José Siles: «En mi línea de vida hay un hecho formidable: comer durante tres horas con el poeta José María Álvarez»
Estío a la murciana ·
«Asociar los cuidados a la vejez sólo es una visión muy reduccionista. El ser humano es lo más vulnerable que hay, sin los cuidados perinatales, de hecho, nos morimos»En el acto de ingreso como académico de número de la Academia de Enfermería de la Comunitat Valenciana (AECV), el doctor José Antonio Ávila se ... refirió a José Siles González (Cartagena, 1957) como «inconformista, rebelde, lúcido, polifacético, una rara avis maestro en ciencia y en letras». En efecto, Siles encarna el polifacetismo más desmesurado, pues es el motor de creación de revistas científicas y de seminarios relacionados con la Enfermería, la Historia y la Antropología de los cuidados. Es autor de extensas y diversas publicaciones e investigaciones, y también cuenta con un interesante perfil como autor de obras de narrativa y poemarios como 'El desamparo del tabú en flor' y 'La estructura del aire y otros poemas invertebrados'. 'La enfermería basada en la narrativa y la poesía de los cuidados como herramientas potenciadoras de la reflexión, el pensamiento crítico y la humanización de la enfermería' fue el título de su discurso de ingreso en la Academia valenciana. Su trayectoria profesional, docente y académica en el ámbito de la enfermería es impecable. Quiso ser cadete en la Academia Naval de Marín, estuvo embarcado incluso en el 'Valdés', un barco ya desguazado. Pero no pasó de cabo rojo. Ejerció la actividad asistencial en instituciones públicas de Cartagena, Murcia, Córdoba, Cabra, Almería y Alicante entre 1980 y 1991, y tiene los títulos de licenciado y doctor en Historia, licenciado en Pedagogía y diplomado en Enfermería. Ejerce la docencia en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Alicante, de la que es catedrático, en asignaturas de investigación cualitativa (fenomenología, antropología), pedagogía de los cuidados, fundamentos de enfermería y Cultura de los Cuidados. Su último poemario, 'Espejo de monos alumbrados' (Ediciones Vitruvio), prologado por Francisco Javier Díez de Revenga («me dio Historia de la Literatura en 1º, ha reseñado y presentado mis libros en Murcia, es un hombre muy generoso»), contiene un poema dedicado a uno de sus maestros, Andrés Linares Navarro: «Emisor chamánico de señales marítimas / propagadas desde el faro / erigido en sacra cima del Patronato. / Infatigable farero a jornada completa, / a destajo, / tanto en los días templados / como en las noches tempestuosas, / siempre avizorante / orientando mi adolescente navegación / desde el puerto mediterráneo de Carthago Nova / rumbo al sentido de la vida». Está pagando las «cuentas atrasadas» intentando no tener muchas deudas a sus 68 años cumplidos.
–De la interacción con el alumnado se aprende mucho. ¿Qué dinámicas utiliza?
–Hay una dinámica de grupo que es la historia de vida, resumir los aspectos positivos y negativos de la línea de vida personal, que la describan y a partir de ahí que intenten transformarla en sentimientos. Esto llega mucho. Logro convencerlos de que están haciendo algo para ellos, y se activan mucho.
–En su línea de vida, qué pone por arriba y qué pone por abajo.
–Por arriba, en lo positivo, pongo haber conocido a mi mujer, y un hecho formidable: haber conocido a José María Álvarez en una comida, que duró tres horas, y acabó con güisqui; y por abajo, en lo negativo, pondría las muertes, si no te mueres tú vas dejando a gente por el camino: tus abuelos, tus padres, tus amigos... Es la realidad de la vida.
–Asociamos los cuidados erróneamente sólo a la vejez. Pero lo cierto es que necesitamos cuidados en todas las etapas vitales.
–Asociar los cuidados a la vejez sólo es una visión muy reduccionista. El ser humano es lo más vulnerable que hay, sin los cuidados perinatales, de hecho, nos morimos. Los cuidados paliativos... ¡la madre que los parió!, son necesarios. En una sociedad con las cifras de esperanza de vida a las que estamos llegando, los cuidados paliativos son importantes. Pero es cierto que asociamos los cuidados al envejecimiento porque el envejecimiento es una vuelta al nacimiento, a la vulnerabilidad. Vas perdiendo funciones y vas perdiendo los papeles.
«La poesía es una forma de autoconocimiento. Virginia Woolf, si no hubiera sido por la escritura, se hubiera suicidado antes»
–¿Cómo ve a los españoles?
–Muy cainitas. Somos estupendos para la comida, para la fiesta... pero, joder, parece que necesitamos odiarnos. «Yo por mi hija, mato», «yo por mi hija me dejo matar»... parece que necesitamos gente que sepa armonizar y conciliar los sentimientos de los españoles, que sepamos aproximarnos al otro intentando comprender que aunque piense distinto es en lo esencial distinto a nosotros. En el fondo somos todos iguales.
