Leonor Rodríguez Pando y Valle García Morán: «Para nosotras, lo más importante de la industria de la moda es todo lo que hacemos con las manos»
Estío a al murciana ·
«Nuestras prendas intentan favorecer a la mujer y no esconderla», afirman las dos jóvenes creadoras de piezas exclusivas en su taller de la calle Platería de Murcia, de las que solo confeccionan diez unidades«Detrás de Leonor Pando hay dos personas. La mayoría piensa que solo somos una; nos pasa a menudo», explica, antes de comenzar esta entrevista ... Leo, Leonor Rodríguez Pando (Murcia, 1991), quien da su nombre y su apellido materno a la marca de moda que comparte íntegramente con su compañera de profesión y amiga Valle García Morán (Luanco, Asturias, 1994). En la céntrica calle Platería de Murcia, en el número 38, se encuentra su tienda, su taller y casi, casi, su casa, pues allí nacen las ideas de esas piezas exclusivas, de las que solo confeccionan diez unidades, y las venden a sus clientas, que buscan prendas versátiles y duraderas.
La amistad de las dos diseñadoras nació en Madrid, cuando coincidieron estudiando, aunque en distintos cursos, en el Instituto Europeo de Diseño. «Yo, un curso más adelantada, era la tutora de taller de Valle. Cuando desfilé en Mercedes Benz Fashion Week [en 2014, dentro de la plataforma EGO, que impulsa el talento emergente] Valle estuvo todo el tiempo conmigo», explica Pando sobre el origen de una conexión artística que después se tradujo en un proyecto en común, una marca propia que empezó la murciana y a la que la asturiana se unió tan solo un año después. «En cuanto acabé la carrera, vine de visita y me quedé», resume la norteña.
La pandemia, paradójicamente, fue uno de sus periodos de más trabajo ya que invirtieron el confinamiento en confeccionar, de manera altruista, los demandados y necesarios EPIs [equipos de protección individual]. Cinco años después de ese momento convulso y habiendo resistido con un negocio cara al público, su deseo para el futuro lo tienen claro: disponer de tiempo libre.
–¿Cómo empezaron su camino empresarial?
–Leonor Rodríguez: Todo estaba pensado para uno cuando se unió Valle. Entonces, decidimos montar el taller en Marruecos, en Tánger. Fue un proyecto muy bonito. Contratábamos solamente a mujeres, con horario totalmente flexible. Tenían la posibilidad de entrar y salir del taller cuando quisieran. Solo tenían que cumplir ciertos objetivos y cobraban por media jornada lo que allí cobrarían por la jornada completa. Nosotras íbamos y veníamos y después nos fuimos a vivir allí. Más adelante montamos la tienda actual, ocho meses antes del inicio de la pandemia.
–Cuando abren su actual tienda, ¿cierran su taller en Marruecos?
–L. R.: Estábamos decididas a seguir con el proyecto de allí, pero por cuestiones de aranceles y problemas con las exportaciones, tuvimos que cerrarlo. Tuvimos suerte porque cerramos el taller dos semanas antes de la pandemia, si no, nos arruinamos. Pero ¡cómo lloramos!
«La clienta de Murcia es muy agradecida con el producto de aquí»
–¿De dónde nace su conexión con Marruecos?
–L. R.: De la familia de mi madre. Mi abuelo vivió en el Protectorado Español de Marruecos. Siempre he veraneado allí. Allí descubrí su artesanía, sus hilos, sus botones, sus tejidos... para mí era un paraíso.
–¿Qué les llevó a estudiar moda?
–L. R.: A mí me gustaba muchísimo vestirme, pero no tenía realmente ni idea de en qué consistía este camino profesional. No sé muy bien por qué tomé esa determinación. Y mis padres me dejaron hacerlo. Una vez dentro, me enamoré de la técnica.
–V. G.: Lo mío viene desde niña. Mi abuela era modista. Yo iba a su casa a quitar hilvanes. Siempre he estado muy ligada a la costura y siempre me ha encantado. Cuando tuve que decidir qué iba a estudiar, lo tuve claro. Al llegar al Instituto Europeo de Diseño es verdad que me encontré lo que esperaba. Había mucha gente que entraba y después se daba cuenta de que este camino no era tan fácil.
–Una vez formadas en Madrid, ¿valoraron emprender allí?
–L. R.: Yo me quedé. Hice un máster y empecé a trabajar allí, pero es verdad que nos hemos dejado arrastrar por la ola de la vida. Yo antes era una persona muy idealista y tenía muy claro en qué no quería trabajar. Ahora, igual, otro gallo cantaría, porque la gente cambia y la mentalidad cambia, pero es verdad que empezaron a caerme pedidos y seguí esa ola que hemos surfeado y ahí estamos, en mitad del océano.
–V. G.: Yo no tenía nada claro que quisiese seguir en Madrid. Hay razones, como tener el mar cerca, que inclinan la balanza hacia otras ciudades que no son Madrid. Es una ciudad divertida, pero a la vez es la ciudad sin tiempo, ya que todo el mundo va corriendo, y eso no me gusta. Yo venía de un pueblito y justo en Murcia he encontrado la mezcla entre Madrid y el pueblo. Murcia sigue siendo un pueblo grande, porque nos conocemos todos, pero hay más oferta cultural.
–¿Hay tanto postureo en el mundo de la moda como se piensa desde fuera?
