Mario Pérez Cervera: «El tabaco me cambió la vida para mal»
«Me encanta la gastronomía, si llegase a millonario comería fuera todos los días», afirma el regidor más votado de la Región
Con 34 años, Mario Pérez Cervera (Los Alcázares, 1989) acaba de ser reelegido alcalde de su municipio, el regidor con más respaldo en la Región ... pese a una legislatura complicada: cuatro terribles inundaciones, la primera dos meses después de llegar al poder, «la más dura», y una pandemia. Un apoyo masivo que Mario valora como «maravilloso, porque esta vez los vecinos ya sabían a quién votaban». Daría su vida por su familia y sus amigos de siempre, y «mil veces todo lo que tengo porque no vuelva a haber otras inundaciones en Los Alcázares; no quiero volver a ver el dolor que vi en las familias de mi pueblo, que lo perdieron todo», dice este socialista al que todo el PSOE quiere emular.
Empeñado en combatir las injusticias, se acercó al activismo y a la política, se afilió a IU, estudió Ciencias Políticas y Gestión Pública en la UMU y se integró en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) –«ver que la gente se quedaba en la calle en la crisis del ladrillo me marcó, era una injusticia», recuerda–, después se sumó a las Juventudes Socialistas y dio un paso adelante en la primera candidatura del PSOE que perdió elecciones en su pueblo, en 2011.
Hijo de comerciantes tradicionales, tiene una hermana mayor y un gemelo, Ramón, que siempre le ha dado mucho juego. «Nos confunden mucho en la calle», reconoce, hasta el punto de que la pregonera de la pasada Semana Internacional de la Huerta, la actriz Pepa Aniorte, no paraba de dirigirse a Ramón, en primera fila, como si fuese Mario, entre las risas de los presentes.
–¿Ocurre mucho?
–Muy a menudo. Lo paran por la calle y le dicen que les arregle esto o lo otro. Y, muchas veces, no se preocupa de decir que no soy yo. Hemos aprendido desde pequeños a seguir un poco el rollo y hay gente que, si se lo decimos, piensa que le estamos tomando el pelo... Así que, luego me llama y me dice esta vecina me ha dicho que le tienes que hacer esto. Pero pasa hasta con personas con las que trabajo a diario, ahora nos parecemos más que nunca.
–Y, de niños, ¿hacíais travesuras?
–Sí, claro, nos hemos cambiado de colegio muchas veces, he jugado al fútbol con su ficha...
«Me encanta reír y comer bien»
–¿Qué guarda como oro en paño?
–Las noticias sobre mis primeros años, por si alguna vez pudiera mostrarle a alguien, dentro de 20 o 30 años, todo lo que hice. Guardo muchas cosas que reflejan momentos importantes: la cartulina de mis primeras elecciones, de mi primera Semana de la Huerta como alcalde, fotos también; un cartel de cada campaña, que enmarco; mi primera acta de concejal... Tengo cajas llenas. Y guardo como oro en paño un reloj de mi abuelo, que nunca me pongo porque es muy antiguo.
–¿En qué no cree?
–En la propiedad inmobiliaria. Creo en el alquiler y he vivido en varias zonas de la localidad; me gusta porque me permite conocer problemáticas diferentes como un vecino más. No me incomodan las mudanzas. Lo que no haré es irme de aquí; no me gustaría.
–¿Qué piensa al levantarse?
–En venir a trabajar. Me encanta mi trabajo. Me levanto y digo qué tengo hoy y qué me voy a buscar. Y la verdad es que soy muy feliz. Me voy de vacaciones y estoy pensando en copiarme lo que veo. A los concejales, les fundo el móvil.
–¿En qué confía?
–En mucha gente. No soy desconfiado. Eso me ha llevado a darme bastantes golpes y no aprendo.
–¿Qué suele hacer?
–Perdonar muy rápido, porque se me olvida, ya no me duele. Y como no me duele, perdono. Me gusta ser así y me ha ido bien.
–¿Qué es una certeza?
–Que todo el mundo se mueve por algún interés personal, pero a veces ese interés es tan general que puede beneficiar a todos. Hay que intentar siempre sacarles su apoyo, que para conseguir lo suyo necesiten lo de los demás. Eso, al final, me lleva a lograr cosas muy difíciles que hoy son una realidad.