–¿Qué opina del escenario político actual? Al final, tenemos que votar y elegir entre lo que hay.
–Claro, hay que tener cuidado a la hora de tomar esa decisión. En el escenario político actual veo una gran radicalización, que hemos perdido esa capacidad de comprendernos a pesar de las diferencias ideológicas. Nos haría falta un acuerdo entre los grandes partidos donde el rencor y el odio se quedaran al margen. Las emociones y los sentimientos son lo que gobiernan hoy el mundo.
En tragos cortos
-
Qué rutinas tiene en verano Me gusta mucho pasear por La Manga, por la playa del kilómetro 3,5. El coche no lo cojo en vacaciones. Leo, paseo, veo a otra gente. Sentarme en la terraza, y desde el séptimo ver los dos mares. Eso es una maravilla.
-
Qué música le enciende El blues, y esa mezcla americano-francesa de Nueva Orleans que ves en los funerales de jazz y que te dan ganas de irte detrás de ellos.
-
¿Sería feliz en una isla desierta? Si hay cerveza, algún que otro pincho y algo que leer, sí.
-
Un aroma El azahar de Murcia en primavera. Pasé aquí cinco años estudiando Historia en la UMU y fueron de los mejores de mi vida.
-
¿Con quién no cenaría jamás? o cenaría con ninguno de los políticos actuales, me da igual de qué partido. Me da asco la ambivalencia, la máscara, esa capacidad de potenciar el odio, que parece que es a lo que se dedican ahora.
-
Un personaje histórico En España ha influido positivamente Adolfo Suárez. Ese cambio tan proteico de pasar del movimiento a la democracia se está tirando a la basura porque parece que no sirve para nada.
-
Un lugar para tapear Un bar ficticio que ha salido en algún poemario mío, que es el Bar Lunar. El Pinacho de La Manga, y antes el que había en Santa Lucía, donde hacen un pulpo a la cartagenera, que es un pulpo a la plancha que sale un poquico duro, que a los de fuera no les gusta.
-
¿Qué hay de insólito en su familia? Somos una familia normal. Pero había gente que pintaba. Mi primo José Luis Cobeño Siles pintaba y en 'El Noticiero' de Cartagena hacía viñetas como 'El humor de Luis'.
–¿Qué está leyendo?
–Estoy leyendo 'Los decorados del olvido' (Renacimiento, 2004), de José María Álvarez. Me lo regaló mi profesor en el Patronato de Cartagena Andrés Linares Navarro, que si lo ves está mejor que yo...
–¿De qué le gusta escribir?
–De la muerte, el destino, la libertad, trascender la ortopedia dogmática y potenciar el pensamiento crítico y autocrítico. Tú no puedes conocer lo de fuera si no te conoces a ti mismo. De lo contrario es un crecimiento invertebrado. Aunque te duela, hay cosas que no nos gustan de nosotros mismos, por ejemplo, el egoísmo. ¿Pero cómo vas a controlar el egoísmo o el odio si no eres consciente de él? Hemos avanzado mucho en la interpretación teológica de las enfermedades, ¡se decía que Dios tenía la culpa y que te castigaba por haber pecado o por haberte portado mal!; con el positivismo de Auguste Comte hay un mayor racionalismo, ya no es cosa de Dios... El neopositivismo es que es una religión, la misma ciencia tiene sus dogmas. La gente tiene que coincidir, tenemos que unirnos para trabajar, y esa es una necesidad que tenemos que controlar, pero no podemos hacer de la ciencia una especie de cosa casi teológica. Todo lo que sabemos hoy es transitorio.
–¿Cuál cree que es el precio de ser uno mismo?
–El precio es enorme: la soledad. El no ser gregario significa que no vas a tener muchos amigos. Al final, si tú estás hablando con alguien y asientes todo el tiempo, y eres muy educadito, muy correcto, así puedes tener muchos amigos o halagarlos. Eso es la máscara, adoptar el silencio, hablar lo imprescindible. Pero...
–¿A qué dedicará la jubilación?
–A leer, a escribir, si llego a la jubilación, y si no falla la memoria. Conforme te haces mayor la memoria lejana se va incrementando y rescatar todo eso, la memoria lejana de la infancia, es un gran estímulo, una motivación. La infancia la ves clarísima. Cosas que a los 30 años no recordabas, ahora las ves casi innatas.
–Un amor de juventud.
–Nefertiti. Fue un amor platónico que me descubrió Andrés Linares. Él motivó mi amor por la historia. No he ido a Egipto, pero Nefertiti, cuando yo era un crío, tenía algo estéticamente que me fascinaba: el lapislázuli, los ojos superestilizados, la cabeza delicadísima, esa mirada... ya me dirás. ¡No caí en los brazos de Nefertiti porque solo era una cabeza, pero...!
