Sonido y ruido
Los políticos locales deben hacer cumplir las leyes y normativas que nos preservan y protegen del ruido medioambiental
Si les dijera que el sonido es una sensación percibida por el oído humano debida a las diferencias de presión producidas por la vibración de ... un cuerpo y que se transmite por un medio elástico como es el aire, ustedes me podrían contestar: «pues qué bien, ¿algo más?».
Este artículo de opinión pretende ser un granito de arena más que haga granero vinculado con la celebración del día internacional para prevención contra el ruido, y la primera idea que me gustaría transmitirles es que, mientras que el sonido es una sensación generalmente agradable y que en muchas ocasiones actúa como antídoto ante el estrés, que lamentablemente nos invade a diario, el ruido actúa provocando y acentuando ese estrés, ya de por sí lo suficientemente intenso como para ser capaz de conducirnos a situaciones límite. El sonido cura, relaja. Es capaz de envolvernos y proporcionarnos una sensación de paz y tranquilidad. Por el contrario, el ruido puede generar enfermedades tanto psicológicas como orgánicas (ansiedad, depresión, alteraciones cardiovasculares y otras). Esto no lo he profetizado yo. Hay evidencias científicas que corroboran que el ruido es uno de los factores más importantes en la generación de enfermedades en esta sociedad cada vez más industrializada y lamentablemente más ruidosa. Recuerdo que, en los años en que la extinta Cajamurcia comenzó a potenciar su Obra Social y Cultural, tuve la suerte de colaborar con esa entidad, y uno de los ciclos que organicé en su aula de la Gran Vía llevaba por título 'Sociedad urbana y estrés'. Ya en aquel entonces comenzábamos a avisar de los potenciales peligros que para la salud humana, mental y física, suponía el no controlar esos ataques al medio ambiente que ejercía el ruido y que nos afectaba y afecta directamente.
Desde hace un tiempo se utiliza la expresión 'decibelios a tope' para demandar la máxima intensidad del sonido que pueda alcanzar el instrumento en cuestión emisor del sonido. Esos decibelios a tope hacen que el sonido deje de serlo para convertirse en ruido. El oído humano conduce ese exceso de decibelios a nuestro cerebro y tanto nuestro oído como nuestro cerebro protestan por ese maltrato al que le estamos sometiendo, y su protesta se manifiesta en pérdida de la audición progresiva o brusca, y en esas enfermedades mentales y físicas que he mencionado anteriormente como consecuencia de la respuesta del cerebro a esa agresión. A lo largo de mi carrera profesional he conocido todo tipo de casos y situaciones en personas 'atacadas' por el ruido, voluntaria o involuntariamente, y que finalmente han generado esas situaciones. Desde casos en que la persona en cuestión se ha quedado sorda al pasar de forma casual por delante de un gran bafle emisor y amplificador de sonido, de esos que son frecuentemente utilizados por los cantantes y grupos musicales en sus conciertos, hasta los casos, cada vez más frecuentes, de utilizar cascos, iPods o auriculares para oír música y no percibir que el sonido que se está escuchando es superior a 80-90 decibelios, y que a partir de esa intensidad, y dependiendo de su frecuencia de uso, puede, progresivamente, producir pérdida moderada o severa de su audición.
El ruido puede generar enfermedades tanto psicológicas como orgánicas (ansiedad, depresión, cardiovasculares...)
Son los políticos que nos gobiernan, fundamentalmente a nivel autonómico y local, los responsables, los vigilantes de nuestro medio ambiente y proteger al ciudadano contra el ruido. Y son los ayuntamientos los que están obligados a hacer cumplir sus propias normativas sobre la contaminación acústica, y luchar contra ese agente patógeno que es el ruido. Esa lucha tiene necesariamente que comenzar con medidas preventivas. Solo así podremos convivir cívicamente. Recientemente el Ayuntamiento de Murcia ha establecido dos importantes normativas en este sentido: la instalación de sensores por diversos puntos de nuestro municipio que miden la intensidad de decibelios emitidos en esos puntos de esa zona concreta, obteniendo así información continua, puntual y exacta del nivel de ruido de esas zonas (mapa de ruidos), y tambiénel control de emisión de música al aire libre en las pasadas fiestas de primavera. Los políticos locales deben hacer cumplir las leyes y normativas que nos preservan y protegen del ruido medioambiental. En una ciudad, como la nuestra, muy mediterránea, nos gusta la vida al aire libre. Sí, somos una ciudad, una región mediterránea y nos gusta compartir con la familia y amigos un buen café o una comida en alguno de los muchos y buenos lugares que tiene nuestra ciudad, nuestra región. Pero queremos y exigimos que la salud personal y colectiva sea la que marque todos esos tiempos, y que los responsables de que la balanza se mantenga siempre en equilibrio actúen en consecuencia.
Deseo que mi ciudad, mi región, sea conocida por su respeto al medio ambiente, y así lo espero.
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