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Alarcón, fortaleza medieval a orillas del río Júcar

Alarcón, fortaleza medieval a orillas del río Júcar

Sobre un enorme peñasco se levanta el espectacular pueblo de Alarcón que vigila desde la altura todo el horizonte conquense

Álvaro Romero

Jueves, 9 de mayo 2019, 08:23

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Al sur de la provincia de Cuenca, en Castilla la Mancha, se eleva, sobre una enorme peña, la espectacular villa de Alarcón. Desde la altura domina el horizonte y se dispone junto a una pronunciada hoz del río Júcar, mirador y defensa natural donde los haya. El enclave, privilegiado en muchos aspectos, se afianza como un punto estratégico perfecto para repeler ataques enemigos, por eso fue elegido desde antaño por innumerables pueblos que se asentaron a lo largo de la historia en la Península Ibérica.

Los íberos y más tarde los romanos dejaron allí su huella. Tras ellos Alarcón pasaría a dominio árabe, civilización que levantaría allí la primera fortaleza y daría nombre a la ciudad, hasta que en 1184 fueran derrotados y expulsados por las tropas cristianas del Rey Alfonso VIII, tras una cruenta batalla. Actualmente está considerada como Conjunto Histórico- Artístico, y no es para menos, caminar por sus calles es introducirse en toda esa carga histórica que le precede.

Viaje al pasado

Dentro de la villa, entre sus sinuosas callejuelas y coquetos rincones inalterados al paso del tiempo se dejan ver una amplia gama de edificios y lugares únicos. Los variados ejemplos arquitectónicos tanto religiosos como civiles adornan el recorrido y captan las miradas de los turistas que hasta allí se acercan, en busca de arte, cultura e historia.

A la riqueza arquitectónica se suma la humana y la gastronómica, sus gentes siempre hospitalarias reciben al viajero con los brazos abiertos y en sus bares y restaurantes se ofertan productos excepcionales y platos típicos regados con los mejores vinos del Júcar. En las últimas décadas el turismo se ha convertido en pieza fundamental del motor económico de la localidad.

Introducirse en el trazado urbano supone viajar al pasado, el visitante puede imaginar lo que debieron sentir los habitantes de siglos anteriores al asomarse a las murallas o cualquiera de sus miradores.

Alarcón siempre ha estado directamente relacionado con su castillo, el primitivo fue levantado bajo dominio musulmán y tras la reconquista sería reformado para las necesidades cristianas y modificado según los cánones arquitectónicos del medievo. Entre sus torres y defensas destaca la Torre del Homenaje, que se alza imponente luciendo desde cualquier punto del entorno. Actualmente, con más de 13 siglos de historia se ha convertido en Parador Nacional.

Además del castillo, allí se encuentra uno de los recintos fortificados mejor conservados de España. Una espectacular muralla de piedra intimida desde la lejanía y se abre al visitante dejándole paso entre hermosas puertas y torres. La primera de ellas es la Torre de Armas, también conocida como Torre del Campo, la cual deja acceso mediante la puerta homónima, dirigiendo al visitante al interior del recinto.

Tras ellas aparecen las torres del Calabozo y del Bodegón, no menos bellas. Cerca del cauce del Júcar se sitúa la Puerta del Río y un poco más arriba el mirado de la Peña, uno de los enclaves más hermosos para disfrutar del bello entorno que rodea Alarcón.

De arquitectura religiosa, ya en el interior del casco urbano, aparecen las iglesias de Santo Domingo de Silos, de San Juan Bautista, de la Santa Trinidad y de Santa María del Campo, además de la ermita de Santa María de la Orden. Por otra parte, de arquitectura civil cuenta con el Ayuntamiento, situado en la plaza del Infante Don Juan Manuel; la Casa de Villena y el palacio de los Castañeda, como ejemplos más reseñables.

Naturaleza y entorno

Alarcón presenta un entorno maravilloso, perfecto para disfrutar de la naturaleza y de los paisajes esculpidos por la continua erosión de las aguas del río Júcar, las cuales dejan espectaculares estampas a su paso. Diferentes rutas de senderismo permiten disfrutar del aire libre, el silencio y la tranquilidad que irradia este lugar, tan solo alterada por el canto de los pájaros y bajar de las aguas.

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