Murciglero
Qué complicado escoger entre las más de 93.000 palabras que aparecen en el diccionario de la RAE, tantas me gustan
No van en orden y cualquiera de lo detallado a continuación en calidad de lugar, actividad o cosa es capaz de propulsar mis endorfinas hasta ... la estratosfera y más allá: nadar incluso con el mar helado, un bocata de jamón, Colombia de abajo a arriba, la poesía de Alejandra Pizarnik, un verano en barco, los campos de margaritas, la luz de Zurbarán, lo que sea de Nina Simone, las trufas de chocolate, el cielo azul, escribir, una orquesta con muchos músicos, la fotografía, el café recién molido, un libro de historia, el mango poco maduro, una película de Godard, el faro de Cabo de Palos, montar en bici... También disfruto con las redes sociales de la RAE, esa institución que desde 1713 vela por el buen uso y la unidad del español, patrimonio común de 590 millones de personas y que cada mañana comparte la que llama la palabra del día.
Lunes, cantinela: repetición molesta e inoportuna. Martes, engolar: dar resonancia gutural a la voz. Miércoles, ñandú: ave corredora. Jueves, parata: bancal pequeño y estrecho. Viernes, obsecuencia: sumisión, amabilidad. Sábado, fútil: de poco aprecio o importancia. La palabra del domingo fue murciglero, que para los académicos viene a ser un ladrón nocturno, pero hay otros diccionarios que van más allá y definen así al que roba mientras otros duermen. Vamos, que les chupa la sangre, como hace ese repugnante y nocturno mamífero que tiene colmillos y puede llegar a los 1,5 metros de envergadura. ¿Les cuento un secreto? Un día me cargué a escobazos a uno de estos morciguillos, así les llamamos en Murcia, que tuvo la osadía de revolotear sobre mi cama y no me tocó otra que elegir entre su muerte o la mía, porque hay que ver el asco que me dan estos bichos. Menos mal que los de Podemos no habían nacido ni tampoco existía la Ley de Bienestar Animal por la que podría haber dado con mis huesos en la cárcel al propinarle semejante paliza al desdichado animalillo.
Volvamos a las palabras. Encuentro poco sentido perder el tiempo y hacerles perder el suyo con asuntos políticos, pero qué complicado escoger entre las más de 93.000 que aparecen en el diccionario de la RAE, tantas me gustan: euforia, desparpajo, pícaro, sempiterno, retazo, catarsis, inefable, etéreo, alba, arrebolada, lilaila, melifluo, morriña. De allende los mares me quedo con apapachar, que significa abrazar con fuerza a alguien, y con pendejo, persona sinvergüenza o despreciable aunque otra de sus acepciones se refiere al pelo que nace en el pubis e ingles. Berraca, con b o con v, también me flipa porque admiro a la gente valiente que vive con un par de narices esta existencia a veces tan ingrata y cuesta arriba.
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