Así se crea una mentira convincente en ocho pasos (y por qué no debes tocarte la cabeza al soltarla)
Thomas Erikson, uno de los mayores expertos mundiales en patrones de conducta y autor de varios best-sellers, nos lo explica «para que las reconozcamos cuando alguien nos cuente una»
Nadie es tan caradura como para afirmar que nunca miente –todos lo hacemos y, de hecho, se estima que cuando conocemos a alguien soltamos tres ... en los cinco primeros minutos–, ni tampoco tan inocente como para creer que nuestros semejantes no nos cuentan trolas a diestro y siniestro. Es decir, vivimos rodeados de mentiras, sí. Y eso suena fatal, pero es una verdad que no admite discusión. ¿Cuál es el motivo de que digamos tantas? «Es un mal hábito que tenemos muy arraigado. Está en nuestra biología engañar... Mentimos, aunque no sea necesario, porque intentamos escaparnos de situaciones desagradables.», señala a este diario el sueco Thomas Erikson, experto en interpretación de patrones de comportamiento y 'coach' de ejecutivos de empresas como Ikea, Coca-Cola o Microsoft.
Y, puesto que tenemos que vivir con engaños y entre engaños, Erikson nos cuenta, para empezar, dos 'predictores' que nos deben hacer levantar las orejas. «Cuando algo es demasiado bonito para ser cierto, es que es mentira», sentencia. Esto nos hace ir ya en guardia por la vida, pero es útil. Con esa base, vamos a la segunda señal de que hay una mentira por ahí: «Una buena forma de detectar las mentiras son los cambios en los patrones de comportamiento de las personas. En este sentido, puede tratarse de un cambio de comportamiento, de lenguaje corporal, o imaginemos una persona que tiene muy buena memoria y de pronto te dice que no se acuerda de lo que ha hecho la noche anterior. O al revés, que es una persona muy olvidadiza y de pronto te cuenta algo con todo lujo de detalles».
Erikson –autor de 'best-sellers' que acaba de publicar 'Rodeados de mentirosos' (ed. Planeta)– nos explica también cómo se elabora una mentira creíble en ocho pasos.No se trata de hacer apología del engaño (aunque, si vas a ponerte a ello, mejor hazlo bien), sino de saber reconocerlos la próxima vez que alguien nos la quiera dar con queso...
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1
Ten claro el objetivo
Nunca debes perder de vista el motivo. «Si sabes por qué lo haces, va a serte más fácil mantener la coherencia», apunta Erikson.
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2
Mete algo de verdad
La trola que quieres colar debe partir de algo cierto. «Si alguien reconoce que algo de lo que le estás contando es verdad, tendera a pensar que eres creíble», desliza el experto.
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3
Detalles..., pero sin pasarte
«Suele decirse, equivocadamente, que las mentiras más efectivas están plagadas de detalles», advierte Erikson. Esto solo es una buena idea si habitualmente lo haces: recordemos que cambiar patrones es lo que hace que recelen de nosotros.
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4
Sé consistente
Esto se refiere tanto a los detalles como a la manera de contar la mentira. Tienes que ser capaz de decirla muchas veces sin contradecirte.
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5
Anticípate a las preguntas
Cuando más grande sea tu mentira, más posibilidades hay de que se ponga en duda... y has de estar preparado. «Preparar algunas respuestas bien pensadas garantizará que no te pillen por sorpresa», apunta.
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6
Ojo al lenguaje corporal
Mantener el contacto visual (no más de cinco o seis segundos, porque resultaría inquietante) y la voz firme es clave.
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7
Refuerza la mentira
Para que la mentira arraigue, de cuando en cuando refiérete a ella para reforzarla.
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8
Ten un plan de escape
Debemos planificar muy bien qué hacer si algún día nos vemos acorralados. El ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels aseguraba que una buena estrategia para lidiar con tus enemigos es acusarlos de aquello de lo que tú eres culpable. «Cuanto más agites el avispero, más les costará a los demás saber lo que es verdad y lo que es mentira», indica el experto.
Si te tocas la cabeza por detrás..., ¡mientes!
Sobre el lenguaje corporal que delata a un mentiroso se ha escrito mucho. Y a veces sin fundamento: por ejemplo, la dirección hacia la que miran los ojos no sirve como indicador, es más cultural que otra cosa. «Lo que sí puede ser una buena forma de detectar una mentira es el tocarse la cabeza por detrás», desvela Thomas Erikson. Esto, según explica, se produce porque, cuando uno cuenta una trola, la sangre tiende a bajar de la cabeza al cuerpo: teniendo en cuenta que es un engaño, puede ser que la situación se complique y que el cuerpo tenga que reaccionar. Entonces, en esa bajada de la sangre, «la cara o la cabeza pueden picarte», indica Erikson, aunque lo mismo ahí nos está metiendo una buena bola. Ahondemos con él en las consecuencias de los engaños.
– ¿Mentir nos hace menos felices?
– A largo plazo sí, nos hace menos felices: aumenta nuestro nivel de estrés... a menos que seas un psicópata, un narcisista de libro o una persona maquiavélica. Cuando uno cuenta una mentira, lo siente en la cabeza, en el estómago... Mientras que, cuando nos atrevemos a decir la verdad, aunque sea delicada, y vemos que las reacciones no son tan negativas, eso aumenta nuestra sensación de poder y de confianza. Esa confianza, a finde cuentas, va a tener efectos en nuestro bienestar.
– ¿Un consejo para movernos en este mundo lleno de mentirosos.
– Rodearse de personas en las que puedas confiar, auténticas. Eso revertirá en ti, en más autenticidad.
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