¡Vade retro, cuarta ola!
LA ZARABANDA ·
Que ya están preparados para turistear los ingleses y los del ImsersoNo diremos aquello tan manido de: «Ya vemos luz al final del túnel», ni tampoco lo de: «Un antes y un después». Dejemos el tópico ... para los articulistas, tertulianos y políticos, ya que les complace usarlo. Nosotros diremos que parece que escampa, aunque tampoco sea una frase del todo original. Es lo que se supone que pudiera suceder enseguidica, como consecuencia de los buenos efectos de la vacuna contra la Covid.
–Ojalá acierte usted. Que aún vamos a morder el polvo pandémico los noventones y ochentones. Pues, por lo que estamos viendo, todavía está por llegar el grueso de los viales, convertidos en objeto de los mercados.
Hoy se levantó hablador el lector. ¡Gusto de oírle, dama o caballero! Pues a lo que iba era a que, habiéndose anulado la veda de los viajes aéreos (como consecuencia de haber arribado a Marte), los ingleses han acudido a montón a las agencias para reservar su destino a la soleada España. Se han apuntado en aluvión, algo en verdad acojonante, como diría Johnson.
–Johnson & Johnson, ¿verdad?
No. Eso sería Johnson bis, mientras que yo digo Johnson a secas. Los que conocen el turismo esperaban un volumen de reservas importante. Pero no la barbaridad que, ya en las primeras horas, se ha registrado. Se conoce que están deseando volver a las buenas andadas de antaño, cuando media Gran Bretaña estaba tumbada en arena española. El clima tan gruñón que padecen allí les mueve a salir pitando en cuanto que pueden. O sea que, por ese lado, vamos bien.
Y luego están los del Imserso, que siempre fueron inasequibles al desaliento. Ya les ha hecho saber Moncloa que, cuando llegue septiembre, se levantará el tablacho. Anímense, pues, los hosteleros, que ya el mundo parece mejor, como dice la canción. Sabemos que el Imserso no les produce ganancias, por la moderación de los precios, pero el sector turístico reconoce que al menos cubre los costos en temporada baja. Menos da una piedra, que dijo aquel.
Claro que, para que estas buenas noticias rindan sus frutos, se hace necesario que los españolitos no provoquemos una cuarta ola de contagios. No es que dudemos de nuestra incivilidad, sino que (¡ay!) estamos seguros.
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