–L. R.: Mucho postureo no, muchísimo. A veces la gente piensa que en el mundo de la moda no hay esfuerzo detrás y no es así, para nada. Para nosotras lo más importante es todo aquello que hacemos con las manos. Tenemos una visión de la moda más cercana a lo artesanal. La industria está empezando a cambiar un poco, pero siempre ha mostrado una cara más fría.
–V. G.: Creo que uno de los mayores problemas es que nunca se ha mostrado todo el trabajo que hay detrás de la moda.
Detalles
–¿Cómo definen la marca Leonor Pando?
–L. R.: Es bastante cambiante. Solo salen diez unidades por diseño y todas las semanas hay ropa nueva. Tenemos ropa tanto de ceremonia como casual. Son prendas, más bien atemporales y, sobre todo, que intentan favorecer a la mujer y no esconderla.
–Valle García: Hacemos ropa no excesivamente recargada, con detalles, pero detalles sencillos, y que sirva para todo. Nosotras vestimos de nuestra marca. Nos ponemos un vestido para trabajar y luego, a lo mejor, tenemos una cena. La idea es que la ropa nos de esa versatilidad.
En tragos cortos
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Un sitio para tomar algo La Vermutería de Papá Juan, en Murcia.
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Una canción L. R.: 'Mediterráneo', de Joan Manuel Serrat. V. G.: Cualquiera de Lou Reed.
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Un libro para el verano L. R.: 'Los vencejos', de Fernando Aramburu. V. G.: La historia de Supersubmarina, 'Algo que sirva como luz', de Fernando Navarro.
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¿Qué consejos darían? L. R.: Cuando lleguemos al río, cruzaremos el puente. V. G.: Cuando dices que vas a acabar a tal hora, súmale siempre una más.
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Un aroma L. R.: El sándalo. V. G.: El salitre.
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¿Con quién no cenarían jamás? L. R.: Con Kim Jong-un. V. M.: Cenaría con todo el mundo.
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¿Quién dejó de caerles mal? L. R.: David Broncano. Me molesta un montón que se meta con Murcia, pero últimamente está sumando puntos [Ríe]. V. G.: Blanca Romero, por su carácter, pero al escucharla hablar últimamente me está cayendo bien.
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¿Les gustaría ser invisibles? Sí.
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¿Qué les gustaría ser de mayores? L. R.: Fotógrafa. V. G.: Feliz.
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¿Tienen enemigos? No.
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¿Qué es lo que más detestan? L. R.: La falta de educación. V. G.: Asistir a las inauguraciones de los restaurantes.
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Un baño ideal L. R.: Kabila, en Tetuán (Marruecos). V. G.: En la Isla del Carmen, en Luanco.
–¿Cómo es la clienta murciana?
–L. R.: A la gente en Murcia al principio le cuesta un poco hacerse a una marca, pero es muy agradecida con el producto de aquí. Además, valoran más que esté hecho en España y que todo sea más artesanal.
–V. G.: Aquí se diseña, se patrona y se corta.
–¿Cuáles son las tendencias de este verano?
–L. R.: Los colores oscuros –burdeos, azul oscuro...– cosa que en Murcia no cae muy bien.
–V. G.: A veces combinados con algún color potente, pero con bases muy planas y sencillas.
–L. R.: Y líneas muy rectas.
–¿Por qué creen que se tiende a los colores oscuros y las líneas rectas?
–L. R.: Las tendencias están hechas para que la rueda siga rodando. Es consumismo. Pero nosotras en realidad nos salimos un poco de este camino porque no corresponde a nuestro planteamiento. Por un lado, intentamos no caer en nuestro propio aburrimiento creativo. Además, por lo general, no caemos tanto en la tendencia por ese interés en hacer prendas más atemporales ya que creemos en un concepto de consumismo de moda no tan rápido. Con los colores, sabemos los que nos gustan y los que no. Cuando compramos un tejido por forzarnos a trabajar con él, porque es el color de la temporada, ese tejido se queda ahí parado, nos bloqueamos.
–¿Se pondrían todas las prendas que tienen en la tienda?
–V. G.: La mayoría, sí.
–L. R.: El fucsia no lo toleramos ninguna de las dos, pero es verdad que a la gente le gusta, es un color con el que las clientas se ven favorecidas.
Inspiraciones
–¿Qué les inspira a la hora de crear sus diseños?
–L. R.: No nos inspiramos mucho en desfiles, aunque, lógicamente, lo vemos todo. Nos inspiran más las vivencias personales y los viajes que hacemos por gusto.
–V. G.: Como nuestras colecciones son muy cortas y rápidas, vamos cambiando. De repente nos inspira el tenis, ahora el mar... hay muchas inspiraciones a lo largo de un año o de una estación.
–Valle, ¿qué diferencias encuentra entre el estilo de los murcianos y el de los asturianos?
–V. G.: La diferencia se nota, sobre todo, en los colores. También es verdad que allí sale menos el sol y eso afecta a que la gente se vista con tonos más sobrios. Por otra parte, en Murcia se ven más estampados florales y primaverales que en Asturias.
–L. R.: Es verdad que con la llegada de la venta 'online' de Zara y otras marcas ya se ha homogeneizado muchísimo la forma de vestir del país. Antes había muchísima más diferencia entre el norte y el sur.
–¿Qué harán en agosto?
–L. R.: Cerraremos unos días porque Murcia es un pueblo fantasma en agosto, sobre todo la semana de la fiesta de la Virgen [el 15 de agosto]. Todo cierra. Es algo que solo ocurre aquí.
–V. G.: Yo me iré a Luanco.
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