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Amal Conesa, en el Campus de la Merced. GUILLERMO CARRIÓN / AGM

Amal Conesa: «La Universidad es un gran molino con aspas que no nos dejan avanzar»

El filólogo es el actual presidente del Consejo de Estudiantes de la UMU

Miércoles, 21 de julio 2021

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Ese pelo alborotado adorna una cabecica equilibrada. Faltaría más. Amal Conesa, 22 años, presidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Murcia, es el presente de una generación de graduados murcianos en un mundo que no se sostiene. Acaba de terminar Filología Hispánica en la UMU y no tiene, de momento, grandes planes. Salvo participar esta semana en la Asamblea General de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (CREUP) en Salamanca.

«No está la inserción laboral juvenil como para pensar en tener hijos»

–¿Qué libros leía de pequeño?

–'Las mil y una noches', por ejemplo, y otras cosas que no eran para mi edad en ese momento. No soy de los que se leyeron la Odisea con ocho años, pero sí 'Los juegos del hambre', que tiene cierta dureza.

–¿Qué ha sido lo más complicado del primer año de la pandemia?

–El momento enero fue duro para todos, pero especialmente para mí, una negociación bizantina, de mucha presión mediática, que venía por todas partes. De los estudiantes, de los órganos de gobierno, la presión de la cantidad de contagios que había... lo más duro como estudiantes ha sido que se ha roto la vida universitaria, que no existe ya. Todos hemos hecho nuestros grupos burbuja, pero no hay vida de campus. Hay reticencias a ver a gente, sobre todo cuando no estaban vacunados nuestros padres y abuelos.

–Si mira atrás, ¿qué piensa?

–Siento como si hubiéramos parado en 2020 y como que todavía no ha vuelto la normalidad, como si estuviéramos en una pausa extraña que no cuenta. El mundo no nos espera, sigue imparable a lo suyo, y ya vamos a 2022.

–¿Y el futuro?

–Vamos a empezar el próximo curso en principio, a un metro de distancia, poco más de lo que hay normalmente, y tengo la esperanza de que lleguemos casi todos vacunados a octubre, y se pueda mejorar, y ver la incertidumbre de variantes aleatorias.

–¿Qué es distinto?

–Ahora haces planes con grupos reducidos de gente, y poquita cosa más. Nos queda la alevosía, pero la nocturnidad ha muerto. Todos los planes son sentarte a verte la cara cuatro horas.

–¿Qué se ha propuesto?

–Desde que defendí el TFG el 21 de junio estoy muy a tope con poesía. Me leí Peri-Rossi, tengo muy avanzada a Pizarnik, y me he terminado Vilariño. Sobre todo poesía hispanoamericana, y estoy leyendo 'El arco y la vida', gran ensayo marco de análisis de Octavio Paz. Quiero leer también 'Libertad bajo palabra', de Paz, y tengo un par de libros pendientes de Javier Marías. En la asignatura de poesía hispanoamericana nos entraba Pizarnik, pero se han quedado cosas en el tintero. Yo hice el TFG sobre la poesía de Ida Vitale, y en parte estas lecturas tienen relación.

–¿Su idea es ser profesor?

–Ser profesor de Universidad. Voy a hacer el máster de profesorado, que es requisito imprescindible, y después entraré a doctorado. Mi idea es especializarme en poesía hispanoamericana.

–Quiere ser un Vicente Cervera...

–Sí, porque en lo académico es un profesor completamente apasionante. Me gustaba mucho que no veíamos la poesía como gran concepto magnánimo, sino que veíamos la poesía desde los propios poemas. Bajar el balón a tierra y jugarlo en el propio poema. Hay una frase de Antílopez, que dice: ser del arte un funcionario.

–¿A qué colegio fue?

–Al Narciso Yepes de Murcia, y luego hice el Bachillerato Internacional en el Alfonso X. Allí tenía que hacer un trabajo final de 4.000 palabras, y lo hice sobre Benedetti y la configuración del tiempo en la novela 'La fuga'.

–¿Cómo se vive la multiculturalidad desde la Universidad? Quizás lo más interesante es esa mezcla.

–Creo que no hay estudios sobre multiculturalidad en los estudiantes. El profesorado es un grupo muy homogéneo, y multiculturalidad entre estudiantes hay más, y somos un reflejo de lo que es la sociedad murciana. Si los engranajes de ascenso social, que es lo que es la universidad, funcionan bien, hay una incursión de multiculturalismo muy amplia dentro de la universidad. Pero hay que ver hasta dónde llega. Puede quedarse en grado, ampliarse hasta máster, llegar a doctorado... pero no sabemos cómo de larga es la vida académica y si hay techo.

–Y en su caso...