–¿Qué le gustaría conseguir?
–Dos cosas principalmente. Dentro de 50 años, ir con mi bastón diciendo que yo pude solucionar el problema de las inundaciones de Los Alcázares. Y cambiar la percepción del Mar Menor: no es una piscina, tiene un valor ecológico importante. No quiero bañarme cómodamente, sino rodeado de especies como la medusa, el caballito de mar, la nacra... Que esa sea la motivación que lleva a la gente al Mar Menor. Que entiendan que es un ecosistema único.
«En política falta comprender al que piensa diferente»
–¿Qué agradece?
–Siempre, que te reconozcan el trabajo. Y, sobre todo, la lealtad. En política, la lealtad es difícil.
–De pequeño, ¿quería ser alcalde?
–Sí, sí. De hecho, tengo grabado el día que, cuando se inauguró el actual Ayuntamiento, lo visitamos con el colegio. El alcalde [entonces, Juan Escudero] preguntó si a alguien le gustaría ser alcalde y yo no levanté la mano porque me daba miedo, por si pensaba 'viene a quitarme el puesto' [ríe]. Desde pequeño. Mi gente lo sabe y lo he conseguido. Antes era el hijo del zapatero, el nieto de Ginés, Mario el portero de fútbol... Ahora, la gente me ha votado como alcalde y me ha dado satisfacción ver que con mejores resultados.
–¿Qué es imprescindible?
–Mi momento solitario, con mi música 'indie' (Viva Suecia, Arde Bogotá, Love of Lesbian,...) a máximo volumen. Es un momento de intimidad que me encanta; un momento de reflexión.
–¿Qué lleva siempre encima?
–Ahora mismo, tabaco. Fumo mucho. Soy capaz de ir a las cuatro de la mañana a comprar. Y el móvil cargado. Soy adicto al teléfono y suelo contestar a la hora que sea. Con el móvil apagado, lo paso mal. Me da ansiedad.
–¿Tiene los amigos de siempre?
–Sí. Los veo menos. Pero los conservo. Una de las cosas que me ha hecho la política es dejar un poco a la familia y a los amigos. Y alguna vez me lo han reprochado.
–¿Esperaba este apoyo masivo?
–No me lo imaginaba, soy bastante autocrítico. Y fue algo maravilloso. En la calle, sí escuchaba decir que los resultados iban a ser inmejorables. Pero pensaba: 'a lo mejor me he equivocado en esto', 'no llegué a solucionar aquello'... Creo que es porque entiendo que si el vecino tiene problemas, yo tengo que tener armas para darles solución. Cueste lo que cueste y sea el problema como sea. Ningún problema es una chorrada. No me molesta que la gente me pare, me dé quejas, me llame.
–¿Le suele pasar?
–Sí, mucho. Soy muy hablador y, si no me paras tú, ya te pararé yo.
«El tiempo pasa muy rápido. Eres un niño, un día le diste al 'play' y se ha ido zumbando»
–¿El secreto de su éxito?
–Entiendo que un poco esto... La cercanía y siempre tener en mente que los vecinos son mis jefes.
–¿En qué se pasa?
–En dar explicaciones, tantas que a veces genero fuegos donde no los hay. Pero me hace sentirme bien; me quedo tranquilo.
–¿Qué le falta hoy a la política?
–Falta comprender al que piensa diferente, por eso la gente se aleja de la política, por el enfrentamiento continuo. También faltan cercanía y sensibilidad.
–Y, en su caso, ¿se le acerca igual la gente que le vota y la que no?
–Sí. Lo que veo últimamente es que los que no me han votado lo hacen más con rabia y me jode porque son personas con las que nunca he conversado. Me duele esa rabia porque nunca he utilizado el Ayuntamiento contra nadie ni en mi interés y nunca lo voy a hacer, ni se lo voy a permitir a nadie siendo yo alcalde.
«Pagaría por saber el futuro que me espera»
–¿Por qué apoyó la ILP?
–Porque era algo diferente. Hasta el momento, siempre se hablaba de medidas concretas; me proponían una cosa y, en la siguiente reunión, lo contrario. La ILP era una solución a largo plazo y se apoyaba en que el Mar Menor es un préstamo de nuestros hijos. Entendí que quería mover conciencias y defender que la naturaleza tiene sus propios derechos. Y decidí apoyarlo, y mis compañeros de equipo de gobierno. Después me di cuenta, en la ONU con Teresa Vicente, de que era un movimiento mundial y lleva décadas. Era como... 'Soy el primero del mundo que está defendiendo esto'. Alucinante. Hemos innovado, pero, en 10 años, va a ser generalizado.
