Laura Gil: «He tenido mucho miedo a fallar, al error; ahora ya no lo tengo»
Estío a la murciana ·
«No hay igualdad en el baloncesto, pero hemos dado un paso grande»Acaba de volver Laura Gil (Murcia, 1992), ala-pívot de la selección española de baloncesto, con su medalla diecisiete a Murcia. Una plata más para ... la persona más laureada del baloncesto español: 3 oros, 3 platas (una olímpica) y 2 bronces con la absoluta, que se suman a los 9 metales en categorías inferiores: «Un reconocimiento a un tipo de juego que no es meter 30 puntos por partido, pero que ayuda a que el equipo gane»; y todo tras una tremenda lesión en 2022 -se rompió el tendón de Aquiles-. Pensó que no jugaría más.
A ella no la recibieron este verano las autoridades regionales ni municipales, cuando llegó con la plata del Eurobasket 2023 al cuello y el pase para el preolímpico de 2024, pero para la murciana del basket español es igualmente «un orgullo sentirse tan querida por la gente de Murcia, ser un referente para los niños y que te lo digan».
Bendita tía Mari, que llevó a Gil al baloncesto, «aunque a mí no me llamaba demasiado. El Juver Murcia era entonces». Y bendita amistad, la que hizo a Laura responder a la llamada de auxilio de su mejor amiga del cole y presentarse en el entrenamiento del equipo del Ceip Santo Ángel: «Fui a probarlo y, desde ese momento hasta el día de hoy, no he podido dejar de jugar y de entrenar», sonríe franca.
Este ha sido un verano «tranquilo», paseando con 'Wonder' por La Torre, en la playa, bañándose, leyendo..., y entrenando en Murcia, descansando y cuidándose para la temporada (el día 20 empieza con Perfumerías Avenida).
-¿Era buena de pequeña?
-Muy buena, como ahora [sonríe]. Y tímida al principio, también como ahora… Con los años vas teniendo más tablas. Me gustaba mucho estudiar. De pequeña quería ser veterinaria; luego, estudiar Medicina para ser psiquiatra; y ahora estudio Psicología. Estoy en tercero. Me va quedando menos.
-Y, ¿cómo va el verano?
-Pues muy bien. Lo empecé con la selección un poco regular; el primer partido perdimos y no parecía fácil, pero llegamos a la final y conseguimos la plata; hubiera sido mejor el oro, pero somos subcampeonas de Europa. Después, hice los exámenes de la universidad, los aprobé y a descansar.
-¿Llegaría con la lengua fuera?
-Me cuadraron las recuperaciones y, como estaba jugando en Francia [Basket Landes], me tuve que ir a Bilbao, 3 horas y volver.
-Su tesoro...
-Las fotos. Me encantan; y ver fotos de cuando era pequeña en los álbumes. Ahora que ya no tenemos, intento hacerme un álbum cada año o dos años porque me gusta mirarlo y recordar.
-¿Algún vicio?
-Bueno, me encanta comer. Para mí es un placer, pero, como en verano no entreno tanto, se convierte un poco en vicio.
En tragos cortos
-
Un sitio para tomar una cerveza El Quitapesares, en la Fuensanta.
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Una canción 'Ella', de Bebe.
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Un libro para el verano 'La verdad sobre el caso Harry Quebert', de Joël Dicker. Me gusta mucho la novela negra.
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¿Qué consejo daría? Confiar en uno mismo.
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¿Cuál es su copa preferida? No bebo. Solo agua. Si salgo alguna vez me tomo un gin-tonic.
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¿Le gustaría ser invisible? No.
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Un héroe o heroína de ficción. Wonder Woman.
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Un epitafio Nunca lo he pensado. Ni idea.
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¿Qué le gustaría ser de mayor? Psicóloga.
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¿Tiene enemigos? Yo no tengo, pero creo que alguno por ahí me he ganado.
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¿Qué es lo que más detesta? La envidia, la mentira.
-
Un baño ideal. En mitad del Mediterráneo.
-¿De qué no se olvida?
-De disfrutar cuando se está bien, porque cuando estamos mal es cuando valoras lo que tienes. Hay momentos en que damos por hecho muchas cosas... y es importante el agradecer [un 'Gratitude' en su talón se lo recuerda].
-¿Qué te hace feliz?
-Pues un día tranquilo. Ahora, de vacaciones, que me levanto prontito para sacar al perro, sentir la brisa por la playa, desayunar sin prisas, tomarme dos cafés tranquilamente, leer un libro y tirarme a la piscina o a la playa. Eso es la felicidad.
-¿Cuál es el secreto de su éxito?
