El beso y el camino

Su gol fue muchos: uno por cada niña que no pudo dedicarse a este deporte. Las jugadoras de la selección han tumbado por el camino a rivales más grandes que los equipos que han tenido enfrente. No sin sufrir bajas. No olvidemos que 12 de las 15 internacionales que en septiembre advirtieron a la Federación de que no podían seguir porque los métodos del equipo técnico amenazaban su salud física y mental han visto el título por la tele. Sobre aquel episodio, del que no se conocieron más detalles, queda la sospecha de que una revuelta tan amplia no se produce sin motivos de peso. Hubo otras tres jugadoras que no firmaron la renuncia pero apoyaron su contenido, Jenni Hermoso entre ellas, 18 en total. La Federación respondió entonces recordando que podía inhabilitarlas y exigiendo una disculpa. Solo tres volvieron a jugar.

Nada de eso evitó que el presidente de la Federación, Luis Rubiales, celebrara el título permitiéndose besar a las deportistas en el cuello, y hasta en la boca en el caso de la propia Hermoso. «Un gesto de amigos», dijo él antes de pedir las disculpas más soberbias que se recuerdan. También Hermoso le quitó hierro al asunto, pero en un comunicado de la Federación -ay-. La respuesta la tuvimos antes, cuando la vimos preguntarse en el vestuario: ¿Y yo qué hago? No hace falta decir mucho para entender su situación ante el beso del máximo representante del organismo que la convocó para jugar.

El camino abierto por el gol de Carmona, el que su padre ya no podrá recorrer con ella, será todavía muy largo. Pero confío en que una mayoría deseamos acompañar a estas mujeres para avanzar bajo esa vieja idea de Di Stéfano: nadie es mejor que todos juntos.