Personal sanitario
Cuando he arribado a casa, acompañado de mi mujer, me he dicho que tenemos el mejor servicio sanitario del mundo
A mi hija Elisa Fe, que es enfermera y trabaja con ellos en La Vega.
Nunca es uno más frágil y se encuentra más inerme ... ante el mundo y los otros que cuando acude a las urgencias de un hospital en busca de alivio médico porque le duele algo y ha pasado una noche de perros. Como a muchos a mí me ha ocurrido en más de una ocasión y me he sentido llevado y traído, tomado y dejado por unos profesionales como la copa de un pino, que en cada momento sabían con precisión lo que debían hacer. Esta misma mañana he debido acudir a urgencias del hospital La Vega, porque había pasado una noche horrible de dolor en las piernas y en la cadera y casi no podía levantarme, así que mi mujer y yo hemos decidido llamar a urgencias y pedir una ambulancia.
La operación ha resultado más sencilla de lo que preveíamos y en muy poco tiempo estaba la ambulancia en mi puerta. Para sortear la dificultad de los ascensores han preferido bajarme en silla de ruedas hasta la calle. Ya en el hospital, me han pasado a una camilla y me han dejado a la espera, pero muy pronto han empezado a hacerme pruebas, análisis de sangre y de orina y placas de la cadera donde había tenido el dolor toda la noche, acompañado siempre de un personal eficiente, preparado y, sobre todo, muy educado y serio, que ya no se toma confianzas innecesarias con el paciente ni bromea en vano. Muy al contrario, lo trata con respeto y siguiendo un estricto protocolo. Si en algún momento he necesitado alguna cosa, me han atendido con total amabilidad. Es verdad que ha sido una mañana larga, pero todo ha ido bien y hemos tornado a casa sobre la hora prevista.
Me han vuelto a subir en la silla de ruedas y me han dejado en mi casa con la delicadeza de dos entomólogos que manipularan una colección de sutiles mariposas. Les he vuelto a dar las gracias un millón de veces y los he despedido como a ángeles de la guarda, como lo es en general todo el personal sanitario que trabaja para cuidarnos en todos los hospitales del país. Porque no todos los países tienen un lujo y una seguridad, la de dormir tranquilo cada noche sabiendo que están ahí para nuestro servicio y esto es un lujo que no todos los países tienen. Ha sido una experiencia única y muy satisfactoria pese a todo y, cuando he arribado a casa, acompañado de mi mujer, me he dicho que tenemos el mejor servicio sanitario del mundo, las mejores enfermeras, los mejores auxiliares y los mejores médicos, y que debemos estar contentos de ello, pues aquella primera sensación de suma vulnerabilidad que sentí por la mañana en casa, dolorido y un poco inútil, se había trocado en liberación de regreso a mi piso en inmejorables condiciones.
Y como uno es bien nacido, quiere desde aquí dar las gracias a todo los que velan por nosotros en clínicas, ambulatorios y hospitales, preparados para ayudar a los enfermos y hacerlo con dulzura y buenas formas, con una extremada humanidad y un esmero inigualables. Los he visto preocupados, los he visto meticulosos, los he visto vigilantes y atentos, los he visto profesionales y capacitados. Yo me recuerdo dando las gracias por donde pasaba sin escatimar palabras y atenciones porque todos las merecían, y los he visto muy jóvenes, detalle este importante porque asegura la continuidad de la calidad del personal sanitario y porque dice mucho de los jóvenes en la actualidad a los que tanto se les maltrata a veces. Sin embargo, yo no habría dudado esta mañana, si hubiese hecho falta, confiar mi vida en las manos de cualquiera de ellos, en los compañeros de mi hija y en mi hija también.
Sean para ellos estas palabras de un enfermo aliviado y agradecido. Ojalá sigan permaneciendo allí durante muchos años para mi tranquilidad futura y la de los míos.
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