-Yo diría que el trabajo. La constancia. Ahora me he dado cuenta de que todo se multiplica cuando lo disfrutas. Ha habido años de mucha autoexigencia, en los que no he valorado lo que he conseguido. Ahora valoro lo diferente que hubiera sido si en vez de exigir cada día hubiera disfrutado un poco más.
-¿Qué ha supuesto en su vida la movilidad para jugar?
-Ha habido una edad que ha sido más difícil, sí. Al final, me fui de Murcia con 14 años y no he vuelto. Vengo en verano un mes. Entonces, los amigos del colegio hemos cambiado muchísimo y seguimos teniendo contacto, pero... Yo al final tengo amigos por Europa, por el mundo; pero no tengo ese grupo de amigos de la universidad o del instituto... Es algo que te quita el deporte de élite.
«El deporte de élite necesita todos los valores que representa»
-¿Hay igualdad en el deporte?
-Todavía no, pero hemos mejorado. En el baloncesto femenino, estos últimos años hemos dado un paso hacia adelante muy grande. Ahora, si lo comparamos con el fútbol, todavía nos queda. Porque en fútbol, en poquitos años, han llegado no al nivel masculino pero están ahí arriba; tienen mucho seguimiento y cada vez hay más patrocinio. Ahora mismo son una liga profesional y a nosotras todavía no se nos considera deportistas. Aún queda.
-Pero vive del baloncesto...
-Sí, yo sí. Pero es muy difícil. Porque nuestra liga dura de septiembre a abril-mayo. Y son 4 o 5 meses que hay muchas jugadoras que tienen que trabajar. Ahora en Francia hay contratos que duran todo el año. Aunque no estés compitiendo, te siguen pagando.
-En España son héroes Pau Gasol, Rudy Fernández, Ricky Rubio... Sin embargo es Laura Gil la que más medallas con la selección española tiene del baloncesto, ¿qué siente?
-Por suerte, no me comparo. Al final, para mí es un premio a todo el trabajo. Mi tipo de juego no es meter 30 puntos por partido, pero ayuda a que el equipo gane. Todos esos trofeos y que digan que soy la jugadora con más medallas es un reconocimiento a un tipo de baloncesto que no está en los focos. Es un orgullo.
-¿Qué hace falta para que haya más igualdad en el deporte?
-Es importante la visibilidad. Si tú pones la tele y hay baloncesto femenino, fútbol femenino, vóley femenino,... la gente se engancha. Pero, sin embargo, dicen que como no hay suficientes espectadores no lo ponen; es el pez que se muerde de la cola.
-¿Es posible hoy la maternidad en el baloncesto de élite?
-Bueno, estos últimos años cada vez hay más jugadoras que paran su carrera unos meses o un año, son madres y vuelven a jugar. Creo que es para quitarse el sombrero que sean capaces de llevarlo adelante.
-Y la diversidad sexual, ¿cómo se vive en el deporte?
-Una cosa es lo que pasa dentro del deporte y otra lo que se ve desde fuera. Cada vez es más importante la visibilidad, pero, al final, hay que darle normalidad porque nadie hace daño a nadie por querer a una persona del mismo sexo. No entiendo por qué todavía seguimos con ese tabú. Aunque ahora vivimos un momento convulso y complicado.
«He creído mucho en la buena gente; pero en los últimos años me lo he replanteado»
-¿Con qué desconecta?
-Paseando con 'Wonder' [su pastor alemán] o leyendo un libro.
-¿Qué no puede faltarle?
-Mi perro.
-¿Qué le divierte?
-Muchas cosas. Me divierte mucho una buena conversación. Me gusta, cuando tengo que hacer trayectos largos, ponerme 'Nadie sabe nada', de Berto Romero y Buenafuente. Me gusta mucho reírme.
-¿Tiene 'hobbies'?
-Tocar el cajón flamenco es algo que llevo queriendo hacer muchísimo tiempo; o aprender a pintar; o hacer cerámica... Quiero empezar, pero no he tenido tiempo.
-¿Qué haría falta en el deporte?
-Todos los valores que realmente representa y que, cuando estás arriba, en la élite, desaparecen. Estamos compitiendo y queremos ser los mejores, hay que ganar. Y a veces el compañerismo, el respeto, se pierden de vista y son superimportantes de cara a darle ejemplo a los niños, ¿no?
-Hablando de ejemplo, ¿qué diría a quienes quieren emularla?
-Que confíen en ellos mismos y que disfruten del camino, porque al final es lo que va a hacer que lleguen donde quieran. Si te pones unos objetivos muy altos, te pierdes en ese camino, en vez de ir aprendiendo de los errores que es lo que hace llegar a lo más alto.
-¿Se pone un techo?
-No.
-¿En qué cree?
-He creído mucho en la buena gente, en la bondad. Estos últimos años me han hecho replanteármelo. Pero creo en la honestidad.
