¿Vox contra la Iglesia católica?
Jumilla se había convertido en capital de la islamofobia –disfrazada de defensa de las tradiciones patrias– al pairo de la decisión de una alcaldesa del ... Partido Popular que se dejó arrastrar por el voto de un concejal de Vox. Mientras los familiares de Nadia (la trabajadora temporera marroquí de aproximadamente 35 años y vecina de Jumilla, que falleció el pasado 9 de agosto arrollada por una máquina en la finca donde trabajaba recogiendo lechuga) rezaban por su alma (Janazah), la Conferencia Episcopal de España se unía a la Comisión Islámica en la defensa de la libertad religiosa. La respuesta de Abascal no se hizo esperar: acusó a los obispos de estar amordazados por los casos de pederastia (generalizar siempre es un atajo peligroso, porque nos aleja de la verdad, fomenta la división y deshumaniza) y de vivir de las subvenciones públicas (como antes hicieron en Murcia con Croem, UGT y CC OO). Supongo que el próximo paso será registrar una proposición de ley para dejar sin fondos a la Iglesia católica: Cáritas, Proyecto Hombre, Manos Unidas... y tantas organizaciones que luchan por romper la cadena hereditaria de la pobreza y mucho más. Sí, una iniciativa como la proposición de ley presentada el 12 de mayo de 2025 por Vox para dejar sin asignaciones económicas a los sindicatos más representativos (CC OO y UGT) y a la patronal de empresarios(Croem). Por cierto, el 82% de los ingresos de Vox procede de las arcas del Estado.
Más temprano que tarde, el Sr. Abascal marcará entre los obispos que son de su cuerda y aquellos que son seguidores del 'ciudadano Bergoglio' (así trató al papa Francisco este señor). Suponemos que cuando Joan Planellas i Barnosell, arzobispo de Tarragona, afirma que «un xenófobo no puede ser un verdadero cristiano», está en la categoría para Abascal de los malos españoles y malos obispos. Nos gustaría saber quién de los miembros de la Conferencia Episcopal Española es para Abascal un buen español y buen obispo, para así confirmar nuestras sospechas. En fin... Abascal (y ejemplifico en este señor a tres millones de españoles), en realidad, no hace más que seguir el manual del perfecto ultraderechista: diferenciar entre el buen y el mal español, el buen y el mal obispo. El buen español, seguidor de las tradiciones, sin mezcla alguna de sangre mora ni judía, cristiano de los de lanza en ristre y a caballo; el mal español, permisivo y flojo con todos los que amenazan nuestras santas y milenarias costumbres, culpable de sentir que las personas se definen por lo que contribuyen al bien común y no por dónde vienen, gente que no es de fiar porque trata a los demás con respeto.
Sí, Nadia vino a España a trabajar para vivir. Y encontró la muerte. Sus compañeros de tajo lo seguirán intentando. Aspirarán a trabajar para vivir, con derechos, sin discriminaciones, con respeto. Pero no interesa que eso sea así. Los datos afirman (y Vox lo utiliza torticeramente) que muchos son seres humanos ilegales (nunca entendí cómo un ser humano puede ser ilegal, siempre pensé que esto era un constructo para entender los intereses y el nivel de probidad moral de algunos empresarios y ciudadanos de a pie). A ver, el ser humano 'ilegalizado' es más barato, más rentable, no sólo porque su necesidad le obligue a asumir condiciones inadmisibles, sino porque su desesperado esfuerzo deprecia el valor de la mano de obra. Además, no genera costes tangenciales: ni educación, ni sanidad, ni subsidios, ni gastos de jubilación. Pura rentabilidad que convierte el sudor en calderilla. Como afirma en su homilía viral el sacerdote Emilio Jesús Montes, párroco de Valdepeñas: «Si el jornal son 8 horas, son 8, y si se trabajan 12 horas, se pagarán las horas extra».
Estamos cayendo sin darnos cuenta en el juego perverso de la ultraderecha. Las personas no nos definimos por ser mano de obra, ¿alguno de nosotros querría ser considerado sólo por cómo pone ladrillos, lleva bandejas con bebidas, o recoge melones? ¿Un ser humano se reduce sólo a que es un ser productivo, barato, desechable? ¡Desde cuando un ser humano es un recurso al mismo nivel que la máquina que le mata! La ideología del maquinismo nos convierte (a unos más que a otros; más a los pobres, extranjeros, diferentes, mujeres...) en simples engranajes de un gran mecanismo que provee servicios y crea productos sin fin para que quienes los producen luego los consuman.
Pareciera que estos salvapatrias son unos vanguardistas, como en 'Tiempos modernos' de Charles Chaplin: consideran a los otros como tuercas de la gran máquina, útiles mientras proporcionen ganancias y descartables cuando ya no sean útiles. En un mundo donde todo es desechable, ¿quién me salva de no ser desechado? Coincido con José Antonio Planes, director de Cáritas, cuando nos recuerda el deber de los católicos de acoger, proteger, promover e integrar al inmigrante. Hay que acabar con la perversa lógica de la ultraderecha: el gran logro del cristianismo fue, es y será que considera a las personas no como peones en un juego sino –como afirma el Cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid– como criaturas con igual dignidad, hijos e hijas de un mismo Dios.
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