Inteligencia
Algo que decir ·
Me ha dado por pensar que estos chats inteligentes podrían rebelarse un día y usar de su soberbio magín para fines indeseables
Venimos sorprendiéndonos últimamente por unos programas informáticos que parecen ir más lejos que nosotros, los humanos, en asuntos que hasta la fecha nos estaban reservados ... en exclusiva. Es evidente que nos da miedo, a mí me da miedo, que una construcción abstracta, gestionada desde no se sabe dónde, sea más inteligente que yo en muchos aspectos y que mis alumnos me entreguen un trabajo intachable, original e incluso brillante salido de las tripas de un ordenador vulgar sin que ellos hayan intervenido mucho en su elaboración. Como si nos encontráramos en una de esas películas de un futuro posible pero improbable en el que los seres humanos andemos por detrás de los circuitos, los cables, los enchufes y la propia electricidad, y seamos por tanto menos que la materia vulgar, meros sirvientes del azar tecnológico.
Hasta hace poco no me parecía importante porque no le hacía demasiado caso, pero me ha dado por pensar que estos chats inteligentes podrían rebelarse un día y usar de su soberbio magín para fines indeseables como el de involucrarnos en asuntos feos y delictivos; y este último extremo sí me ha producido bastante inquietud, casi más que la probabilidad de que manipulen mis cuentas bancarias. Hacer daño a los demás me importuna más que perder dinero, como me importuna hacerme daño a mí mismo, pero concebir un mundo en el que el mal ande descontrolado y en mano del mejor postor me duele mucho, porque nos estaríamos aproximando al umbral de un apocalipsis seguro y todo esto empezaría a parecerse demasiado a esas películas sobre distopías que tan de moda se han puesto, por cierto.
Pienso en la humanidad, pero pienso en mí como individuo y me horroriza estar al albur de ciertas condicionantes imprevisibles y dañinas. Es verdad que creo y confío en el ser humano, como todos ustedes, y aun así siento pánico. No estoy pidiendo un código de valores seguro y fijo para dominar las nuevas fuerzas de la inteligencia artificial, exijo más bien que no se le dé pábulo a la inteligencia, sea del tipo que sea, si no viene acompañada de una ética concreta, porque no puede darse el progreso si no lleva aparejada una normativa de conducta, pues estamos aproximándonos a los bordes de la humanidad y hay cosas que empiezan a no tener gracia. No me importa que un ordenador sea más rápido que yo y pueda almacenar una mayor cantidad de datos e ideas, pero sobre lo que está bien y sobre lo que está mal, sobre lo que es bello y sobre lo que es feo, es decir, acerca de las cuatro ideas platónicas sobre las que únicamente podemos emitir una opinión, que no ha parado ni parará de cambiar durante la historia de la humanidad, solo opinamos nosotros, los hombres y las mujeres que poblamos el mundo y nos jugamos la vida todos los días sobre él; porque lo gobernamos nosotros y es nuestro mundo, porque por encima de todo somos falibles, nos confundimos a menudo y venimos gobernando el planeta desde hace unos miles de años de una forma precaria, salvaje y peligrosa, con guerras, calamidades y otras desgracias, pero lo venimos gobernando nosotros, los que tenemos un cerebro de carne, nos priva el sexo y los filetes de ternera y de vez en cuando nos bebemos unas cervezas o alguna botella de vino de un buen año, nos gusta mentir por el mero gusto de no decir la verdad, sentarnos frente al televisor por la tarde para ver 'Sálvame' y reírnos por cualquier chorrada sin gracia. Ser humanos es posible que no tenga demasiadas ventajas, pero entre las pocas que presenta reconozco mi predilección por el error.
Tendremos que volver a definir la palabra inteligencia, que ya tiene demasiadas acepciones y no me gusta ninguna que no dependa de mí, que no esté a mi entero servicio, porque de lo contrario todo esto que está pasando ahora, que nos desborda cada día y amenaza nuestra integridad y para lo que apenas tenemos palabras, no nos servirá de mucho, salvo para dejarnos en ridículo a menudo, y para eso, por desgracia, ya nos bastamos nosotros.
No va a ser la inteligencia, creo yo, la que terminará salvándonos de un mundo que no nos quiere.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión