Hemos cerrado 2024 para abrir 2025. ¿Habremos aprendido algo?
Estimados lectores, acabamos de cerrar la puerta del año 2024, para abrir las ventanas a las nuevas brisas que debemos dejar entrar a lo largo ... de 2025. El tránsito de una anualidad a otra es un momento simbólico necesario tanto a nivel personal, como a nivel de las empresas, las organizaciones sociales, los medios de comunicación o las instituciones a la que pertenezcamos para hacer un alto en el camino, aprovechando para reflexionar, para hacer balance sobre las experiencias vividas y los aprendizajes acumulados. Un momento para plantearnos objetivos para el nuevo periodo que aprovechen las fortalezas identificadas y avancen en el abordaje de las debilidades y los espacios de mejora, tanto a nivel personal, como organizativo y grupal.
En este contexto quisiéramos compartir con nuestros lectores algunas reflexiones y algunos deseos para este 2025 que acaba de iniciar su andadura. Recordemos como ingenuamente pensábamos hace unos años que tras la profunda crisis sanitaria, social y económica originada por la covid íbamos a salir más unidos que nunca, haciéndonos conscientes de la importancia del bien común, del carácter esencial de un estado de bienestar que debe garantizar el acceso del conjunto de la ciudadanía, y de forma especial de los colectivos más vulnerables, a los servicios sanitarios, a los educativos, a los servicios sociales, a las pensiones, las prestaciones por desempleo o las rentas mínimas de inserción. Un estado de bienestar que debíamos cuidar y reforzar con recursos económicos y materiales para que llegara a todos, siendo conscientes de que la exclusión, la pobreza y la desigualdad no son un problema de quienes las sufren, sino del conjunto de la sociedad, y que para avanzar en la protección del estado de bienestar se necesitan impuestos, pagando más quien más tiene en beneficio del bien común.
Pero queridos lectores, hemos cerrado las puertas al año 2024 con más individualismo que nunca, con una clara tendencia a olvidarnos de lo común, de lo de todos, para solo parecer interesarnos por lo mío, sin ser conscientes de que lo mío no puede existir sin lo nuestro. Un año 2024 en el que hemos caído en la trampa de la fragmentación, de la división, de la confrontación entre egos. En el miedo a las diferencias del otro, en el cuestionamiento de las personas inmigrantes, de las instituciones del Estado y de las propias ONG; llegando a arraigar la idea de que el Estado no es necesario, que cada uno se puede ayudar a sí mismo, poniendo en riesgo los valores de la propia democracia y viendo como por toda Europa y por todo el mundo se extienden ideas políticas y sociales extremas que, tras jugar con los bulos y la mentiras de forma planificada, nos enfrentan y nos confrontan para presentarse como la solución a nuestros problemas colectivos. Cuando realmente la extensión de los bulos y las falsedades como estrategia comunicativa es un mal a erradicar que pone en riesgo los avances en derechos humanos, sociales, económicos, culturales y políticos alcanzados con la participación de todos, poniendo en riesgo los valores de la propia democracia. No olvidemos nunca que los derechos que se alcanzan también se pueden perder si no los protegemos de forma colectiva.
Solo quisiéramos pedir a este 2025 al que acabamos de abrir las ventanas, que aprendamos de los errores, que nos unamos en objetivos comunes y comunitarios, que aprendamos a convivir, a dialogar, a negociar, a mediar, a pactar, a buscar consensos y nuevas soluciones para abordar los retos colectivos que afrontamos como sociedad. Necesitamos que sea un año para avanzar en la construcción de una sociedad basada en los principios de solidaridad, convivencia, interculturalidad, cohesión social, diversidad y justicia social, en los que creemos. Un año para avanzar en la necesaria formación política de la ciudadanía.
Un año en el que seamos capaces de construir espacios y tiempos para que tu vida se encuentre con la mía, en donde las vidas de los otros se encuentren con las nuestras, acabando con la xenofobia, el racismo, el individualismo, la desinformación y el discurso del odio al otro. Un año en el que aprendamos el valor de la cooperación entre personas, empresas, organizaciones e instituciones, articulando redes colaborativas multiactor a nivel territorial.
Para liderar el inicio de este 2025 les queremos regalar varias de nuestras palabras favoritas como convivir, dialogar, participar, pensar, contrastar, analizar y compartir, pues juntas son una poderosa herramienta de cambio y transformación social que nos permitirá implicarnos en el abordaje de los grandes retos sociales que presenta nuestra sociedad, como la desigualdad, la discriminación, la dificultad de acceso a la vivienda, el racismo, la xenofobia, el cambio climático, la despoblación de los entornos rurales, la soledad no deseada...
Gracias, queridos lectores, por estar, por ser, por pensar, por participar, por contrastar la información, por crear opinión propia, por conectarse con los otros y por hacer posible que estas palabras lideren nuestro presente y nuestro futuro. Seamos capaces de poner en valor lo mucho que hemos conseguido hacer y construir juntos a pesar de nuestras diferencias, de aceptar las aportaciones de los otros diferentes, de llegar a acuerdos, de alcanzar pactos de Estado, de unirnos en torno a objetivos comunes, pues separados, como nos quieren, no habrá futuro para las personas, para las empresas, para las organizaciones, ni para los territorios. Ojalá que 2025 sea un espacio de cambio y aprendizaje colectivo, aprendiendo de nuestros errores pasados para liderar nuestro presente y nuestro futuro. Un futuro de conexión, de relación, de consensos y alianzas.
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