Álvaro Vargas: «Sueño con traer a David Guetta a Murcia, pero se tienen que alinear los astros»
Según el director de Animal Sound Group, «hay artistas con cachés totalmente disparatados que aplastan la rentabilidad de los festivales y van en contra de las bandas medianas y pequeñas»
Puede ser un acto reivindicativo y hasta revolucionario pedir dos pintas de Estrella de Levante en un territorio conquistado por ingleses e irlandeses fieles a ... la Guinness como es La Zenia, donde tiene la casa familiar de vacaciones Álvaro Vargas (Murcia, 1996). Pero, para acto revolucionario, el que se marcó el propio Vargas al montar el festival Animal Sound en Murcia con 18 años, hace ya más de una década, cuando la mayoría de los chavales de esa edad piensan en pegarse una buena jarana y no precisamente en organizarla.
Hijo de abogada e ingeniero de Obras Públicas, Álvaro Vargas empezó montando fiestas para sus colegas en un bajo de sus padres en Murcia cuando tenía 13 años. Y de aquellos barros, estos lodos. «Me entró antes el gusanillo de los negocios y la empresa que el de la música. Pero siempre supe que me quería dedicar a esto».
Incluso en verano, perdido en las calas de Ibiza o en las rocas de Cabo Roig, en los días de desconexión necesarios también para este 'JASP' (joven aunque sobradamente preparado), Vargas aprovecha para seguir perfilando en su cabeza los proyectos de la próxima temporada. En 2023 y 2024, su empresa montó alrededor de medio centenar de 'saraos' por año, con el Animal Sound y el Fan Futura Fest como buques insignia.
Con el último 'fanfu', como ya se conoce popularmente el festival entre sus miles de asistentes, Vargas superó el mes pasado una de las pruebas más duras de su trayectoria empresarial... y también vital. Solo unas horas antes de abrir las puertas, con todo listo y certificado, un vendaval de fuerte viento y lluvia, de esos con los que nadie cuenta en julio en Los Alcázares, se llevó por delante medio recinto y estuvo a punto de echar por tierra las ilusiones, el trabajo y la inversión de muchos meses. «No puedo dejar de dar las gracias por el esfuerzo sobrehumano que hizo nuestra gente, además del Ayuntamiento de Los Alcázares y todas las instituciones y las empresas implicadas». De bien nacido es ser agradecido, y Vargas lo es.
-¿Cómo vivió esas horas?
-Para nosotros fue muy complicado. El temporal voló todas las estructuras sencillas, toda la parte de instalación eléctrica de baja tensión, que se mojó entera y tuvimos que evacuar porque los vientos no permitían trabajar allí. Hasta las 7 de la mañana que duraba la alerta amarilla, no pudimos volver a entrar al recinto. El mismo día que empezaba el festival. Hicimos una evaluación que terminó a las 7.30 de la mañana, y nos pusimos a trabajar como locos pensando que se podía abrir, aunque yo no lo tenía nada claro. De hecho, hasta las tres o las cuatro de la tarde no sabía si íbamos a poder. Eran muchos los problemas que había que solucionar. Renovamos toda la parte de instalación eléctrica, las barras... La parte de los escenarios se salvó, así que pudimos empezar las pruebas de sonido muy pronto. La verdad, fue casi un milagro. Pero en este sector somos muy dados a sufrir cosas de este tipo. Si no es por la climatología, es una cancelación por covid o por cualquier otra movida. Tienes que tener pasión, es una aventura difícil.
-Al festival Tomorrowland, uno de los más importantes del mundo, le pasó algo similar. Un incendio arrasó el faraónico escenario principal dos días antes de la inauguración. Pero también acabó celebrándose. ¿Ha estado allí?
-Desde que hacemos Fan Futura no puedo porque coinciden las fechas, pero sí estuve hace años. Los festivales belgas, y en concreto Tomorrowland, para mí son el ejemplo a seguir en cuanto a festivales y eventos de gran formato. Esta vez también nos sirvió como ejemplo a nivel de comunicación, porque desde el principio fueron muy transparentes. Y es lo que quisimos hacer también nosotros: transmitir el problema que había, que no sabíamos si íbamos a poder abrir, pero que íbamos a hacer todo lo que estuviera en nuestra mano para conseguirlo. Y al final, milagrosamente, se abrió en hora.
En tragos cortos
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Un sitio para tomar algo La Pequeña, en Murcia.
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Una canción 'Nivel inexperto', de Second.
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Un libro para el verano 'La isla del tesoro', de Robert Louis Stevenson.
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¿Qué consejo daría? No dar ni coger consejos a la ligera.
