Verano | Estío a la murciana
Líder de Arde Bogotá
Antonio García: «Yo quiero tener amigos, no aduladores a mi alrededor, ni a gente falsa ni tóxica»«Soy una persona de izquierdas y también religiosa»
Tiene voz de capitán Ahab a bordo del ballenero 'Pequod' en busca de la ballena blanca Moby Dick. Una de esas voces únicas capaces de ... ordenar que se abran las aguas del Mar Rojo. Antonio García (Cartagena, 1995), letrista, solista y alma de Ardé Bogotá, el grupo integrado también por Dani Sánchez, Pepe Esteban y José Ángel Mercader. Su «fundaremos Cartagena en otro sistema solar» es ya propiedad de los vientos. Tienen nuevo álbum: 'Cowboys de la A3'.
-¿Qué hacía en cuanto podía?
-De niño, en cuanto podía me colocaba una capa a lo Batman.
-¿Era valiente?
-¡No, no, no! Voy a decir que era prudente por no decir miedica [sonríe]. Ensimismado, metido en mi mundo, creativo, así era.
-¿Inteligente?
-[Se lo piensa] Me cuentan que de pequeño se podía mantener conmigo una conversación.
-¿A qué artista se quiso parecer?
-Recuerdo muy bien a Axl Rose, de Guns N'Roses.
-Empezó fuerte.
-Me fascinaba su presencia en el escenario, cuando era un tipo esquelético y con una gran melena.
-¿Qué se tomó con calma?
-No de forma premeditada, entré en la música muy tarde. Al volver de Francia, donde estuve estudiando un año, conocí a Dani, a Pepe y a Jota y empecé a cantar con ellos; con ellos descubrí mi voz.
-¿Un horror qué es?
-Que se estén planteando retrocesos en los derechos, la intolerancia creciente, un horror es el fascismo. A un nivel más íntimo, la pérdida de seres queridos.
-¿Y una gran suerte?
-Poder estar con la gente que quieres estar y poder llevar una vida más o menos feliz. Yo me siento afortunado con la vida que gracias a Dios tengo. El horror, cuando aparece es muy evidente; la bendición, a veces, no la valoramos mientras disfrutamos de ella.
-¿Cuándo cambió su vida?
-¡Cuando empecé a trabajar como abogado!
En tragos cortos
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Un sitio para tomar una cerveza. El chiringuito Playa Cavanna, en La Manga.
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Una canción. 'Girl from the North Country', de Bob Dylan.
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Un libro para el verano. 'Carne triste', de Pablo Baleriola.
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¿Qué consejo daría? No me hagas caso en nada.
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¿Le gustaría ser invisible? Sí, continuamente.
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Su héroe o heroína de ficción. Batman
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Un epitafio. «Esto es todo, amigos».
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¿Qué le gustaría ser de mayor? Pintor de cuadros grandes.
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¿Tiene enemigos? Supongo.
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Una copa. Brugal con Coca-Cola.
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Un baño ideal. En la playa del hotel Galúa, en La Manga.
-¿A veces qué?
-A veces hay que tomar decisiones que no van a contentar a todo el mundo; en esta vida, siempre hay alguien que sale perdiendo. Yo quiero tomar decisiones correctas, no quiero ser injusto.
-¿Qué asegura?
-Que como músico hago lo que quiero hacer, desde una libertad absoluta para elegir cómo quiero contar las cosas.
-¿A favor qué tiene usted?
-Gente que me sujeta y que me ampara y que me permite capear cualquier temporal.
-¿Cómo se siente?
-Con todo lo bueno que nos está pasando [a Arde Bogotá], como subido a una ola gigante.
-¿Y qué se dice?
-Tengo que curtirme por dentro y por fuera, tengo que ser implacable ante tentaciones superfluas o cantos de sirena peligrosos.
-¿Lo que más le motiva qué es?
-La creatividad, no hay nada que yo aprecie más que leer o ver o escuchar algo creado por alguien y decir: '¡Ojalá se me hubiera ocurrido a mí!'. Se lo juro, me lleva pasando toda mi vida: si leo algo que me resulta fascinante, me hubiese encantado haberlo escrito yo; si escucho una canción maravillosa, me había encantado haberla compuesto yo; admiro el talento, la capacidad de crear belleza... Tengo un hambre voraz de crear y de ser capaz de generar algo que esté a la altura de las lecturas o de las canciones que me han sobrecogido. Disfruto mucho de las creaciones de los demás, que a la vez me resultan muy motivadoras a la hora de ponerme a intentar crear yo algo.
-¿De lado qué está dejando?
-Como cada vez tengo menos tiempo, intento no perderlo con gente tóxica, con gente interesada, con gente que no va de frente. He dejado de prestarle atención a según qué compañías después de los conciertos...; yo quiero tener amigos, no aduladores a mi alrededor ni a gente falsa ni tóxica.
-¿Qué intenta?
-No me siento nada cómodo juzgando, así es que intento primero ponerme en la piel del otro.
-¿Conoce la envidia?
-Claro que sí. De hecho, creo que va ligada a todos esos '¡ojalá se me hubiera ocurrido a mí!' que le decía. Lo que pasa es que me gusta pensar que es una envidia sana que me pone en el camino de mejorar. También conozco la envidia insana, pero esa intento que no me contamine ni me consuma. Aprecio el talento de los demás y lo venero.
-¿Y los celos?
-También los conozco.
