Otoño en Lituania

Es probable que hayan visto ya en televisión o en la red las imágenes. Joao Carlos Martins, un pianista y director de orquesta brasileño de 80 años, se emociona al presenciar su propio milagro cuando vuelve a pulsar las teclas con las yemas de una mano derecha que había tenido completamente atrofiada durante veinte años. Unos guantes biónicos le han devuelto la movilidad tras un accidente que le dañó uno de los nervios que los humanos, esas extrañas orquestas de células y carne, necesitamos para hacer sonar los pianos, esas otras orquestas de madera y cuerdas con las que nadie querría verse nunca en una mudanza.

La excitación del descubrimiento tiene el favor de la opinión mayoritaria, pero se tiende a minusvalorar el peso de la añoranza. El vídeo del pianista nos dice que hay una importante diferencia entre ir a un lugar y regresar a él, y es que la segunda vez sabemos todo lo que nos hemos estado perdiendo. El arpegio que dibuja una mano derecha que dabas por muerta tiene que ser necesariamente más importante que el primer arpegio porque a la magia del sonido descubierto y la habilidad domada se le suma el dolor de haberlo echado enormemente de menos, y no hay palabras que lo expresen mejor que la cara de Joao Carlos Martins.

Es otoño y pienso a veces en una frase del lituano Vytautas Stankus, que escribió que la llegada de esta estación solo quiere decir una cosa: que «hace frío y hará aún más frío». Qué bien dormiría si pudiéramos tener con todas las cosas la certeza que albergamos con las temperaturas. Sobre la mayoría de asuntos uno se va a acostumbrando a conformarse con las sospechas. Una de las que me han visitado más frecuentemente durante la segunda oleada de la pandemia es que la cifra de contagios podía parecerse al otoño en Lituania: que va mal, pero va a ir aún peor. Eso me devuelve al vídeo de Joao Carlos Martins y al deseo de recuperar lo que hemos tenido que aparcar. Pensé durante meses que se me pasaría, pero cada vez echo más de menos todo lo que dejamos de hacer y ni siquiera el mejor momento de la 'nueva normalidad' nos trajo de vuelta. El día que lo recuperemos será casi como volver a mover la mano derecha.