«Te declaro oficialmente menopáusica», me dijo hace un año mi ginecóloga después de contarle que había pasado doce meses seguidos sin gastarme un euro ... en compresas y támpax. Con mis juveniles y dolorosas reglas me prometí ponerme hasta arriba de jamón pata negra y espumosos de los caros justo en el momento en el que mis ovarios dejaran de producir hormonas y mis cólicos y cambios de humor se fueran a dar por saco a otra parte. Pero llegó el día y en vez de fiesta hubo pataletas y lágrimas: no todo el monte es orégano ni oro todo lo que reluce, así que conforme la menstruación salió de mi vida como marido despechado se colaron por la puerta de atrás el insomnio, los dolores de huesos y los inaguantables sofocos a los que ya por fin dije adiós, pero que merecen párrafo aparte.
Sofoco: sensación de calor, muchas veces acompañada de sudor y enrojecimiento de la piel. Corta se queda en su definición la RAE y lo entiendo porque vaya tela poner en palabras esa repentina e inesperada sudoración corporal que comienza justo en la pequeña hendidura entre la nariz y el labio para extenderse por todo el cuerpo cual incontrolable riada y que solo se puede describir cuando te pasa, así que difícil hacerlo si además eres un varonil académico que ni sabes de lo que te están hablando.
Sofocos memorables he tenido muchos y en los lugares más insospechados y lo que más me fastidia es que me los hubiera ahorrado si la cadena irlandesa Primark hubiera tenido la consideración de lanzar antes su colección para menopáusicas y premenopáusicas que viene a ser la misma jodienda, pero con un prefijo delante. 'Menopause' se llama el invento e incluye bragas, sujetadores, camisetas, pijamas y yo qué sé cuántas prendas más confeccionadas en un tejido ligero y suave que utiliza una tecnología inteligente que absorbe el calor de la superficie de la piel para luego liberarlo cuando llega el temido escalofrío en forma de espasmo. Esta compleja mezcla de hilos también elimina el exceso de humedad, controla el olor y tiene un revestimiento antibacteriano. Aplaudan por favor, que esto sí que es un avance femenino y no toda esa basura que escupen los políticos tan ocupados ahora en los gritos de los del Elías Ahuja: machistas, sí; niñatos, también; pero ¿hacer de esto un asunto de Estado?
¡Que viva Primark, la madre que los parió y las mujeres que han llegado a tiempo a esta tecnología antimenopausia! A mí desgraciadamente se me hizo tarde, pero mañana sin falta me acerco a la Nueva Condomina a buscar uno de estos novedosos saltos de cama para Rebeca, que anda todo el día cabreada y sofocada.
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