La reina Soraya Tarzi, un referente para las afganas

Se ha eliminado cualquier participación pública de las mujeres. No siempre fue así. Cuando Afganistán se independizó, una ola reformista se instaló en el poder

Miércoles, 27 de noviembre 2024, 00:08

«Nunca olviden que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres sean cuestionados». Así de tajante se mostraba ... Simone de Beauvoir, una de las filósofas más influyentes del siglo XX. Para muchos de nosotros, esto es una lejana distopía, pero en algunas partes del mundo es la pesadilla diaria de un monstruo que no cesa de crecer. Está sucediendo en Afganistán. Desde su llegada al poder en 2021, los talibanes han impuesto una serie de medidas drásticas que ahogan cualquier aire de libertad para las mujeres, amparados en una interpretación radical de la sharía – el sistema legal musulmán–. El toque de gracia ha sido una ley aprobada en agosto de 2024 que prohíbe a las mujeres cantar y hablar en público. Reducidas al ámbito doméstico, como trabajadoras y reproductoras sin derechos, se ha eliminado cualquier participación pública. Silenciadas en todos los sentidos, hasta privarlas de su propia voz.

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No siempre fue así, y reivindicando el legado de quienes creyeron en los derechos de las mujeres afganas creamos un lugar para la esperanza. Cuando Afganistán logró la independencia británica, en 1919, una ola reformista se instaló en el poder. Durante una década de reinado (1919-1929) el rey Amanulá Khan y la reina consorte Soraya Tarzi se esforzaron por modernizar el país, reducir la influencia de los líderes religiosos en la vida civil y promover la educación de las mujeres. La educación es un pilar del islam, de hecho la sharía considera una obligación religiosa y fundamental la búsqueda del conocimiento.

Afganistán, sin embargo, no fue nunca un epicentro cultural, y la pervivencia de las costumbres y luchas tribales terminaría con la abdicación del rey Amanulá Khan y su huida al exilio en 1929. Pero antes la pareja real luchó por alumbrar el progreso. Soraya Tarzi provenía de un hogar privilegiado, su padre era un intelectual liberal que jugaría un papel clave en los intentos de modernizar el país; su madre, también culta, fundó la primera revista para mujeres de Afganistán y contagió el virus de la libertad a su hija. La reina fundó la primera escuela para niñas, en Kabul, en 1921, y otros centros educativos femeninos.

La lucha contra la poligamia era otra de las cruzadas de la reina. Su esposo había renunciado a tener varias esposas –ni qué decir a un harén, como permitía la ley islámica–. Los historiadores señalan que la desconexión entre el entorno de la pareja real y su país era abismal. Sus reformas, que gozaban de la aprobación de las élites urbanas, chocaban directamente con la realidad de un territorio rural dominado por las élites tribales y un poder religioso conservador. Muchas de las reformas introducidas impactaban directamente en las costumbres centenarias, y amenazaban el statu quo.

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El descontento aumentó cuando los reyes acometieron un largo viaje por Europa en 1927. La comunidad internacional estaba entusiasmada: la reina apareció ese año como una de las mujeres más influyentes, según 'The Times'. Sin embargo, en el interior del país, donde los problemas y las revueltas nunca habían cesado, se utilizaron las fotografías de la reina vistiendo a lo occidental, con los brazos descubiertos, y sin velo como signos inaceptables de amoralidad.

A la vuelta de la gira, los reyes implementaron nuevas acciones sociales. Entre ellas la eliminación del velo, una medida que la reina apoyaba, y que llegó a escenificar en un acto público. No, no es solo un trapo. El velo simboliza los valores tradicionales en lo que respecta a los roles de género y la práctica del islam. Esta provocación, unida a un malestar creciente, inició una revuelta que derivó en una guerra civil. La pareja real se vio obligada a dejar el país, abandonado a su suerte, y no fue una suerte buena. La reina Soraya fracasó en sus anhelos de ofrecer nuevos derechos a las mujeres de Afganistán, pero triunfó al convertirse en una pionera, un referente para todas aquellas mujeres que, privadas de su voz, por una interpretación mezquina de la ley, son ahogadas en el silencio. Recordar la voz de la reina Soraya evoca la esperanza del cambio que es posible, una vez más, de la mano de Occidente.

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