–¿A quién le debe mucho?
–A mi mujer, Encarni. Ha tenido que aguantar mucho. Es cartagenera. Las pagas extraordinarias yo me las gastaba en matrículas, yo no tenía ni idea de que le iba a sacar alguna rentabilidad. Era pura inercia. Cuando llegué a Alicante con Encarni y con mi primer hijo –Víctor; el segundo, ya alicantino, se llama Mario– me alojé en la casa de unos primos de mi mujer, y me matriculé antes del doctorado y antes de encontrar piso. Imagina la urgencia que tenía para mí una cosa que era, en principio, totalmente improductiva. Estaba un poquito en otra onda. Yo no tenía planificado nada.
–Invertir en formación nunca está de más...
–Sí, pero al principio en Alicante yo no podía prever que lo iba a rentabilizar con el tiempo. Me quedo asombrado de cómo todo me ha ido. Porque yo en Alicante tampoco conocía a nadie. La vida pasa rápida, cuando te quieres dar cuenta, claro. Yo lo que he hecho es sintetizar un poco la historia, la historia cultural es un enfoque muy antropológico, muy etnográfica, que es el mundo del cuidado. He escrito recientemente un artículo, 'José María Álvarez: El arte como vivencia ideal frente a la existencia imperfecta' [en la revista 'Cultura de los cuidados', fundada por el propio Siles hace 30 años], donde abordo la metodología fenomenológica aplicada a la poesía. En la obra y pensamiento de José María Álvarez se manifiesta como una búsqueda de la vivencia estética y existencial a través del arte. Álvarez concibe la poesía como una experiencia ideal que trasciende la imperfección de la existencia cotidiana, coincidiendo con la fenomenología en su interés por la vivencia subjetiva. Para el poeta cartagenero, la poesía es un espacio de revelación donde el yo se encuentra con el mundo, permitiendo una autocomprensión profunda y una reflexión sobre los propios sentimientos. Siguiendo la estela de pensadores como Heidegger, Álvarez entiende la poesía como un medio para cuidar y regular las emociones, facilitando la trascendencia y el sentido vital en un mundo marcado por la alienación y la fragmentación del pensamiento.
–Álvarez no era de este mundo.
–Sí, es mi poeta de cabecera. Solo comí un día con él, pero fue fabuloso, me hizo una gran ilusión. Era también un gran enamorado de la figura de Nefertiti. Álvarez condensa la aventura, la lealtad y la libertad. Para él la belleza podía ser una mujer o una botella de Martini. La poesía la utilizaba como fuente de revelación, de autoconocimiento, de búsqueda de la libertad y de la trascendencia. La trascendencia no es una gesta increíble, sino sublimar algo cotidiano y simple para todo el mundo, confiriéndole unas gotas de belleza. Era un tío que disfrutó mucho de la vida. Yo vengo de gente trabajadora, y él de cuna ya tenía unos posibles, y creo que su educación fue algo muy exquisito. Yo incluso le tenía un poco de miedo, lo leía y pensaba que era tan erudito... creía que me iba a apabullar, y en persona era lo contrario. Ciertamente era un dandi con su traje cruzado, su corbatita, su pañuelito, su sombrero...
–¿Trata de disfrutar la vida?
–Sí, practico también un hedonismo consciente, y quizás eso tiene un precio, que es vivir menos tiempo. A mí, por ejemplo, me encantan los puros, aunque ya no sean puros cubanos, porque es muy difícil encontrar 'habanos': chinos y rusos se los están cepillando todos. He pasado a los puros nicaragüenses.
–¿A qué hay que poner cuidado?
–Hay que poner cuidado en todo, incluso al hedonismo, al sexo mismo. Álvarez sublimaba el sexo por encima de la realidad en sí, que a veces es muy prosaica y cansina. La poesía no es otra cosa que una forma de escapar a eso. Cuidado es cogitāre, reflexionar. Tomar cuidado para tomar una decisión en tu vida. Ser consciente de lo que haces. Para mí la poesía es una forma de autoconocimiento. Virginia Woolf, si no hubiera sido por la escritura, se hubiera suicidado antes. Ella decía que no es necesario brillar, lo auténticamente importante para esta mujer era ser uno mismo. Pero para ser uno mismo hay que dedicar tiempo y esfuerzo al autoconocimiento. Lo que menos conocemos de uno mismo, yo el primero, es lo que más nos motiva, los sentimientos, algo que está ahí en el centro de la conciencia. La poesía es la expresión de los sentimientos, y para expresarlos tienes que saber lo que tienes dentro. De esto sabe muchísimo mi amigo Antonio Marín Albalate, enorme tipo, un poeta de verdad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión