Las cofradías de Torrevieja restauran su imagen de La Purísima
Alfredo Guillén presenta los trabajos de limpieza y conservación de la talla, donada por la familia de Tomás Valcárcel
La Purísima solo hay una. Pero eso no ha sido óbice para que, fruto de la profunda devoción y veneración que despierta en Torrevieja, esta haya sido replicada por aquellos que su economía y su fe se lo permitiera. Es el caso de la familia de Tomás Valcárcel. El que fuera presidente de las Hogueras de Alicante mandó al taller de Antonio Castillo una imagen que acabó donada a la Junta Mayor de Cofradías.
Su deterioro en los últimos años animó a estas a buscar unas manos expertas que la restauraran. Esas han sido las de, se podría decir, un pupilo de Valcárcel, Alfredo Guillén. Conocido rostro de las Hogueras de los Molinos del Calvario y graduado en conservación de bienes culturales por la Universidad Politécnica de Valencia ha sido artífice de que la Virgen vuelva a lucir espléndida. Ayer daba los detalles de este trabajo en una conferencia en el Museo de Arte Sacro de Orihuela.
Previamente, y con motivo de las fiestas en honor a la Patrona torrevejense, ya explicó los retos que debió afrontar en la recuperación de la talla. Más de un año, dijo, ha estado dentro de los talleres de la UPV, donde se la sometió a pruebas tales como un estudio fotográfico con luz ultravioleta, radiografías, análisis con microscopio, toma de muestras, o catas de color. Una vez realizadas las pruebas, relata, se decidió la intervención más apropiada. La primera fase fue de limpieza mediante aspiración y brochas, continuando con la limpieza físico química mecánica mediante hisopos con distintas disolución de disolvente eliminando todo repinte.
«Posteriormente se hizo una retirada de las ceras que protegían la policromía original para poder realizar labores de mantenimiento y conservación preventiva». En la tercera fase se realizó un primer barnizado de toda la imagen, en la que colaboraron el dorador oriolano Carmelo Navarro y el artista torrevejense Víctor García. «Se decidió dorar todas las partes que estaban oxidadas, ya que le imagen tenía un oro falso al cobre y había producido muchos daños».
En cuanto la pieza de orfebrería, dice, «se sustituyó la antigua aureola que llevaba por una de menor tamaño hecha por el taller David de Valencia y que tiene una semejanza con la antigua, que es obra de José Puchol de 1791».