». Precisamente fragmentos de este libro centraron anoche la conferencia inaugural de la 23 Feria Regional del Libro de Murcia en el Museo Arqueológico de Murcia del escritor catalán, que fundamenta el título de su último libro en la cultura y la herencia literaria catalana -Josep Plá o Pere Gimferrer también han escrito dietarios-, que también compartió con los asistentes a la conferencia fragmentos inéditos del dietario que sigue escribiendo desde que en mayo lo diera por finalizado.

«Creo que es un diario interesante porque, a diferencia de otros, no hablo de mí mismo, hablo de los otros, está muy abierto a todas las situaciones que me interesan», aclara Vila-Matas, que explica que el Dietario voluble que ahora presenta nació de un encargo de El País de Cataluña para publicar los domingos.

Así, cuatro meses después de concluirse el libro, «el dietario continúa. He estado dos semanas en Nueva York y me ha dado para escribir bastante», confiesa Vila-Matas, que asegura que Nueva York, «caos y creatividad, es una ciudad estimulante al máximo, que me ha cargado de ideas», tanto que ayer mismo hizo una reivindicación del entusiasmo remitiendo a una frase del poeta norteamericano Emerson: 'Nunca se hizo nada sin entusiasmo' -quien sabe si será suya, porque Vila-Matas acostumbra a atribuir frases propias a célebres personajes en sus libros-, «que es un buen lema para todo lo que se puede hacer en un día», dice y añade: «yo veo el entusiasmo en todo».

Y con ese mismo entusiasmo atendió a los lectores que se acercaron a hablar con él ayer en la Feria del Libro. «Normalmente suelo intercambiar palabras con todos los lectores porque cuando se habla alrededor de un libro siempre puede surgir una idea», aunque, asegura, «cuando aparecen los lectores uno se da cuenta de que te falta tiempo. Porque de 30 lectores: dos son muy interesantes, con uno podría surgir un amor o una amistad, otros no son nada interesantes... Lo ideal sería tener tiempo para dedicárselo a la gente, porque a veces tengo la sensación de que me pierdo personas muy interesantes para mí mismo, aunque no se puede abarcar el mundo».

-Pero también habrá gente pesada

-Sí, siempre hay un porcentaje muy alto en todos los lugares, incluso los que te quieren mucho.

-Miembro fundador de la Orden de Finningans -veneran anualmente el Ulises de Joyce- salvaría de la quema, sin embargo, libros de Pessoa, Borges y Kafka. Defiéndase ante el resto de miembros de la orden.

-Hice un viaje a Dublín, que no conocía y además está relacionado con el libro que estoy escribiendo, y además de asistir al Bloomsday (16 de junio) se fundó la orden, donde soy de los más joyceanos. Pero sólo se pide que se acuda cada año al encuentro amistoso. Ahora somos cinco y para el año que viene se incluirá al sexto, Andreu Jaume, amante excesivo de la cultura inglesa (pero lo vamos a irlandizar).

A propósito de la infinitud de alguno de sus libros -«se convierten en infinitos porque la gente los hace suyos»-, Enrique Vila-Matas destaca el caso de Bartleby y compañía (2001), que aún sigue coleando. «Es sobre los escritores que pese a tener cierta fama y haber escrito grandes libros dejan de escribir. Los lectores encuentran que está incompleto, porque todo el mundo encuentra bartleby en sus países. El otro día fui a Turquía y me daban las listas de los que, siendo escritores turcos, habían dejado de escribir. En ese sentido también es infinito Dietario, por la estructura y porque es un infinito comentario del mundo: se comenta todo lo que veo, lo que leo, lo que ocurre», añade Vila-Matas.

«Da la impresión de que la escritura siempre es incompleta, como todo en la vida», opina Vila-Matas, que ha redundado una y otra vez, en su obra, en la metaliteratura.

-Además de Nunca voy al cine, le ha perseguido la sombra alargada de algún otro título de sus libros.

-Sí, algunos. Suicidios ejemplares, por ejemplo. Hubo una época que pensaba para mí mismo, 'no me pienso suicidar porque sería horrible ver al día siguiente en un periódico de Barcelona «Suicidio ejemplar»'.

Ciudad repugnante

Barcelona ha cambiado. De esa opinión es Enrique Vila-Matas, que asegura que «Barcelona no es la ciudad que ven los turistas y está surgiendo una corriente de opinión contraria a la invasión turística indiscriminada, que ha roto el tejido civil de la ciudad que era lo más interesante. Se ha perdido un ritmo antiguo que había antes».

Tan mal ve su Barcelona Vila-Matas, que ya no es su Barcelona: «Allí van los turistas a cagarse y encima les aplauden», ha llegado a afirmar, y asegura que «existe tal permisividad con el turismo que Barcelona se ha convertido en una ciudad repugnante». Tan espantosa ve la situación en la Ciudad Condal, que asegura que «ahora voy a Madrid, que siempre la sentí como ciudad rival, y me parece una ciudad elegante y llena de intelectuales», ironiza este barcelonés, que se está planteando pasar largas temporadas en otra ciudad. «Ahora la pregunta es, ¿qué pasa con los turistas?. Es un problema, porque mucha gente vive de esto. Hay que hablar mucho y se habla poco, porque la versión oficial es la de una ciudad muy moderna», apunta y remite a la batalla dramática con final feliz de todo un barrio, iniciada por Isabel Núñez, para salvar un azufaifo -«el árbol chino más antiguo de la ciudad»-.