–¿A quién admira?
–Como político, a Pepe Mujica, porque la política no lo cambió y sigue siendo igual de honesto. Después, mucho a mi padre [Ramón] porque, siendo albañil y haciendo el mercado, nos ha podido dar todo lo que hemos querido y más. No sé si yo seré capaz de darle a mis hijos lo mismo.
–¿Qué teme?
–Hacerlo muy mal, ser una persona odiada, el rechazo.
–¿Cómo se relaja?
–Con los vídeos de humor. Me encanta verlos, reírme solo y pasárselos a mi hermano, porque sé que se va a reír también.
En tragos cortos
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Un sitio para tomar una cerveza: El casco histórico de Los Alcázares.
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Una canción: Cualquiera de Love of Lesbian.
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Un libro para el verano: De Ken Follett.
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¿Qué consejo daría?: Perdona siempre.
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¿Cuál es su copa preferida?: Larios 12 con Sprite.
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¿Le gustaría ser invisible?: Me gustaría.
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Un héroe o heroína de ficción: Gladiator.
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Un epitafio: Recuérdame con una sonrisa.
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¿Qué le gustaría ser de mayor?: Gestor de un hotel o asesor político.
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¿Tiene enemigos?: Sí, incomprensiblemente.
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¿Qué es lo que más detesta?: Que me toquen para dirigirme la palabra. Y el calor.
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Un baño ideal: En el Mar Menor, en Los Narejos.
–¿Qué es lo mejor?
–Tener la familia que tengo, no la cambiaría por nada en el mundo. Y haberme encontrado con gente como María José Benzal, mi primera teniente de alcalde; he aprendido de ella que hay que luchar siempre por lo que uno cree y que se puede conseguir.
–¿Y lo peor?
–Me duele mucho que la gente se vaya. No soy consciente del paso del tiempo. Mi última abuela está hospitalizada y me he dado cuenta hoy de que ya tiene 82 años. En mi mente tenía 63. Pero 63 tienen mis padres. El tiempo pasa muy rápido. Parece que eres un niño y un día le diste a 'play' y se ha ido zumbando. La gente que quieres se va. Eso me tiene acojonado.
–¿Para qué está preparado?
–Para lo peor, para no hundirte y ser fuerte en situaciones adversas.
–¿Es de risa o de lágrima fácil?
–De reír, mucho. Me encanta reírme y hacer reír contando tonterías.
–¿Qué no tiene arreglo?
–El pasado.
–¿Qué es increíble?
–Que todavía no sepamos qué hay en el fondo del mar y hayamos ido a otro planeta. Es increíble que no seamos capaces de tener una solución contra el cáncer y hayamos llegado a la Luna.
–¿Qué haría si fuese millonario?
–Comer siempre fuera. Me encanta la gastronomía. Si viajas a otros países y no la pruebas, te dejas una parte del país sin conocer. Lo gastaría en comida con gente. Reír y comer bien... Me encanta.
–¿Qué aprendió?
–La necesidad del esfuerzo. La constancia. Y el compañerismo. Los colegios enseñan mucho el 'tienes que ser el mejor' y se consigue más con compañerismo, en equipo.
–¿Qué le gustaría saber?
–El futuro que me espera, sin duda. Pagaría. No me aguanto.
–¿Cuándo conservó la calma contra todo pronóstico?
–En las inundaciones. El día D.
–¿Duerme bien?
–Sí, me encanta dormir. A veces sueño con cosas del Ayuntamiento y me gusta.
–¿Qué penalizaría?
–Penalizaría gravemente a los que no son cívicos. Si los que más tienen, deben ayudar más; los que son incívicos deberían pagar tanto como un rico, porque cuestan más dinero y ponen en peligro la convivencia.
–¿Y bonificaría?
–El compromiso con el medio ambiente. Mucho.
–¿Alguna rara habilidad?
–Memorizar.
–¿Y un propósito?
–Dejar de fumar. El tabaco me ha cambiado la vida para mal.
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