Ver 16 fotos
Ezra Collective crea un inmenso templo de la alegría en La Mar de Músicas
El conjunto londinense deslumbra con su excelencia en una jornada que también dejó grandes conciertos de Seun Kuti & Egypt 80 y Calequi y Las Panteras
Supongo que la libertad es eso y suena así, se mueve así, respira así, desafía así, camina así, se detiene así, se lanza al vacío ... así, se agarra a las ventanas así, escala y sonríe así, se combina así, se entiende así, se evapora así, se destruye y reconstruye así, rima así, se disfruta así, se caza así, se vive así. Y así debe ser. Supongo, porque las certezas las dejamos para aquellos a los que las manos no les queman cuando agarran la bandera de la convicción severa y entonan el himno de lo definitivo, que la libertad es eso: hacer música con amigos, convertir el escenario en un patio de juegos, al público en compañía indispensable, al contexto en motivo y a cada canción en una razón de ser, estar y latir. Supongo, aunque los ojos dictan una sentencia lo suficientemente fuerte como para plantearme colocar mis fichas en la casilla de la seguridad tatuada en carne, que la libertad suena a Ezra Collective, la banda que entregó el concierto más memorable de cuantos llevamos en esta trigésima edición de La Mar de Músicas.
Valoraciones
-
Calequi y Las Panteras, Plaza del Ayuntamiento Notable
-
La Tania, Bueno
-
Seun Kuti & Egypt 80, Patio del antiguo CIM Sobresaliente
-
Ezra Collective, Auditorio Paco Martín del Parque Torres Excelente
-
Hypnosis Therapy, Castillo Árabe Decepcionante
Liderados por el enorme batería Femi Koleoso, el conjunto británico firmó en el Auditorio Paco Martín un directo impresionante y cautivador donde el virtuosismo fue vehículo y nunca (única) meta, la complicidad un arma de poder indestructible y la alegría un ente contagioso y travieso, incontenible. El dictado de las etiquetas obliga a situarlos en el marco de la nueva ola del jazz, género donde se han aupado como uno de los grupos más respetados, populares y admirados del momento, pero sería profundamente injusto, y bastante perezoso, anclarlos exclusivamente en ese puerto. Lo de Ezra Collective va más allá. Mucho más allá. Del soul al calipso, pasando por el afrobeat, luego volveremos a él, el pop, el rock, el grime, el afrocubano, el neo soul o el hip-hop. Versátiles, implicados, deseosos de que nadie estuviese más de un tema sentado en su asiento correspondiente, los talentosísimos miembros de la formación londinense no se dedicaron solamente a interpretar de manera fascinante y precisa más de noventa minutos de música sin apenas descanso, con 'Juan Pablo' y 'God gave me feet for dancing' coronando una cima que en realidad fue paisaje de excelencia permanente, sino que se preocuparon de que nos sintiésemos parte encendida del espectáculo. Como si el bajo de TJ Koleoso, las teclas de Joe Armon-Jones, la batería del citado Koleoso y los vientos de Ife Ogunjobi y James Mollison se sintiesen incompletos sin nuestro arrojo. Como si la construcción de torres musicales de las dimensiones de 'Victory dance' o 'Ajala' fuera cosa de todos. Como si el instante en el que se lanzaron a tocar entre el público, inolvidable, fuese una necesidad vital. Como si la elegancia embriagadora de 'São Paulo' dependiese del tacto conjunto. Como si la danza provocada por 'May the funk be with you' necesitara de nuestros músculos, todos, para dar con la tecla de su existencia. Supongo que la libertad es un concierto de Ezra Collective. Incluso me atrevo a añadir que la felicidad, o algo que no desentone demasiado en su espejo, también. Quedan siete días de festival, pero el reto ya está marcado: superar un concierto de semejante nivel.
