Creadores de contenido
Hay quien piensa que todo esto no le afecta, porque no maneja bien un ordenador, pero eso ya no importa, todos estamos implicados
Reconozco que me gusta esta forma de llamar a los que nos entretienen en internet, más o menos, porque a algunos la revolución del ciberespacio ... nos cogió un poco a trasmano y entretenernos mucho no nos entretienen, la verdad, al menos no tanto como los payasos de la tele, aquellos viejos dibujos animados de nuestra infancia, tan escasos y tan caros, o una tarde de sábado con nuestra novia dando un paseo y tomando una copa en una cafetería. Tampoco está mal añadir la lectura como fuente de ocio, aunque para algunos esté mal vista la palabra literaria.
No sé, los creadores de contenido nos llenan internet de pantomimas y pamemas, de chistes fáciles, vídeos atrevidos y pseudograciosos e imágenes impactantes y originales para algunos, porque el concepto entretener es ambiguo y muy amplio. En el siglo XVIII los franceses se entretenían con la guillotina, porque la muerte y el sufrimiento de los demás siempre nos ha entretenido, y el sexo ha sido el tema capital desde antiguo. Ver copular a los otros, verlos desnudos, ha tenido para nosotros una relevancia inédita, aunque, en principio, no parece que haya nada original en esos gestos.
En internet hoy se necesitan imágenes y palabras todo el día, porque existen personas que no hacen otra cosa que atender este medio. Y luego está la publicidad, que resulta inevitable porque convierte el ocio en un negocio y genera puestos de trabajo de algún modo y justifica la pérdida de tanto tiempo, aunque si hay dinero por medio, todo está bien y nadie va a quejarse, crear contenido es como segar la mies para hacer el pan o para dar de comer a los animales. La vida se va abriendo paso de alguna forma, contamos un chiste, despertamos la compasión en los demás, compartimos nuestras miserias humanas y nos regocijamos porque el mundo sigue en pie y no llega aún el apocalipsis. Los 'influencers' estudian la manera de intervenir en la vida de los otros, provocarles y hacerles la vida más cómoda a cambio de fama y dinero, de nombradía y de fortuna, porque son los nuevos dueños del mundo.
Ignoramos que cualquiera es, por definición, un generador de contenidos nato
En realidad, son los constructores del nuevo mundo, los que nos dicen lo que está bien y lo que está mal, lo que vale y lo que no vale, dónde se halla la belleza, la inteligencia y el bien, los dioses de la actualidad y los ídolos del presente. Aunque muchas veces permanecen escondidos y no sabemos quiénes son en concreto, cuáles son sus rostros, lo que provoca en nosotros una mayor incertidumbre y un misterio más hondo, pues los dioses han sido siempre invisibles, creadores de materia pero inmateriales y todo ese sigilo nos despierta una mayor curiosidad, como suele suceder, lo que a su vez incrementa su valor y el importe de sus acciones hasta convertirlo todo en un laberinto cerrado con más enigmas que certezas, pero en el que nos vemos reflejados, tal vez porque ignoramos que cualquiera de nosotros es, por definición, un generador de contenidos nato, nacido y educado para aportar cualquier cosa al mundo, buena o mala, eso sí, porque nos trajeron para llenarlo de esperanza o de miseria, de riqueza o de pobreza con el señuelo de que todo sería para nosotros. Nuestra herencia y nuestro mundo.
En cambio, en la actualidad hay verdaderos profesionales de la cosa, que andan todo el día arriba y abajo, calentándose el caletre para divertir al personal, para darle algo en lo que pensar, para abrirle el camino hacia alguna parte y distraerlo de los graves pensamientos metafísicos a los que se ha enfrentado siempre el hombre. Una droga más como la religión en palabras de Marx, la nueva droga del nuevo milenio y los nuevos camellos que trapichean con nuestras ilusiones. Hay quien piensa que todo esto no le afecta, que pasará por la vida sin tocarle porque no maneja bien un ordenador, pero eso ya no importa, todos estamos implicados en ese lado o en aquella parte del ciberespacio, igual da, no podemos volver el rostro y despreciar lo que pasa. Alguna vez nuestros descendientes vivirán a caballo entre esa parte y esta y no distinguirán la luz del sol o la luz led de los circuitos, porque serán la misma.
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