El grito contra la violencia de Delibes, en escena
Carmelo Gómez y Miguel Hermoso protagonizan una fiel adaptación de la novela del autor vallisoletano, manteniendo el lenguaje rural original
Casi medio siglo después de que Miguel Delibes pronunciara su grito contra la violencia en su novela 'Las guerras de nuestros antepasados', su crítica continúa desgraciadamente siendo vigente en nuestros días. La obra, que fue publicada en 1975, sigue cobrando sentido en la actualidad porque todavía seguimos persiguiendo una defensa de la paz frente a la guerra y la no violencia como camino de vida. Esas eran las líneas maestras que Delibes empleó en su novela, desde el nombre del protagonista, 'Pacífico' hasta el terrible final de la obra. Y esas son también las claves que Eduardo Galán utilizó para adaptar la historia y llevarla al teatro.
'Las guerras de nuestros antepasados'
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Cuándo Sábado a las 20 horas.
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Dónde Teatro Concha Segura. Yecla.
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Cuánto Entradas: 13, 15 y 18 euros.
El resultado es el espectáculo que se representa este sábado en el Teatro Concha Segura de Yecla, con Carmelo Gómez y Miguel Hermoso a la cabeza. Los dos protagonizan esta producción de Pentación Espectáculos dirigida por Claudio Tolcachir que se ha convertido en un fiel retrato de la novela de Delibes. Aunque es Galán el principal responsable del éxito de la adaptación, a ella también ha contribuido el propio Carmelo Gómez. Natural de un pueblo de León, quiso poner su conocimiento y experiencia al servicio de la obra y puso su grano de arena para pular la última versión del texto que ahora se presenta.
Natural de un pueblo de León, Carmelo Gómez ha contribuido a la adaptación con su conocimiento
La obra ha respetado el esquema original de las siete entrevistas que mantiene Pacífico con el psiquiatra de la prisión. En todas ellas el personaje es capaz de expresarse con libertad y con el mejor lenguaje rural castellano, el mismo que el autor original le otorgó en su historia. De esta manera se destaca por encima de todo el carácter complejo de Pacífico Pérez, el que mejor describe lo que la novela quiere transmitir.
Es un hombre con una tendencia de sumisión a los poderosos, «con resignación casi franciscana ante un destino grabado en su memoria desde la cuna con las historias de las guerras que le contaban el Abue, el Bisa y Padre», explica Galán. Esos recuerdos marcaron su infancia con una obsesión por las guerras y un desprecio por la violencia, aunque también él terminará matando. Condenado por homicidio ingresa en la prisión, donde le cuenta su vida y sentimientos al médico. A lo largo del relato del joven, el público observa y toma conciencia de un país y de una sociedad violenta y enfrentada, que no puede, generación tras generación, vivir sin una guerra que librar.
