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La afición del Real Murcia anima su equipo ante el Hércules. Guillermo Carrión / AGM

Una marea de 23.050 aficionados abarrotan el Enrique Roca en la victoria del Real Murcia en el derbi ante el Hércules

La previa del duelo estuvo marcada por los enfrentamientos entre los aficionados alicantinos y grupos radicales granas, con lanzamiento de objetos por parte de los murcianos, que fueron cargados por la policía

Antonio Zomeño

Sábado, 18 de enero 2025, 22:43

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El aroma de las grandes noches, ese sentir común de un partido que significaba algo más que tres puntos y una rivalidad cuya historia trasciende las fronteras regionales, se podía respirar a kilómetros a la rotonda de Nueva Condomina. El derbi entre el Real Murcia y el Hércules de Alicante, dos equipos que suman 38 campañas en la élite del fútbol español, es un clásico que ha vivido 90 episodios oficiales entre dos aficiones que hace tres años vivían este duelo en Segunda Federación, y ahora reclaman el sitio que les pertenece en el fútbol profesional.

El ambiente de la noche del sábado en el feudo grana fue el de las grandes citas, el de dos equipos llamados a pelear en lo alto de la tabla, con proyectos ambiciosos que sienten el respaldo de su afición. En los días previos al duelo se hablaba de la llegada de alrededor de 3.000 aficionados alicantinos a Nueva Condomina, una avalancha que, finalmente, superó las previsiones. Desde las primeras horas de la tarde se pudieron observar camisetas blanquiazules por los aledaños del estadio, donde se vivieron escenas de auténtica tensión entre los sectores más radicales de dos aficiones que no se gustan.

Dos horas antes del comienzo del choque, los alicantinos desplazados hasta Murcia y los aficionados radicales del cuadro grana se encontraban en las inmediaciones del centro comercial Nueva Condomina. El momento de máxima tensión coincidió con el traslado del grupo de alrededor de 1.5000 aficionados blanquiazules hacia el Estadio Enrique Roca para el recibimiento del autobús del Hércules.

En ese momento, envueltos en un clima de enfrentamiento con continuos cánticos e insultos dedicados de una a otra hinchada, algunos de los aficionados radicales del Real Murcia comenzaron a lanzar botellines de cristal, latas y mecheros. Las fuerzas de seguridad presentes efectuaron cargas policiales contra un grupo de alrededor de doscientos ultras del conjunto grana. Los incidentes se saldaron sin heridos ni detenidos.

Tras estos momentos de confrontación y pasado el gran recibimiento al autobús del Hércules, el sentir general del aficionado grana que transitaba por los aledaños de Nueva Condomina era de incertidumbre. «Me espero cualquier cosa, la verdad. Después de lo de Antequera uno ya no se fía», explicó un joven aficionado envuelto en su bufanda. Más optimistas se mostraban quienes ya llevan muchos derbis a su espalda. «Tenemos mejor equipo que el Hércules y vamos a ganar», aseguró un hombre de 72 años, socio del Real Murcia desde hace 51 temporadas.

En el interior de Nueva Condomina, rugía la parroquia herculana. Los nueve sectores de gradas reservados para los alicantinos, con la presencia de alrededor de 4.000 aficionados, tiñeron de blanquiazul todo el córner derecho del Fondo Norte, desde el techo hasta la primera fila.

Los onces pisaron el césped, las bufandas se elevaron al cielo y, con los primeros acordes, se desplegó un 'tifo' en el Fondo Sur, sobre la grada de animación, en el que se podía leer «Una vida, una pasión» en grana sobre fondo blanco. El duelo de gargantas entre los aficionados del Hércules y el Real Murcia quedó resuelto con la llegada del estribillo del Himno del Centenario. Pequeña victoria local.

Tras el paso por vestuarios, después de una primera parte con poco que contar sobre el césped, Nueva Condomina se apagó hasta que llegó el momento de entonar ese 'Vamos a segunda con Pedro León', que entró en el campo en el minuto 62. Como un talismán. Un minuto más tarde, las 23.050 almas que asistieron al clásico en Nueva Condomina despertaron con el tanto de Alcaina, y no dejaron de rugir hasta el pitido final.

Ovación cerrada del respetable como colofón a un clásico del fútbol español alumbrado por los focos de las ocasiones especiales, con el segundo desafío del curso a 'la maldición de los 20.000' en las grandes citas. Nadie se mueve de su sitio. Suena el Himno del Centenario; esta vez sí, como una sola alma.

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