La supervivencia de la cultura
Necesitamos ayuda, como la necesitan otros sectores, pero el nuestro es especialmente frágil
La situación que vivimos tiene mucho que ver con la película 'Viven' (1993) en la que se narra el dramático episodio de un equipo de rugby chileno cuyo avión se estrella en los Andes. El impacto fue inesperado y muy violento, obligando a cada personaje a ser como en realidad es. Nosotros estamos un poco así. Hemos sufrido un desastre y nos mostramos tal y como somos, en este tiempo de relaciones restringidas o directamente prohibidas lo estamos haciendo en redes sociales. De la misma forma en que en la película algunos toman las decisiones tan extremas como para alimentar a todos comiendo carne de los muertos, otros se quedan paralizados al sol, en el ala del avión destrozado. Salvando las enormes distancias, hoy unos toman iniciativa y riesgos y otros esperan a que alguien corte el cadáver por ellos.
La cultura ha tomado la iniciativa y es tal vez el sector más activo en esta crisis que solo tiene parangón con el crack del 29. Estos días los músicos están cantando para la gente desde su casa, los artistas muestran su trabajo, los poetas publican sus obras y los que sabemos algo de alguna cosa damos videoconferencias o hacemos el payaso para que el tiempo pase menos angustiosamente, porque en algún momento tendremos que escalar la cordillera andina para lograr la salvación. No somos un sector decorativo o accesorio, no somos solo aquellos a los que se recurre para dar color a la Marca España. Somos casi el 4% del PIB, somos 700.000 empleados de un sector simbólicamente imprescindible que en estos momentos mantiene la moral desde las series de Netflix, los directos de YouTube y las conferencias de zoom.
Pero este sector, pese a su importancia, vivía ya en la precariedad durante la supuesta recuperación. Hoy está en un momento crítico. La realidad es que la mayoría de artistas, incluyendo los que aparecen en los libros de historia del arte, no pueden pagarse su autónomo. Las mayoría de galerías de arte no van a poder resistir este parón, es previsible que cierre la mayoría en el plazo de uno o dos años. En Murcia sobrevivimos cuatro, si desaparecemos el paisaje artístico se empobrecerá de una manera irreversible, como si cierran las pocas editoriales que heroicamente se mantienen con todo en contra. Si vamos a otros sectores la situación no será distinta. Necesitamos ayuda, como la necesitan otros sectores, pero el nuestro es especialmente frágil.
Para plantear estrategias en esta situación hay que estudiar las más próximas, y creo que no ha ocurrido nada tan desastroso para la economía mundial desde el crack bursátil del 29. Aquello provocó la Gran Depresión en Estados Unidos que Roosevelt encaró con el New Deal, un nuevo acuerdo social y económico en el que el Gobierno estadounidense se reinventó para paliar una crisis humanitaria que hemos leído en 'Las uvas de la ira' y visto en cientos de películas. Dentro de las medidas de ese New Deal que tan bien deberían estudiar nuestros gobiernos, hubo una, la Public Work of Art Project con la que la Civil Works Administration asignó una partida, pequeña dentro del enorme presupuesto destinado a la reconstrucción, para contratar a artistas. En Nueva York unos 1.000 creadores se incorporaron a esta nómina. Aquello permitió que los jóvenes artistas de entonces pudiesen seguir trabajando. Por citar algunos, Arshile Gorky, Stuart Davis o Harry Holtzman. Este proyecto tuvo una sección para escritores y para músicos. Aquel gobierno tan importante en el siglo XX también creó la Farm Securities Administration (FSA) a través de la cual se contrató a los grandes documentalistas como Walker Evans o Dorothea Lange. La imagen en blanco y negro de la 'Madre inmigrante' que construye el imaginario de la época es fruto de ese gran acierto de Roosevelt.
Hoy estamos en esa situación. El Gobierno de la nación no actuó con rapidez y este error de ministro de Cultura y Deportes que tenemos negó la posibilidad de ayuda la semana pasada, siendo corregido casi inmediatamente. Frente a esta confusión, Murcia sí actuó con celeridad. El ICA (Instituto de las Industrias Culturales y las Artes de la Región de Murcia) lanzó el plan CREA para apoyar a los creadores y las industrias culturales. Hace unos días se anunció una dotación de 3.000.000 €. El Ayuntamiento de Murcia ha anunciado una cantidad de 700.000 € y en estos momentos estudia la forma de utilizarlos. Otras comunidades y ayuntamientos también han entendido la gravedad de la situación y anuncian planes similares.
La agilidad de nuestras instituciones es una gran noticia, pero debemos ir viendo cómo se concretan las ayudas. Se debe estudiar bien la forma para evitar situaciones injustas. Hay que abarcar el mayor terreno posible, la supervivencia de las industrias culturales puede depender de esta estrategia política que es una gran oportunidad tanto para nuestro alcalde como para nuestro presidente. Roosevelt es recordado por ganar la II Guerra Mundial tanto como por haber salvado a Estados Unidos del abismo. Dentro de aquella estrategia tan importante en la historia de la economía estuvo la salvación de los artistas que luego hicieron grande al país y hoy constituyen la mejor imagen de la primera potencia mundial.
Estos planes de ayuda son, por lo tanto, una oportunidad de salvar a la cultura y, a la vez, de fijar el paso a la historia de los responsables políticos que sepan actuar con justicia e inteligencia.