Te propongo un plan: un viaje de kilómetro 0 consistente en la ocupación de lo vaciado, una vuelta a nuestras vueltas, una revisión de lo ... cercano, una caricia al paisaje de lo cotidiano. ¡Cógete de la mano y vamos!
Nos espera Shanghái en Cartagena, La Algameca Chica, donde saborearemos un asiático, en La Tasca Vasca mezclando acentos y sabores marineros de gente que tiene la frente arrugada pero no el alma.
Descubriremos la Palestina de Abanilla, con el olivar más grande de la Región, allí junto al río Chícamo, mientras tomamos una magdalena de Dulces Santa Cruz, nos sorprenderá el fartet. Un extraño pez que hace del lugar una fantasía distópica mezclando la aridez y la vida en este Gólgota.
Pasearemos por la Arizona de Águilas, con Cabo de Cope y la Cuesta de Gos como escenario nos embaucarán los colores terrosos, comeremos con las manos en El Pocico sardinas recién pescadas con o sin licencia (porque en este wéstern minimalista las reglas las impone el Parlamento de la necesidad).
En Murcia, café en El Roses mirando a la carretera a ser posible con una milhoja en mano (que desde luego vale más que ciento volando). Nos subiremos en nuestro particular transiberiano, el tranvía, hasta que nos caiga la tarde en el Merendero La Olivera platicando mientras saboreamos un poco de 'chiquillo' adivinando si lleva o no canela.
De ti 'pa' mí: a la hora de pernoctar, resérvame una era en la estepa morada del Sabinar, Benízar o Cañada de la Cruz, acunados por un viento preñado de espliego dormiremos al raso, en la austeridad extrema que permite apreciar la belleza de lo salvaje.
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