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¿La mascarilla nos quita libertad?

Los negacionistas no entienden que ponérsela es un acto de respeto a la otra persona, como lo es pararse en un semáforo en rojo o en un stop

Martes, 15 de septiembre 2020, 00:55

Desde determinados sectores de la extrema derecha con vinculaciones a sectores ultracatólicos y evangelistas y de la derecha endurecida sin vinculaciones religiosas han convertido la mascarilla como un símbolo de la opresión, como una imposición de un Estado totalitario, que están exagerando la pandemia de la Covid-19 para controlarnos y dominarnos. No es de extrañar que en las manifestaciones de los negacionistas, la proclama más repetida y convertida en exigencia es: «¡Libertad, libertad!». Para estos sectores, ponernos la mascarilla es quitarnos parte de nuestra libertad, incluso, algunos afirman que nos quitan toda la libertad. Por todo esto, no suelen utilizar el nombre de mascarilla, sino el término de 'bozal'.

No entienden que la mascarilla, la distancia física, junto a la higiene frecuente de manos, como utilizar el codo cuando se estornude o se tosa, no tocarse los ojos, ni la nariz y ni la boca son elementos para protegernos y cuidarnos los unos de los otros, para que podamos controlar esta pandemia y podamos de nuevo volver a los abrazos y a la cercanía física sin restricciones. No entienden que la mascarilla es un acto de respeto a la otra persona, como lo es pararse en un semáforo en rojo o en un stop o poner la música en tu casa con un volumen que no moleste a los vecinos. Nada de esto tiene que ver con la pérdida de libertad. ¿Perdemos libertad porque nos ponen limitaciones de velocidad?

¿De dónde viene este pensamiento? Esta teoría viene, que es un salto en el abismo de lo irracional y de lo no razonable, de la idea que se quieren aprovechar, de esta pandemia, China y otros actores, como Bill Gates y Soros, para crear una vacuna y a través de esa vacuna introducirnos un chip, hay que acordarse del famoso 'chisss' pronunciado por José Luis Mendoza, de la UCAM, que va a servir para controlarnos a través de la tecnología 5G y, por tanto, para perder nuestra libertad. Esta es la teoría que manejan. Lo triste de todo esto, es que hay sectores que se lo creen; sectores que, desconociendo esta teoría como está formulada, dicen que no se van a poner la vacuna cuando salga, como si las vacunas no salvaran vidas. ¿Cuándo sacarán una vacuna contra la malaria que mata a tantas personas en el continente africano? Como no tienen interés no la sacan. No hay que decir que son sectores vinculados al conservadurismo y que reciben cada día una ración alta de bulos y noticias falsas. Por cierto, ¿la fabricación de mentiras y manipulaciones no conllevan la pérdida de libertad?

En el fondo, lo que se pone de relieve es la guerra comercial entre Estados Unidos y China

Aquí no está en juego la libertad, ¡cómo si no hubiéramos perdido espacios de libertad! Que se lo pregunten a los movimientos sociales en Latinoamérica, que han asesinado a cientos de activistas sociales y ecologistas por defender la justicia y el ecosistema. También está amenazada la libertad por ejercer la solidaridad cuando se ayuda a salvar vidas en el Mediterráneo y se acusa de colaboración con mafias, siendo retenidos y detenidos, en ocasiones. Hemos perdido libertad con el paro, la precariedad laboral, la ley mordaza, el endeudamiento, con los recortes en sanidad, educación y política social. Estamos controlados con los móviles, las redes sociales, con todos los 'G', con las tarjetas de pago y si somos activistas sociales, estamos fichados.

En el fondo, lo que se pone de relieve es la guerra comercial entre Estados Unidos y China, aprovechando que el virus viene de China. De ahí, que esta teoría se fundamente en el apoyo incondicional a Trump como valedor de las libertades y habría que añadir, las libertades de los enriquecidos y de los blancos, en contra de los empobrecidos, de los negros y de los hispanos.

Esta teoría defiende el capitalismo salvaje, niegan el cambio climático, para seguir destruyendo la naturaleza en nombre de una civilización, que llaman cristiana, pisoteando la dignidad de los inmigrantes, los refugiados y los pobres.

Son momentos que lo estamos pasando mal en lo social, en lo económico y en lo emocional. Estamos llenos de dudas, miedos e incertidumbres, pero tenemos que ser una ciudadanía que nos cuidemos y que protejamos a nuestros mayores, y podamos salir de esta tremenda crisis social. En el nombre de la falsa libertad, que quiere poner en el no llevar mascarilla un acto de libertad y lucha, hay que decir, que la libertad termina donde empieza la libertad del otro, en este caso, en el derecho a la vida y a la salud. Ponernos la mascarilla no nos quita libertad, nos hace libres para que otros vivan y recuperar puestos de trabajo.

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