El diluvio ya llegó
El voto y la acción política concreta con tu familia, en tu barrio, en tu pueblo o ciudad es lo que tenemos todos, y esa es nuestra responsabilidad
Cada época tiene momentos que despiertan las conciencias políticas y te hacen caer del caballo, como a San Pablo. Te caes y te das cuenta ... de que tu inocente mundo no lo es.
Un momento despertador es ahora Gaza, como en los años 90 del pasado siglo lo fueron Srebrenica o Ruanda. Recordemos: la matanza de 8.000 personas en Srebrenica (y el cerco de Sarajevo), o las matanzas de Ruanda en 1994 donde se estima entre 500.000 y 1.000.000 de personas fueron asesinadas según cálculos oficiales. Los autores materiales e intelectuales del genocidio de Srebrenica fueron condenados, no así los de Ruanda. ¿Algún día lo será Netanhayu por Gaza? No somos ingenuos, y nos tememos que no: un juicio real a Netanhayu posiblemente nos haría conocer muchos intereses europeos y norteamericanos que mejor –como niños que nos tratan– nos podemos imaginar, pero no tenemos el derecho a verificar. Claro que siempre puede haber alguna filtración en el futuro. Quien lo sabe: gente decente hay en todos los sitios.
– E indecente también. Daniel Goldhagen, profesor de la Universidad de Harvard, publicó hace unos años un libro revolucionario: 'Los verdugos voluntarios de Hitler'. La revolución se fundamentaba en otra forma de ver la realidad: hasta hace nada, los únicos malos malísimos del Holocausto Judío eran los nazis, pero... ¿Qué había de los alemanes no nazis?; ¿Por qué no hicieron nada? Goldhagen va un paso más allá: ¿Seguro que no hicieron nada? ¿No estaban haciendo ya bastante con su silencio? Estas y otras preguntas me persiguen en los últimos tiempos enganchadas a temas como el genocidio en Gaza, la invasión de Ucrania o el cierre del Centro de Menores de Santa Cruz.
Hace unos días, conversando con una colega, ella me recomendó que no me metiera en tantos charcos. Mi respuesta fue inmediata: «Te prometo que así lo haré, amiga. A ver, si cualquier día de estos presencio que un grupo de descerebrados te violan, me mantendré al margen, no me meteré en ese charco, pero como soy amigo tuyo me esperaré hasta el final para llevarte a casa o al hospital», le dije. «Tampoco es eso», me contestó ella.
Soy consciente de que este no es un buen ejemplo, porque todo esto es más fácil si lo hacemos en grupo. Según la teoría de difusión de la responsabilidad, a partir de una masa crítica de testigos, actúa la difusión de la responsabilidad que disuade a los testigos de un hecho a actuar ante el mismo. Para explicar esta teoría siempre se acude a una historia real: Kitty Genovese, una mujer de Nueva York, fue asesinada cerca de su casa a puñaladas. Más de 30 vecinos de Genovese escucharon sus gritos de ayuda por aproximadamente media hora, pero ninguno la ayudó, al pensar cada uno que algún otro lo haría. «Ninguna gota de lluvia cree haber causado el diluvio».
– Por desgracia, el diluvio ya llegó. Hay diluvio cuando nos quedamos callados viendo cómo unos se mojan mientras nosotros nos guarecemos de la lluvia con un triste paraguas. Siempre ha habido diluvios, o sea, situaciones en que unos sufren mientras los otros nos comportamos como espectadores o críticos en el sofá frente al televisor. Y es que creemos que tras toda lluvia siempre escampa. Es cierto: ningún mal dura cien años, pero mientras tanto... mientras que el mal dura, mientras hay quienes se mojan y mueren y son masacrados, ¿nos podemos permitir el lujo de ser espectadores?
La pregunta anterior tiene trampa, puesto que es fácil responder: yo no puedo hacer nada, no tengo poder, es mi gobierno el que lo debe hacer. Cierto, tu gobierno, pero ¿de qué forma has contribuido tú para los que ahora te representan en España, en tu comunidad autónoma, en tu ciudad... no hagan nada? El voto y la acción política concreta con tu familia, en tu barrio, en tu pueblo o ciudad es lo que tenemos todos, y esa es nuestra responsabilidad.
Miedo podemos tener todos a significarnos, y así dejar que los indocumentados y violentos nos quiten el derecho a defender nuestras libertades y las de los demás. El miedo es libre, y hay que respetarlo, pero cuando te alejas un poco de ti mismo te das cuenta qué eres tú el que tiene miedo, el que posee al miedo, el que puede dominarlo sólo o –mejor– en compañía de otros. Y al miedo hay que responderle con un sonoro No. Camus decía que rebelde es el que siempre ha dicho si, hasta que un día pronunció su primer no (y se extrañó de oírse).
Es en momentos como este, con Gaza, Ucrania, Sudán del Sur y tantos conflictos mediáticos u olvidados, en que uno debe significarse, incluso para no estar de acuerdo con los que te representan en el gobierno o en las organizaciones políticas, sociales o religiosas a las que uno pertenece. Al final este diluvio pasará, dejará muertos y desaparecidos, nos olvidaremos de Gaza y Ucrania, como nos olvidamos de Srebrenica o Ruanda, pero llegarán otros... Otros diluvios en los que quizás ya no podamos elegir ser espectadores porque la sangre de las víctimas es la nuestra.
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