Van Morrison: frío, frío
JAM ALBARRACÍN
Domingo, 28 de octubre 2007, 02:32
Van Morrison, una de las leyendas vivas de la música anglosajona, uno de los músicos con diploma de maestro y vitola de intocable, pasó por Murcia y, menos mal que las críticas se escriben de un día para otro, porque si tuviera que esperar unas semanas dudo que recordase algo más que el frío. Tal cual fue su concierto: uno de esos destinado a morir rápido en la papelera de reciclaje emocional. Ni un solo detalle para guardar.
Desde luego que el de Van Morrison no entrará en el Top 25 de mejores conciertos murcianos del año. No es que fuera un desastre, ni mucho menos, pero sí algo tan irrelevante como tomar un vaso de la mejor agua mineral. Sin gas. Van Morrison salió puntual a escena, pulsó el interruptor del piloto automático y 90 minutos más tarde se marchó. Menos mal que tuvo el detalle de no hacerlo a media canción, que, visto lo visto, tampoco me hubiese extrañado. Hasta los fans más incondicionales con quienes me crucé a la salida acertaban sólo a decir aquello de 'no ha estado mal'. Pero si nos atenemos a lo que se debe exigir a un artista de su talla --y precio-, sí que lo estuvo.
No obstante, el concierto fue a mejor. La estampa durante la primera media hora fue ésta: en primer plano el murmullo de la gente charlando, de lejos un grupo de calidad amenizando. Un grupo abusando de los tiempos medios, de las baladas y con una tediosa querencia hacia la abulia country -los éxitos del ayer se saltearon con temas de su último disco en estudio, el pesadísimo Pay the devil-. Luego el sonido aumentó su volumen, que la calidad del mismo siempre estuvo presente, y qué duda cabe que escuchar en directo títulos como Moondance, In the afternoon, Back on top o Have i told you lately en la (gran) voz de su autor, es algo que vale la pena.
Ni era el sitio -esto en el Víctor Villegas hubiera puntuado triple, fue como ver Apocalypse now en un cine de verano-, ni había unas míseras pantallas para casi la mitad del público que no divisaba el escenario completo, ni la actitud del astro añadía un gran valor. Fue un concierto adulto. De country, R&B, folk, una brizna de soul -el soul sin alma no es tal- y algún blues arrastrado que fue lo mejor de la velada. Sin noticias del rock. Ni de sus formas ni mucho menos de su esencia. Un concierto adulto para gente adulta. Técnicamente notable y mucho más cercano a Kiss FM que a Radio 3, para entendernos.
La versión country de Bright side of the road fue directamente para ir al lavabo. Y cuando, a los 10 segundos de finalizada Brown eyed girl, se encendieron las luces y comenzó a sonar la música de ambiente -¿pero dejó de hacerlo en algún momento?-, la sensación fue como de en realidad no lo recuerdo, creo que no hubo sensación alguna. Un bostezo, un estiramiento y ¿te hace una copa? Vale, pero casi mejor un café. Van Morrison pasó por Murcia. Nadie discute su carrera, pero dentro de un mes ni me acordaré del concierto.