Borrar

Trump es necesario

Donald fue educado en un pragmatismo estricto y en un egoísmo que ha hecho evolucionar el mundo tal y como lo conocemos

Sábado, 14 de noviembre 2020, 01:20

Donald aguanta bajo la lluvia en el cementerio de Arlington, que le dedica la más gris de las mañanas. Él no sirvió, el ejército le parece ajeno y no entiende la gloria de los caídos por Estados Unidos, a los que llamó «perdedores» en septiembre, según 'The Atlantic'. La paradoja es que ahora él es el perdedor, el mal perdedor que se llevaba el balón cuando perdía el partido o no lo sacaban. Para Donald dar la vida por la patria es de perdedores.

Donald fue educado en un pragmatismo estricto y en un egoísmo que ha hecho evolucionar el mundo tal y como lo conocemos. Sus valores eran ajenos a esa generosidad de los que caen por su país. Él nunca lo hubiera hecho, como jamás hubiese hecho nada por los demás. Fue educado para ser parte de una aristocracia neoyorkina que nunca lo ha aceptado ya desde los 80. Intentó formar parte de la farándula de entonces y consiguió caras de pasmo en las fotos con Warhol y de desprecio en las que aparecía Divine. Decidió en algún momento que necesitaba una aprobación de rango menor, la del gran público que lo admiraba solo por su dinero, la aprobación de los que menos se cuestionan las cosas. Para Donald las élites intelectuales dedican su tiempo a estudiar y aprender porque son unos perdedores.

Donald heredó una fortuna pero lo hizo mal. Los negocios en los 80 le fueron fracasando y su deuda con los bancos creció hasta lo insostenible. La forma que los banqueros tuvieron de evitar el desastre fue darle más dinero y la bola fue creciendo. El capital de Trump es un enigma enrevesado bajo una maraña de trampas fiscales. Para Donald pagar impuestos es de perdedores.

Llegó a presidente de su país jugando sucio, vendiendo su alma al enemigo y mintiendo

Con las mujeres se comportó de la manera más íntegra con respecto a su educación: las trató como objetos que lo satisfacían. Mujeres como sillas o como camas que buscaban su poder y su dinero. Es difícil pensar que exista el amor en algo que rodea a Donald. Hemos leído a actrices porno contar que su pene tiene una extraña forma retorcida, lo hemos oído decir que las agarra por el coño, hemos visto a su mujer despreciar su mano sucia decenas de veces. Pero le da igual porque hay conceptos que Donald no entiende, como el amor o la generosidad. Para Donald el amor es de perdedores.

Llegó a presidente de su país jugando sucio, vendiendo su alma al enemigo y mintiendo. Ha conseguido que el prestigio de su patria se hunda en un sumidero, ha encerrado a niños en jaulas, llevado a muertes temerarias a la gente por inyectarse lejía para curar el virus. Hemos visto a un presidente de los Estados Unidos pregonar eso, decir que si pudiésemos meternos desinfectante mataríamos el virus. Es casi un analfabeto, pero ha gobernado su país sin negociar con nadie sobre un hecho trágico: institucionalizar la mentira. Para Donald decir la verdad es de perdedores.

Este hombre ha exhibido todos los vicios posibles en un ser humano, ¿por qué lo necesitamos? Es sencillo, porque debemos educar a nuestros hijos en el bien. En estos tiempos de miseria moral se ha perdido la orientación. Los niños quieren ser como las personas que ven en la tele, y viendo la tele estaremos de acuerdo en que eso es trágico. Unos quieren ser como los concursantes de 'realities', pero habrá miles de niños que quieran ser como Trump, que asuman que el racismo, el machismo, el clasismo y todos los ismos que conducen al mal son una parte necesaria del triunfo, ya que el peor de los seres humanos ha logrado ser el más poderoso.

Donald es necesario porque es visible, porque sabemos que está ahí. Otros muchos hombres malos llevan a cabo su terrible quehacer sin que los veamos, tal vez sean al final peores para el mundo. Por el contrario, Donald es un ejemplo que podemos utilizar de cara a nuestros hijos. Podemos decirles: «No seas como él» y ellos no nos podrán responder diciendo: «Si es un ganador es que su método funciona», porque ha perdido.

Donald resiste la lluvia en su cara en el cementerio de Arlington y, en cada gota, la historia cae limpiando su miserable figura. El tiempo debe bañar a este heraldo del mal y nosotros debemos mostrar a los niños que ha perdido, que odiando, mintiendo, acosando, solo logró perder de la forma más ridícula: llevándose el balón a casa, lloriqueando y amenazando, como hacen los peores mierdas de cada clase, los matones a pesar de los cuales el mundo acaba siendo mejor.

Todos deberíamos tener en casa una foto de ese hombre obeso y violento para poder decir a nuestros hijos: «No seas como él. Sé mejor, puedes conseguirlo y ello no hará que pierdas. Puedes ser un ganador amando, respetando y diciendo la verdad. Puedes ser un ganador haciendo el bien y, cuando desaparezcas, tu recuerdo inspirará a otros, de manera que estarás construyendo un mundo mejor».

Donald es el perdedor necesario.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Trump es necesario