-¿Cómo son?
-Peor que la envidia insana. Ese empeño acaparador, enfermizo, en no dejar vivir al otro, en controlarle, en no dejarle avanzar... Los celos hay que desterrarlos de raíz. Yo intento ser muy honesto en lo que escribo como letrista, y hay canciones que están escritas desde sentimientos muy feos, como los celos. 'Antiaéreo' es una canción escrita desde ahí, y creo que está bien reconocerlo, uno no es siempre un adalid de lo bueno y de lo correcto; tengo también vivencias no ejemplares, sentimientos de los que no me siento orgulloso...; no somos semidioses, no somos Hércules, somos humanos.
-¿Cómo se contempla formando parte de este planeta?
-Como humano, pertenezco a este planeta de la misma manera que pertenecen los olivos o los perros. Pero, a diferencia de ellos, nosotros tenemos una responsabilidad como especie porque sabemos que nuestros actos tienen consecuencias; podemos manipular la tierra, los alimentos, hablarnos a miles de kilómetros... Tenemos inteligencia, tenemos un gran conocimiento de nosotros mismos, podemos alterar la naturaleza, destruir o construir ciudades enteras, y eso nos obliga a tener una responsabilidad para con el planeta que habitamos y todos los seres vivos que lo pueblan.
-¿Algún tatuaje?
-Ninguno. Me gustan en los demás, y un día me dije que me haría uno cuando me convierta en una estrella del rock [risas].
-¿Cómo de romántico?
-Demasiado [sonríe]. Soy intenso, muy emocional y muy exagerado muchas veces a la hora de expresar lo que siento. He acabado por aceptarme y por intentar hablar de eso también a través de la música. Ahí está esa canción tremendamente intensa que es 'Cowboys de la A3', cuya letra dice que somos hijos de la intensidad. Siento de un modo muy intenso, tengo emociones muy fuertes, soy un romántico empedernido y lo asumo.
-¿Y a partir de ahí?
-Hay que apostar siempre fuerte en el amor. Si no apuestas fuerte, ¿qué ganancia esperas? No solo en el amor de pareja, hay que ir a por todas en el amor a los amigos y a la familia. Al amor no hay que tenerle miedo.
-¿A veces qué le ocurre?
-Que hacer frente a según qué situaciones se me hace un poco bola. Como consecuencia, creo que soy el amo de la procrastinación, echar las cosas para atrás se me da demasiado bien, de maravilla. Hay muchas cosas que llevo echando para atrás tanto tiempo que ya habrán prescrito. Soy un lince para echar las cosas para atrás, lo cual me convierte en un puto desastre.
-¿Duerme bien?
-Sí. Y para conseguirlo me cuido durante el día: hago ejercicio, no tomo mucha cafeína...; y antes de dormirme lo que hago es leer.
-¿Acaso vegetariano?
-Omnívoro. Admiro y respeto mucho a los vegetarianos y a los veganos, pero no me siento capaz de renunciar a los placeres de la carne, que me encanta; a veces me da vergüenza, pero ahí sigo.
-Que dice el alcalde Ballesta de Murcia que practica el ayuno, ¿y usted?
-No deliberadamente, lo que pasa es que, fíjese si soy vago y procrastinador, muchas veces procrastino el desayuno; digo 'ahora después' y, de repente, me planto en las dos de la tarde.
-¿El autor de 'Exoplaneta' cree que hay vida fuera de la Tierra?
-Pues... últimamente creo que no. A ver, no sería lógico pensar que este es el único mundo que existe, que no hay más vida inteligente que la que conocemos...; pero, si existe, estaría tan lejos de aquí, tan lejos y tan desconectada de nosotros, que creo que es una pérdida de tiempo invertir nuestro conocimiento, nuestra vida y nuestras ilusiones en tratar de encontrarla. Prefiero pensar que nací y me moriré en este planeta, y que lo que merece la pena es conocerlo y amarlo, incluso tener un sentimiento patriótico de ser terrícola.
-¿Dónde no le veremos nunca?
-Saltando en paracaídas.
-¿Qué conviene saber a quienes vayan a su casa?
-Que soy terriblemente malo cocinando, mejor que no se hagan falsas ilusiones [risas]. O que les guste la pizza Tarradellas.
Lucha feminista
-Cartagena.
-Es mi casa. Ahora mismo vivo en Madrid, pero cuando atravieso por un momento chungo, al lugar que deseo volver, la casilla de salida en la que pienso, el lugar donde me siento protegido, el que considero realmente mi hogar, es Cartagena. Allí es donde me reseteo de verdad.
-Usted y la política.
-Me considero una persona de izquierdas, progresista, e intento ser consecuente con ello; ahora, precisamente, me planteo si como artista tengo también un papel político que cumplir, porque como ciudadano soy muy consciente de que mi responsabilidad va mucho más allá de votar.
-¿Conveniente qué sería?
-Cada vez más logros en la gran lucha feminista.
-¿Morimos y punto?
-Yo tiendo a pensar que no. Soy una persona de izquierdas y también religiosa, o espiritual. Decidí que creo en Dios, y reconozco que así es más fácil vivir. Me siento más seguro pensando que no todo se acaba con la muerte. La vida no puede ser solo trabajar, ganar dinero y engordar.
-¿Qué veranos recuerda?
-Esos veranos irrepetibles en La Manga, que para mi formación vital fueron claramente más importantes que el instituto o la universidad.
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