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Otoño en la ciudad

NADA ES LO QUE PARECE ·

Carlos Valcárcel, al que tanto echamos de menos, nos ha legado una auténtica lección sobre la estación cansada y madura

Viernes, 15 de octubre 2021, 01:10

Cuando llegaba el otoño, con la caída de las primeras hojas, todo eran presagios funestos. Antaño, la desnudez de las moreras, de los árboles frutales, ... se asociaba con la muerte, más que segura, de aquellos ancianos que, renqueantes, habían podido escapar indemnes del verano, que no habían terminado de curar su persistente tos u otras plagas propias de la edad. La caída de la hoja era un hecho temible y siempre se esperaba que sucediera lo peor. Los abuelos se retiraban a su rincón, cerraban los ojos, apretaban fuertemente el puño de su bastón, y esperaban serenamente, con resignación, la llegada de la Parca, a que la temida Dama apareciera, indicándoles el camino, como en la conocida película de Bergman. Así sucede en las deliciosas 'Coplas' de Jorge Manrique, cuando en la «su villa de Ocaña/vino la Muerte a llamar/ a su puerta».

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