Pedir perdón a todas las personas de la sanidad
Yo, personalmente, sería incapaz de salir de nuevo a aplaudir, porque sería algo hipócrita y cínico
Cuando digo a todas las personas de la sanidad, me refiero desde el guardia de seguridad de la puerta, a todos los celadores y celadoras, administración, mantenimiento, limpiadores y limpiadoras, instituciones religiosas, auxiliares de enfermería y todo ese personal de enfermería y médico que estáis en primerísima línea, intentando salvar vidas, intentando arrebatar de la muerte a esas personas de la UCI con motivo de la Covid-19 y devolverlas a la vida como un milagro, gracias a vuestra profesionalidad y a vuestra humanidad.
Pedir perdón, porque hemos vuelto a fracasar como sociedad, porque hemos vuelto a poner todo el sistema sanitario, de nuevo, al borde del colapso, metiendo la pandemia de nuevo en los centros de salud y hospitales, con lo que supone de poner en riesgo también vuestras vidas, incluidas vuestras vidas familiares y vuestras amistades. Hemos fracasado porque sabiendo lo que teníamos que hacer y lo que no teníamos que hacer, hemos actuado como si todo hubiera sido una pesadilla y, en eso que han llamado 'nueva normalidad', como si ya no estuviera este maldito virus chantajista, porque no solo lo podemos coger, sino porque lo podemos contagiar y ser puerta de entrada para personas vulnerables, en especial, nuestros mayores. Hay una pregunta que me hago y que me sale del fondo de mi corazón: Dios mío, ¿qué hemos hecho?
Haciendo historia, cuando llegó la primera ola de la Covid-19 nos pilló a todo el mundo sin saber muy bien lo que era y a las autoridades sanitarias sin capacidad de previsión ninguna, pensando que sería algo leve y pasajero. Vino y nos arrolló y de golpe nos vimos confinados en nuestras casas, pensando cada vez que nos levantábamos que era una pesadilla, pero, enseguida la realidad nos golpeaba con dureza. La clase política se enzarzó en una pelea sin ningún tipo de rubor, con acusaciones de asesinos, incluso, de que el Gobierno actual sabía de la gravedad de lo que estaba ocurriendo, pero lo ocultó con el único objetivo de que se celebraran las manifestaciones feministas del 8 de marzo. Algunos no dábamos crédito de los disparates que se decían, en vez de remar todos en la misma dirección, en vez, como diría un buen amigo, de agredirse con los remos.
Hemos vuelto a fracasar y no sabemos ni a quién echarle la culpa, porque hemos sido todos
Simultáneamente, la ciudadanía era capaz de reaccionar, de apoyarse y de reconocer el gran esfuerzo y el sacrificio de muchos colectivos, para que esta sociedad siguiera funcionando, desde fuerzas y cuerpos de seguridad hasta inmigrantes. Hubo un gesto precioso y lleno de un gran simbolismo, que fue el de los aplausos a las 8 de la tarde para el personal sanitario, como un reconocimiento a su gran labor, porque nos estaban cuidando, faltándoles mucho material de protección. Somos conscientes de que pusieron sus vidas al servicio de los demás, y algunos enfermaron, otros murieron. Estas personas decían que no eran héroes, que solo pedían el material necesario para protegerse y proteger a las personas enfermas.
Pero, ¡qué tristeza! Ha llegado una segunda ola y ahora, ¿qué hacemos o qué decimos? Yo, personalmente, sería incapaz de salir de nuevo a aplaudir, porque sería algo hipócrita y cínico. Lo único que me sale es pedirles perdón, porque hemos vuelto a fracasar y ahora no sabemos ni siquiera a quién echarle la culpa, porque hemos sido todos, dirigentes políticos y ciudadanía. Los dirigentes políticos porque no han puesto los medios necesarios para prevenir y hacer frente con un mínimo de garantía. No hay rastreadores suficientes, no se han reforzado las plantillas ni la atención primaria. Y los ciudadanos y ciudadanas, porque vivimos desde el individualismo, el egoísmo, el sálvese quien pueda y no pensar en los demás y menos si el sistema sanitario colapsa o somos transmisores de la pandemia por nuestra irresponsabilidad. Sin olvidar que la atención sanitaria cotidiana y ordinaria se paraliza, perjudicando a personas con otras enfermedades. Por cierto, cuando se grita «¡libertad, libertad!», lo que se está pidiendo es: «Yo hago lo que me dé la real gana».
Hay que insistir en el perdón y espero que haya conversión y seamos capaces de poner todo lo que podamos por revertir esta situación y controlar la pandemia en la medida de nuestras posibilidades. Porque así también se recuperarán en parte las actividades económicas y sociales.
Quiero terminar este artículo desde el reconocimiento y el agradecimiento. Siento una gran emoción cuando veo a personas de la sanidad pidiéndonos que seamos responsables porque todos y todas tenemos familiares mayores y podemos perjudicarles, sin hacer mención a que el personal de la sanidad también tiene familia y esta situación les supone una nueva ruptura familiar. Lo dicho, perdón y gracias.