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Un aroma El del tomillo y el romero.
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¿Con quién no cenaría jamás? Con un idiota.
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¿Quién dejó de caerle mal? Gabriel Rufíán.
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¿Le gustaría ser invisible? A veces sí, pero no para siempre.
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¿Qué le gustaría ser de mayor? Por encima de todo, feliz. Y buscador de pepitas de oro.
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¿Tiene enemigos? No por mi parte.
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¿Lo que más detesta? La mentira y la estupidez.
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Un baño ideal En las rocas de Cabo Roig.
-¿Acude a festivales a disfrutar pero también para trabajar?
-Al cien por cien. Donde más ideas he cogido ha sido en Bélgica y Holanda. Me sirvió de inspiración durante muchos años, cuando yo era más joven y empecé con los festivales, con la música electrónica. A Bélgica y Holanda me fui yo solo muchas veces, con 17, 18 y 19 años, y me acogieron con muchísima hospitalidad. Tengo muy buen recuerdo de los profesionales de la música de aquellos países.
-En aquella época montó el Animal Sound. Tenía usted 18 años y se trajo precisamente a uno de los residentes DJs de Tomorrowland. No es muy común que un chaval de 18 años organice un festival en este país en lugar de pensar en comprar la entrada.
-Si volviera atrás en el tiempo no sé si tendría narices de hacerlo. Era un reto, no tenía experiencia ninguna. Yo empecé a hacer fiestas con 13 años en un bajo de mis padres y luego en una discoteca mientras estudiaba.
-¿Qué estudió?
-Ingeniería Industrial, pero lo dejé en tercero. Siempre he querido ser empresario y siempre me ha gustado mucho la música. Y esto era lo que yo quería hacer. Lo otro era un poco por seguir el hilo de lo que hacían mis amigos, de lo que mis padres me decían que tenía que hacer... Pero tampoco era lo que yo quería hacer con mi vida. Además, no se puede estar en dos cosas a la vez. Tuve que elegir, y no me arrepiento para nada. Pero es un mundo en el que debes tener pasión y estar preparado para sufrir y pasarlo mal.
-¿Por qué?
-Hay mucha inseguridad jurídica, muchísimas leyes en las que no están definidas las competencias entre ayuntamientos y comunidades... Cuando empecé no había prácticamente regulación sobre nada, y ahora me parece que hay un poco de hiperregulación. Legalizar un evento ahora mismo es carísimo, muchas veces inasumible. Y la carga burocrática es gigantesca. Una persona sin mucha experiencia y sin muchos contactos ahora mismo no puede hacer un festival. No es una cuestión de tener el capital y las ganas. Al final estás montando una ciudad desde cero y eso implica a muchísimos profesionales, muchas gestiones y mucho trabajo. Tienes a 15.000 o 20.000 personas a tu cargo cada día, que es la mayor responsabilidad, y luego está la parte de crear una buena experiencia para el público. Son dos dimensiones dentro del mismo trabajo, pero ambas cosas son capitales para tener éxito.
-¿Qué niño era?
-Buen estudiante, pero bastante cabrón (risas). A mis mejores amigos los echaron a casi todos del colegio. A mí no, porque era de los pocos que sacaba muy buenas notas, aunque era peor que ellos. Luego ya empecé montando las fiestas que le comentaba, en Nochevieja y ocasiones así. Muchos de mis amigos que iban a aquellas fiestas siguen yendo ahora a los festivales que organizamos.
De Sabina a Steve Aoki
-¿Qué tipo de música empezó escuchando?
-¡Cadena Dial! Joaquín Sabina, Amaral, Shakira... eso sí que era música (risas). Y luego ya empecé con la electrónica. Pero la música que escuchaban mis padres es la que más me ha gustado siempre. La música de los 80, de los 90...
-¿Su primer concierto?
-[Piensa] Qué buena esta... Pues creo recordar que fue Joaquín Sabina con mi madre, en Torrevieja, hace muchísimo tiempo. Tendría yo 13 o 14 años.
-Un sueño cumplido, ¿cuál fue?
-Juntar a Steve Aoki y a Bizarrap en un mismo festival [Fan Futura Fest 2022]. De hecho, cuando yo empecé con todo esto, soñaba con traer a Steve Aoki a la Plaza de Toros de Murcia. Al final fue en el Fan Futura, pero el sueño se convirtió en realidad solo seis o siete años después, y junto a Bizarrap como cabeza de cartel. La verdad es que he ido cumpliendo todo lo que me imaginé que estaba por hacer. Se van ampliando las metas, pero muchas veces digo: '¡joder, ya no lo voy a vivir de la misma manera!'. Como que pierdes esa ilusión de la primera vez, que es muy difícil reemplazarla. No sé hasta qué punto los sueños deben hacerse más grandes o a veces hay que poner un punto final.
