Philippe Valère Empresario de la noche
Philippe Valêre ·
Formó con su mujer, Olivia, el tándem perfecto que dirigía las noches de juerga y lujo de la Marbella más glamurosa... y aún sigue al pie del cañónEl ocio nocturno en Marbella se llama Olivia Valère. Así es desde que la empresaria francesa abrió en 2000 su discoteca en Puerto Banús y ... acabó convirtiéndola en la más famosa de Europa. Tres años después de la muerte de la reina de la noche marbellí, su viudo, el abogado Philippe Valère, vela por su trono. A su exclusiva propuesta, que incluye la famosa sala de fiestas por la que han desfilado grandes 'celebrities' de todo el mundo, la terraza que adora la comunidad árabe y el restaurante Lov, se une desde julio un espectáculo de cabaret, muy al estilo de Los Cuatro Gatos o El Molino de Barcelona, según apunta su promotor, que se confiesa «en plena forma. Me dan ganas de seguir así muchos años», advierte.
– Dígame por qué debería ir a ver su nuevo espectáculo.
– Porque hemos cambiado totalmente el local para que funcione como los grandes cabarets de España, con esa fórmula en la que se mezclaba la danza, el teatro, la comedia, la acrobacia... Hasta tenemos artistas metidos en una jaula a nueve metros de altura. La gente puede comer y beber mientras disfruta del espectáculo, y nuestro éxito es extraordinario.
– ¿Y la discoteca? ¿Ya no le interesa?
– Cuando murió mi mujer dejó de interesarme (ahora la dirige Xavier, el hijo de Olivia). La discoteca también es una cuestión de edad. El corazón es el que nos indica el camino a seguir, y a mí me ha gustado siempre el espectáculo. Y la discoteca para mí no tiene nada de espectacular.
– Pero usted ha sido muy bailongo...
– ¡Siiiií! Bailar ha sido mi deporte favorito. A Olivia no le gustaba mucho. Cuando la conocí me puse a bailar delante de ella, le molestó y me tiró un pedazo de hielo (ríe). Me puse cerca, pero sin coquetear ni nada...
– ¿Qué cualidades debe tener un buen anfitrión?
– A mí, como a mi mujer, siempre me ha gustado la gente. Cuando nos hemos encontrado a alguien ha sido para hablar, para saber cómo está, para tener una relación... Eso a las mujeres siempre se les ha dado mejor. Los hombres somos más cerrados, pero hoy ya estamos muy abiertos.
– ¿Ha cambiado mucho su clientela?
– Sí. Cuando abrimos, la gente que salía en aquella época venía a la discoteca. Hemos comido y bebido con artistas del mundo entero que venían a tomar una copa, a charlar, a discutir... Ahora existe otro público. No es la misma forma de hablar que entonces, cuando había un embajador de Estados Unidos o de Francia mezclado con Camilo José Cela. El mundo ha cambiado, la manera de vivir no es la misma.
– ¿Hay que cuidar la vestimenta, como en La Scala de Milán, para entrar en su local?
– Por suerte no necesitamos pedir a la gente que venga con buen aspecto, aunque es verdad que con la moda actual siempre se ve algo más de pantalón corto. La clientela que tenemos en el cabaret es mayor de 35 años, y algunos también tienen 80, 90 años y visten más clásico. No hay problema.
– ¿Tiene una clientela de mucho nivel?
– Tenemos gente de buen nivel. Médicos, cirujanos, abogados... Nuestros precios son bastante altos, van desde 150 hasta 350 euros por persona, pero con buen servicio, buena comida y bebida. Son clientes con recursos.
– ¿Qué quieren los ricos?
– ¡Ah, los ricos! Los ricos han desaparecido. Cuando veo un avión privado que pasa, pienso que hay ricos. Pero nosotros no los hemos visto. Antes estaban Khashoggi y otras personas así, pero ahora no existen. Yo tengo amigos ricos, riquísimos, grandes fortunas mundiales. Pero esa gente no sale. Hacen fiestas, se van a Montecarlo o a Ibiza, organizan un evento para 50 o 100 personas, y desaparecen, vuelven a su casa. El mundo ha cambiado, no lo conozco.
– Las fiestas de Olivia Valère eran famosas. ¿Cuál fue la mayor que organizaron?
– Ufff. Fueron muchas. En París montamos 'Venecia en su esplendor', con góndolas, trajes de carnaval... Y con la del 'Circo romano' hasta cortaron durante diez minutos los Campos Elíseos para que pudieran pasar los animales. En Marbella cada año se montaban fiestas. Mi mujer tenía espíritu muy de fiesta.
– ¿Cuál ha sido la copa más cara que ha servido?
– Recuerdo que el príncipe Harry vino a pasar unos días a Marbella y quería conocer a Olivia. Estuvo con ella, le regaló el gorro que llevaba puesto y le dijo que al día siguiente iba a ir a la discoteca con un amigo británico muy rico que quería hacer una fiesta. Fue verdad. Vino y pagó 70 botellas de Dom Pérignon para invitar a todo el club.
– ¿Es peligrosa la noche marbellí?
– En comparación con lo que pasa en Francia, Inglaterra, Alemania... Marbella es una ciudad tranquila. Hay un problema, lo hablaba esta mañana con un notario de la ciudad al que le han robado dos veces el reloj. A mí también me han robado dos veces. Bueno... pues no hay que llevar reloj de valor. Hay un montón de gente del Este que roba, pero maltrato de la gente hay muy poco.
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