Seun Kuti & Egypt 80: fondo y forma
Las raíces africanas que se desmelenan y crecen hasta convertirse en radiantes árboles de hojas perennes y venas de preciosa madera fueron compartidas con Seun Kuti y Egypt 80, maestros de la materia que llegaron a Cartagena con ganas de cantar, contar, gritar, defender y bailar. Todo a la vez en todas partes. Pero sin confusiones ni caos, que la batuta del legendario y añorado Fela Kuti ha caído en las manos correctas, las de su carismático hijo, quien, desde el primer momento, devoró cada milímetro del escenario con una energía aplastante. Importa la forma tanto como el mensaje. El reclamo de justicia y derechos debe sonar con la misma fiereza que el excelso conjunto de instrumentos y voces que lo respaldan. Hay que equilibrar el peso de la concienciación y la denuncia con el ritmo libre y desestructurado que se desprende de cada pieza. Composiciones que no entienden de ataduras, que optan por el recoveco rítmico, el empuje constante, el calor de la noche. Afrobeat, os dije que volveríamos, en su estado más puro, cristalino y vibrante. Enredos armónicos de los que Kuti y los suyos salen siempre ilesos, mejores de lo que entraron, más sabios y bellos, más salvajes y rutilantes. Un magnífico concierto que provocó que naciese una nueva rosa de amor y revolución en el jardín de La Mar.
El amor según 'La Tania'
En la portada de su recomendable debut ('Amoríos. La verdad de mi coplilla'), Tania García 'La Tania' observa con mirada despreocupada, pero penetrante, a quien decida observar desde el otro lado. Viste sin grandes ropajes, apuesta por el blanco y negro, no reta con lujos despampanantes ni transmite la sensación de mirar por encima del hombro de la expectativa. Abre la puerta y te invita a entrar para, una vez sentado plácidamente en el sofá de su memoria, exponerte su proceso creativo y vincularlo con un sentido viaje a través de un corazón con forma de signo de interrogación que encontró la respuesta cuando optó por convertir el dolor en copla. Y no puedes más que dejarte llevar y acariciar las brisas que lanzan composiciones como 'Quereles'. Un ejercicio idéntico al que tuvimos que realizar en el patio del antiguo CIM, lugar donde la voz de la artista alicantina retumbó cuando tocaba divertirse en el reproche ('Awita', 'Un beso para mi compare') y sedujo cuando llegaba la hora de calmar, pausar, respirar y suturar. Puestos a elegir, el hechizo encandila con más contundencia cuando opta por el segundo de los caminos en canciones como las mayúsculas 'El emigrante' y 'Los almendros', puntos destacados de un primer paso por el festival que, aunque evidenció algunos nervios, inevitables y comprensibles, dejó un estupendo sabor de boca.
El arrase de las panteras
Previamente, en la primera cita del sábado, Calequi y Las Panteras, trío compuesto por Javier Calequi, Lauri Revuelta y Luisa Corral, nos invitó a un lustroso viaje por América a través de sus distintas sonoridades en uno de esos conciertos que engrandecen un espacio ya de por sí tan especial como la plaza del Ayuntamiento. Acompañados por una espléndida sección de vientos y armados con un repertorio cien por cien efectivo a la hora de disparar el disfrute general, tanto por temas propios ('Ke lo ke', 'San Juan y Medellín') como por su incursión en lo ajeno con una versión de 'Te estoy amando locamente' donde el recuerdo de Las Grecas se mimetizó con los espíritus de Morricone y Prince, Calequi y Las Panteras fueron creciendo canción a canción hasta terminar arrasando con cumbias irresistibles ('El demonio de labios rojos'), el funk rabioso de 'Hora de sacar la basura' y la encantadora despedida con 'Adiós Elisa'. Era su primera vez en el festival, pero hablamos de una banda que parece haber nacido para tocar, y brillar, en La Mar de Músicas.
Una sensacional apertura para una jornada que, bien entrada la madrugada, se cerró con los coreanos Hypnosis Therapy, estridente dúo de rap y electrónica cuya propuesta resultó perfecta en su exceso para quienes entienden la madrugada como un sinónimo de resistencia activa. Lástima que para el resto fuese algo (mucho) menos estimulante, sobre todo después de haber formado parte pocos minutos antes del templo de la alegría que Ezra Collective prometió (y consiguió) edificar en Cartagena.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión