Al-Watiq, el último señor de Múrsiya
Santiago Delgado sale al rescate del monarca de la taifa mursí en su última novela histórica
Santiago Delgado (Murcia, 1949), catedrático de Literatura, doctor en Letras y Académico de la Real Academia Alfonso X de Murcia, ha dedicado un libro al ... último «Señor de Múrsiya». 'Voz y memoria de Al-Watiq' (Real Academia Alfonso X, 2025) nos descubre al olvidado monarca de la taifa mursí. Fue hijo de Ibn Hud, el emir de Múrsiya (desde 1228 hasta 1238) a quien Delgado se refiere en la trama novelada como «Señor de toda la hispánica Media Luna, desde el Algarve hasta Játiva, y de toda la costa mediterránea y atlántica; de Sierra Nevada, y de los ríos Guadalquivir y Segura. Espada y defensor del islam». Todo aquello, también nos dice, «no perduró un solo día, con toda su gloria, sin ti». Es un personaje desconocido, un intelectual que no aguantó mucho al mando, pues se queda solo absolutamente con la población civil. Jaime I viene por ahí, pero esta plaza ya es de Alfonso X porque el rey musulmán de Murcia ya se la ha dado. Ya sin corona, Al-Watiq vivirá en el arruinado castillo de Fortuna.
En 1271, en uno de sus viajes a Murcia, Alfonso X se instala en Aledo. También hace caza por Monteagudo. Escribe la cantiga de la Arrixaca. «Como vivió los hechos, Al-Watiq va allí, le cuenta lo que sabe. También va Jacobo de las Leyes. Este Al-Watiq, yo le supongo un hombre muy sui géneris, llega a Aledo de noche y vuelve de noche, porque le da vergüenza el sol. Y durante el camino va recordando lo más granado de su historia y la de los musulmanes». En Alhama se encuentra con un viejo condiscípulo de sus tiempos de estudiante en Valencia y que está en ese momento al cargo de los baños, y rememoran la Reconquista de Murcia por Jaime I.
Esta es la primera novela que Santiago Delgado convierte al personaje protagonista en narrador de sus propias peripecias. Porque la formación de Al-Watiq era la de historiador. En libros anteriores, como los dedicados a Jerónimo de Ayanz y Beaumont, el inventor; al Conde de Floridablanca, al escultor Salzillo y al dramaturgo José Echegaray, también a Tudmir (Teodomiro), otros cuentan sus vidas. En esta ocasión, Delgado nos sorprende, además, con unos romances de su factura sobre la Reconquista. No puede decirse que no haya disfrutado con esta empresa. La historia atropella a todos, al propio Alfonso X se le rebelará su hijo de malas maneras. Delgado entra en la sangre y en la carne del personaje de Al-Watiq, al que deponen por dictador, «porque es intelectual y rey, y sin él saberlo desprecia a los ignorantes, no los soporta y no los ensalza, de modo que hasta lo encarcelan». Este Al-Watiq, traído a los enredados tiempos de hoy, suscita sueños angustiosos a los nuevos déspotas.
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