«El cuerpo es increíble, de no poder andar a estar normal»
-¿Qué es lo más increíble?
-El cuerpo humano, cómo responde. Yo que he tenido varias lesiones y sustillos, con lo que le das, con lo que lo cuidas,... De no poder andar, porque me moría de dolor, a en 10 meses estar corriendo, jugando, saltando, tan normal.
-¿Vio que se acababa todo?
-Sí, estaba pasando un mal momento, sobre todo mentalmente; no estaba contenta en Valencia; había demasiadas cosas que no me gustaban. Dos días antes avisé al médico de que me iba a pasar algo, algo no estaba bien. Y justo me rompí el tendón de Aquiles, se acabó mi contrato, cumplía 30 años... Fue todo negro al principio. Pero hay que enfocarse en lo bueno. Gracias a ello, volví.
-¿Cómo fue la recuperación?
-Ha sido ir día a día, no ponerme fecha tope, no ponerme unos objetivos de querer volver. Siempre decía 'quiero volver mejor', pero no sabía siquiera si iba a volver. Era simplemente ir respetando plazos y, al final, he vuelto mejor. [Sonríe satisfecha.]
-¿Alguna anécdota divertida con la selección española?
-Durante muchos años, han sido años muy duros para mí. Este verano, por ejemplo, lo hemos pasado muy bien. Como grupo humano, hemos conectado todas muy bien y ha sido todo muy fácil. Nos hemos reído un montón.
-¿Por qué fueron tan duros?
-El deporte de élite es complicado y, bueno, depende también del tipo de personalidad que tienes y cómo te afectan las cosas. En el momento en que empecé a trabajar con un psicólogo y me ayudó a enfocarme en mí y no tanto en lo de fuera, me ha ayudado mucho a poder disfrutar.
«Me encanta comer»
-¿Qué cosas haría que no puede?
-Me encantaría viajar mucho, conocer otras culturas, otros países. Me encantaría ir a la India, al Tíbet me apetece mucho, y a Marruecos, a África... Lo más diverso.
-¿Un sueño cumplido?
-Jugar los Juegos Olímpicos. Bueno, ganar una plata olímpica.
-¿Y por cumplir?
-Me gustaría mucho ayudar a la gente siendo psicóloga. Es el siguiente capítulo.
-La pandemia sacó a flote otra epidemia, la salud mental, ¿cómo habría que afrontarlo?
-Es importante que desde pequeñitos nos enseñen a esa regulación emocional, a saber estar solos y aburrirnos. Es muy importante tener espacios para nosotros. Yo cada vez lo disfruto más. Es importante mi momento, mi tiempo, para recargarme y seguir adelante.
-¿En qué es una maestra?
-Como he tenido momentos complicados porque empecé con 14 años a nivel más serio con el baloncesto y tengo 31, he pasado por todo y soy empática. Y, cuando alguien lo pasa mal, se me da bien saber qué decir o qué no decir.
-¿Qué es lo más preocupante?
-Hacia dónde va la sociedad.
-¿Por qué se rebelaría?
-Por los derechos de las mujeres y por aquellos colectivos que no tienen tanta voz, por las desigualdades, en contra de las guerras...
-Un momento inolvidable.
-Recuerdo el primer verano con la selección [la absoluta, en el Europeo 2013, Francia], que ganamos la medalla de oro. Por el momento y porque recuerdo mirar a la grada y ver a mis padres emocionadísimos, con una sonrisa... Poder compartirlo con ellos.
-¿Qué teme?
-He tenido mucho miedo siempre a fallar, al error, pero cada vez menos. Y, ahora mismo, la verdad es que no tengo miedo.
-¿Qué le da fuerza?
-Yo me doy fuerzas.
-¿Qué le debe al baloncesto?
-Muchas experiencias de vida, mucho aprendizaje; he viajado un montón, pero solo conozco pabellones y alguna que otra calle [sonríe]. Me ha dado grandes amistades. Y alguna que otra medalla [ríe].
-La vida deportiva es corta, ¿cómo se prepara para la otra etapa?
-Con ganas. Estoy disfrutando mucho de esta etapa del basket, pero me motiva mucho esa segunda etapa: terminar la carrera, hacer el máster y ver hacia dónde lo enfoco para poder ayudar a la gente.
-¿Qué siente cuando oye Murcia?
-Orgullo. Durante todos estos años, Murcia siempre me ha apoyado y siempre se habla de mí como la murciana Laura Gil. Al final, es mi tierra, donde he crecido y, aunque me fui muy pronto y no estoy mucho, lo considero mi casa.
-¿Volverá?
-No lo sé, estaría muy bien, pero con este calor la verdad es que se me quitan las ganas [bromea].
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