Mujeres idealistas
Homenaje en el Museo Ramón Gaya a Gabriela Mistral, ganadora del Nobel hace 80 años
Esta semana el Museo Ramón Gaya de Murcia homenajeó a Gabriela Mistral con motivo del 80 aniversario de la concesión del premio Nobel de Literatura, ... el único concedido hasta ahora a una autora en lengua española, organizado por la periodista y editora Teresa Zarataín, responsable de uno de los libros más hermosos del año, 'Por un puñado de afectos' (Creotz). Carmen Pujante, catedrática de la Universidad de Murcia de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, presentó «otra cara» de la chilena, como poeta y prosista, pero también como nudo de otras escritoras, como promotora e inspiradora de «una red de mujeres idealistas» que no ha sido estudiada aún en profundidad. Ella misma, según Pujante, se autorretrata describiendo a otras mujeres igualmente valiosas como Emily Brontë, Victoria Ocampo, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Rebeca Matte, Ana Negri, Selma Lagerlöf [primera mujer en obtener un Premio Nobel de Literatura en 1909]... «Gabriela Mistral fue un nodo indispensable en esa red de intelectuales que se apoyaban entre ellas, que quizás no siempre tenían un micrófono. Muchas de ellas están saliendo hoy, todavía, a la luz», recordó Pujante.
Esta colección de autoras de Creotz en la que figuran los textos de Mistral incluye también a las cubanas Dulce María Loynaz y Juana Borrero [están recién salido 'Yvone o el frenesí de una pasión'], la chilena Teresa Wilms y la albaceteña-murciana Josefina Soria, con un precioso volumen titulado 'Dormidos quedaron los sueños', donde se recuerda, a través de sus vivencias, fruto de horas íntimas y en confianza, a la cartagenera Carmen Conde. Sobre Mistral, contó Teresa Zataraín que ella misma se hacía llamar «vagabunda» porque no podía estar quieta. «Estratégicamente consiguió llevar en paralelo su afán literario, consciente de que para moverse y para conocer el mundo y nuevas gentes no había nada mejor que hacerse diplomática. Quienes la conocen bien son mujeres que estuvieron muy cerca de ella como la escultora chilena Laura Rodig Pizarro, maestra con ella en sus inicios; fue su secretaria incluso. A su alrededor, Gabriela siempre tuvo secretarias, amigas, ayudantes, parejas... un mundo en femenino». También citó a Palma Guillén, mexicana, con quien Mistral vive una década en Europa, y con quien emprende la tarea de adoptar a Yin Yin, su hijo, «otra de las nieblas de Gabriela», y la estadounidense Doris Dana, su amor y su compañera hasta la muerte. Quedan como testimonio la voz grabada de las dos, cartas y escritos. Mistral tejió una red de lazos con mujeres de todo el mundo, un «círculo sáfico» que en su etapa en Madrid, según Pujante, incluyó a diaristas como Rosa Chacel, Victoria Kent, Concha Espina y Matilde Ras.
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