-Ahora mismo, ¿tiene algún sueño por cumplir?
-Ahora que lo pienso, traer a David Guetta a Murcia, que nunca ha estado aquí y para mí es una de las estrellas indiscutibles de la electrónica. Llevo intentándolo un tiempo, estuve muy cerca de traerlo al Fan Futura un par de años.
-¿Qué pasó?
-Es muy difícil cerrar a artistas internacionales de esa talla. La gente no se imagina la dificultad que conlleva. Se tienen que alinear los astros. Hay un componente de 'routing', que les venga bien por su propia ruta de actuaciones en esas fechas, aunque puedas pagar un jet privado. Por supuesto, la parte económica. En este caso estamos hablando de más de medio millón de euros. La parte técnica, donde te piden un escenario a medida que es una auténtica brutalidad. Transporte, 'hospitality'... Son muchos elementos a tener en cuenta.
-De montar el Animal Sound con 18 años a tantear a David Guetta hay un buen camino.
-Aquellos primeros años fueron de mucho aprendizaje, y el sector también ha ido avanzando mucho. El Fan Futura ya lo cogimos de una manera mucho más madura, con una inversión mucho más grande y con un socio muy potente como Vocento. Recuerdo que en el Animal Sound montamos un escenario de música urbana en 2017, y allí actuó Rels B por cien veces menos de lo que cobra ahora. A Quevedo también lo trajimos por cien veces menos de su caché actual, antes de que lo petara con el 'Quédate'.
-¿Hay burbuja de festivales?
-Sin duda. Pero creo que ese no es el mayor problema. Uno de los mayores problemas es el abuso de los grandes artistas que cobran cachés totalmente disparatados que muchas veces no se corresponden con lo que venden y aplastan la rentabilidad de los negocios y aplastan a los pequeños y medianos artistas. Esto no solo aplasta la rentabilidad de un festival, también va en contra de todas las bandas medianas y pequeñas que conforman el grueso de la oferta artística de un festival, que para mí es lo más importante.
«Los jóvenes buscan ahora la mayor seguridad posible renunciando a sus sueños, cuando esa seguridad muchas veces solo da para sobrevivir; y creo que vivir es mucho más que sobrevivir»
Políticos y funcionarios
-¿Qué más burbujas cree que hay en este país?
-Hay demasiada dependencia de la administración pública, demasiada regulación. Demasiados impuestos, hasta el punto de asfixiar al emprendedor, a la gente joven, que está muy desmotivada. Hay burbuja de políticos ineficaces y de funcionarios. Tampoco me parece lógico tener cuatro administraciones: Unión Europea, gobierno nacional, regional y ayuntamiento. Me parece que esto consume muchísimo dinero público y genera una carga burocrática inasumible, por ejemplo, para levantar cualquier negocio. Y entonces ahora mucha gente joven busca ser funcionario o, directamente, quedarse en el paro.
-Una injusticia, ¿qué le parece?
-El genocidio en Gaza. También que mucha gente joven, que es muy válida, no tenga posibilidad de prosperar. Nuestra generación está viviendo las consecuencias de cosas que se han hecho mal durante mucho tiempo y ahora nos toca asumir responsabilidades que no nos tocan. Y los jóvenes buscan ahora la mayor seguridad posible renunciando a sus sueños, con oposiciones o trabajos más planos, cuando muchas veces esa supuesta seguridad ni siquiera te da para vivir una buena vida, solo para sobrevivir. Y creo que vivir es mucho más que sobrevivir. Ya no hablo solo del tema económico, sino de perseguir tus sueños, hacer lo que quieres, y parece que el riesgo es todavía mayor que antes.
-¿En su horizonte aparece la posibilidad de tener hijos y formar una familia?
-Ahora mismo no me lo planteo, no tengo esa necesidad. Pero, a largo plazo, sí que me gustaría.
-¿Qué se tiene prohibido?
-Además del azúcar, odiar y tener rencor. Eso es cancerígeno, muy malo para la salud.
-Muy necesario, ¿qué es?
-Gente valiente que emprenda y que le dé la vuelta a la tortilla. Hay problemas importantes y los jóvenes no podemos quedarnos solo en la queja y el llanto. Hay que echarle un par de huevos y tirar para adelante, hacer las cosas que creemos que debemos hacer, no solo quejarnos por redes sociales.
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