Los superpoderes de los besos de las madres
La maternidad, tema cardinal en la historia del arte, ha sido objeto de culto ancestral y tiene una gran parte de fenómeno cultural construido
La artista Minjeong An tiene una obra gráfica titulada 'El poder de un beso' en la que invoca con figuras geométricas y complejos cálculos el ... beso poderoso que cada día su madre le daba antes de ir a la escuela. Cuando estaba cansada de caminar, el beso guardado en su cara le recargaba para seguir caminando hasta llegar al colegio. Y quizá usted también tuvo esa dicha, o invoca este poder cada mañana cuando despide a sus prendas más queridas para llevarlas al colegio con un sonoro ósculo.
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La maternidad, tema cardinal en la historia universal del arte, ha sido objeto de culto ancestral, y tiene una gran parte de fenómeno cultural construido. Es una experiencia que va más allá del hecho biológico de concebir, gestar y criar una vida. Es una realidad compleja, teñida –hoy más que nunca– de consideraciones sociales, ideológicas y también económicas. Dedicarle un día particular en el calendario ya es una cuestión mucho más abarcable. En 1914, el presidente de los Estados Unidos declaró que el segundo domingo de mayo sería fiesta nacional, para festejar a las madres. En el caso español, informa la Biblioteca Nacional, la primera iniciativa registrada es de 1925, y fue seguida por otras que no terminaron de superar el dintel de la anécdota del día en la prensa, a pesar de que en España estaba gobernando el general Primo de Rivera, y que las políticas natalistas ya tenían relevancia. Fue tras la Guerra Civil cuando la tradición se convierte en fiesta de guardar. La natalidad era el principal componente ideológico de la política demográfica del régimen franquista: premios a las familias numerosas; préstamos a los recién casados; leyes para que las novias dejaran de trabajar una vez se casaban; y un complemento salarial que el padre de familia recibía en función del número de hijos.
La Iglesia, aliada del régimen, reforzó estas ideas con una liturgia que colocaba a la familia en el centro de la sociedad, y a la figura de la Virgen María como ejemplo a seguir por su sacrificio y abnegación. La Sección Femenina de la Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, pieza clave en el adoctrinamiento de las jóvenes, también puso de su parte. El Servicio Social de la Mujer era una formación obligatoria de seis meses para las chicas que quisieran continuar sus estudios en la universidad, hacer una oposición, o ejercer una profesión. Los contenidos impartidos dejaban claro que la mujer tenía que ser buena madre y esposa. No era una recomendación: era una obligación y un deber con el Estado.
Y con tanta exigencia, ¡bien se merecían un día! Primero fue el 8 de diciembre, coincidiendo con la festividad de la Inmaculada Concepción, que conmemora el nacimiento de la Virgen María. A partir de 1956 pasó a celebrarse el primer domingo de mayo. El cambio de fecha imprimió un giro más comercial a la festividad, más a la moda, como se veían en las modernas celebraciones de Estados Unidos. Lo americano, antes comercial y pagano, ahora estaba bien visto por el régimen. En 1953 se firmaron los Pactos Ejecutivos de Madrid y España había empezado a recibir ayuda americana a cambio de permitir instalar en territorio español cuatro bases militares. Pero lo cierto era que desde 1954 Pepín Fernández, dueño de los grandes almacenes Galerías Preciados, celebraba el Día del Padre, por lo que nada extraño fue que el Día de la Madre también tuviera un espacio en la sección de perfumería, papelería o floristería.
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Con independencia del día, de la Sección Femenina y las políticas natalistas, o del mismo Pepín Fernández y su apología al consumo, las madres seguían regalando besos con superpoderes para aliviar un balonazo, curar una pupa, olvidar un desengaño o aprobar un examen, ajenas a todo lo que no fuera ese momento íntimo, donde se paraba el mundo y nada más importaba. No lo dude, corra a por su beso de hoy.
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