–Yo he vivido el multiculturalismo con mucha normalidad, desde el colegio. Nunca ha sido especialmente traumático y no recuerdo ningún incidente particular. Sí recuerdo mucha obsesión con mi pelo. Intentaban tocármelo o me daban tirones para ver si era peluca o no. Este peinado que llevo empecé a llevarlo desde 2º de la ESO, y estoy contento. No siento calor, solo me agobia cuando está mojado.

–Su padre, Juan Antonio Conesa, redomado ecologista y luchador vecinal. ¿cómo le ha influido?

–Tanto como mi madre, Maryam. Ella es árabe, aunque yo no hablo árabe. Siendo filólogo, nunca aprendí. Hago un uso funcional como herramienta pura y dura, de pura supervivencia.

Buscar una alteridad

–Salamanca puede cambiar su vida... ¿Cree en la serendipia?

–¡Lo que la vida no te da, Salamanca no te lo presta! Aunque voy a trabajar allí, ¡eh!, porque tenemos 657 páginas de documentación que analizar y aprobar, sobre gobernanza universitaria.

–Los jóvenes, en el ojo del huracán, ¿tienen la culpa de todo?

–Hay una estrategia humana lógica que es buscar una alteridad a la cual culpar de los males, y lo solemos hacer con casi cualquier conflicto. Hemos tenido el pecado de ser los únicos no vacunados, pero al final cuando estamos muy orgullosos de que en la Universidad no haya habido contagios es fruto, no solo de la gestión, sino de la responsabilidad individual de los estudiantes. Hay muchas imágenes distintas de cómo lo hemos vivido.

–¿Qué es más?

–Muy responsable.

–¿Hay un abismo entre generaciones? ¿Qué nos separa?

–Esto no lo digo por el rector, que tiene la obligación de negociar con nosotros y de tener un buen trato, pero sí notas un gran paternalismo en los órganos de negociación. En enero, José Miguel Rojo, anterior presidente del Consejo de Estudiantes, y yo publicamos un artículo en LA VERDAD en el que decíamos que parecía que la polarización entre grupos había llegado a la universidad, y en parte es por esa brecha. Al construir esa alteridad, a veces da la sensación de que cuanto peor para los estudiantes más apoyos tienes dentro del PDI. Hay gente que considera que nosotros no tendríamos que tener ni voz ni voto en las negociaciones, hay gente que piensa que tenemos muchísima voz y voto, que es algo que tendríamos que estudiar, y hay gente que nos escucha desde la humildad y desde la certeza de que tenemos la misma capacidad que alguien que tenga 30 años más que nosotros. El paternalismo en las negociaciones es algo que molesta, sí.

–Un ejemplo.

–Por ejemplo, en la negociación sobre el calendario académico del curso que viene, nosotros defendíamos que los días 7 y 8 de enero no debía haber exámenes, por ir más desahogados y disfrutar las fiestas, y una persona del órgano de gobierno de la Universidad nos dijo que nosotros queríamos los días 7 y 8 de enero para jugar más tiempo con los juguetes de Reyes. Eso, en el fondo, esconde esa brecha generacional y unos tintes que demuestran que hay gente que no quiere que nosotros propongamos.

–Hay algo más de rebeldía en usted, más allá de esa cabellera...

–¡Me muerdo mucho las uñas! La lealtad institucional hace que yo sea prácticamente un parlamentario, y quizás seamos los más reivindicativos que hay en los órganos de gobierno, pero no creo que haya en nosotros un espíritu como el de los del Mayo del 68.

–¿Hay motivos para una revolución en la Universidad de Murcia?

–Yo creo que sí, tenemos uno de los másteres habilitantes más caros de España sin ser una de las regiones con más poder adquisitivo. Otro motivo es la falta de becas. Hay formas de llevarlo a cabo, pero la universidad es como un trasatlántico y virar el rumbo es complicado y lleva tiempo. Hay cosas que ni yo veré culminadas.

–¿Qué hay en su mesilla de noche?

–Me gusta mucho el Quijote, sobre todo su estructura, sus personajes. Es una imagen a la que vuelvo. Hay una frase que me gusta: «Por qué esta empresa, amigo Nacho...». ¡Perdón, perdón! «Por qué esta empresa, amigo Sancho, estaba para mí guardada». Yo también me siento a veces personaje quijotesco, porque sufro cuando mi idealismo choca con la realidad. La Universidad es un gran molino, por eso mismo, porque crees que podrás cambiar y te encuentras con aspas que no te dejan.

–¿Recicla?

–Sí, claro. Y utilizo el transporte público Y como carne, no entro en esos debates. Y me dejaré el tabaco cuando tenga hijos, pero no me veo con familia numerosa, no está la inserción laboral juvenil como para que yo tenga hijos ahora...

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