Las aldeas de un reino encantado
La Vereda del Capitán ·
El rito mozárabe aún se mantiene en las iglesias románicas del SerrabloH ay un puñado de horas entre Murcia y Huesca, pero merece la pena ponerse en ruta, aunque solo sea por conocer las iglesias románicas ... del Serrablo, en la cuenca alta del río Gállego, entre Biescas y Sabiñánigo. Son al menos catorce templos, de origen mozárabe, fechados entre los siglos X y XI, alrededor de los cuales se alzan aislados caseríos a los que aún llegan los ecos de la vieja liturgia hispana. La asociación de Amigos de Serrablo ha mantenido activa la exigencia de la restauración y recuperación paulatina de esta arquitectura románica singularísima, relacionada con la repoblación cristiana de estos dominios ajustados en un paisaje de sube y baja. Los campanarios, al modo de alminares, y las chimeneas cilíndricas con espantabrujas de rostros dan carácter a estas aldeas donde brotan con facilidad los helechos enanos y el culantrillo de pozo.
Los sillarejos con los que se armaron estas remotas parroquias proceden de rocas sedimentarias formadas hace más de 37 millones de años en ambientes marinos profundos, los flysch eocénicos del Gállego, apreciados por sus calizas, areniscas y margas. Estos valles y riberas, que un día pertenecieron al waliato de Huesca, fueron cristianizados con gentes de Navarra y mozárabes emigrados. El rey Sancho Ramírez impuso la liturgia romana, que por vez primera se practica en 1071 en el Monasterio de San Juan de la Peña. Es el fin de los ritos mozárabes, liturgia que se desarrolló en España bajo dominación visigoda, sobre todo desde su conversión al catolicismo en el año 589 hasta su abolición. Todos los años los Amigos del Serrablo organizan el primer domingo de agosto una misa en rito hispano-mozárabe en una iglesia de la marca.
En la amable, animada y bien defendida ciudad de Jaca estableció Ramiro I la capital de su reino. El primer monarca aragonés reinó entre 1035 y 1069; en la escultura del artista Ramón Casadevall que lo recuerda junto a la Torre del Reloj aparece vestido con cota de malla y atuendos propios de un guerrero de la época.
Hay que estar hoy en forma para atravesar estos valles, como hacen los peregrinos del Camino de Santiago, donde aún permanecen vivas las historias de rehaleros, contrabandistas, nómadas y embrujados. En muchos pueblos retienen los nombres de los judíos perseguidos por el nazismo que salvaron sus vidas cruzando la raya pirenaica. En la neblina encantada que adormece lagos, ríos y cascadas en torno al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, donde el andariego busca esa maravilla que es la Brecha de Rolando, dos perros, 'Zakur' y 'Leña', juegan con las telas de araña y se zambullen en las aguas, que hasta hacen nada fueron nieve, de la Cascada de la Cola de Caballo.

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