Los muertos no hacen ruido
LA ZARABANDA ·
Salvo que sean famosos, conocidos, amigos o familiaresTodos los días son ahora funerarios. Digo con más intensidad que antes de la Covid. Somos conscientes de ello. Lo que pasa es que debe ... de haber en nuestro interior un instinto 'a la defensiva'. Algo que, a no ser que el fallecido nos dé un aldabonazo, invita a pensar en otras cosas. Más que nada para ir viviendo (ir tirando, diríamos) apartados de la desazón.
Es verdad que un muerto ya es mucho. Cuando alguien se va soportamos repercusiones muy variadas. El actual chorreo de fallecimientos resulta escandaloso. Desde hace un año, todos los días hay luto. Si es por un famoso, un conocido, un amigo o un familiar, tiene que ver con nosotros de una u otra forma. Pero si no sabemos quién es el muerto, el suceso pasa sin hacernos mella. Se habla poco de los fallecidos. Cuando nos los trae la estadística, se nos está recordando que tanta muerte y tan seguida es algo terrible. Pero esa consciencia de la plaga que nos va diezmando dura poco. Tampoco podría ser de otra manera, pues atender continuadamente a tanta fatalidad, seguro que nos afectaría como si fuera una enfermedad del espíritu. Hay que seguir viviendo.
Pero son demasiados los que diariamente se van a donde quiera que sea. El paisaje de nuestro vivir se ve trastornado por la muerte de tantas personas. Desaparecen elementos que nos eran básicos en el discurrir cotidiano. Quieras que no, esos cambios en nuestra escenografía vital nos dañan el ánimo, porque percibimos que aquello que era ha dejado de ser. Ibas a un lugar, tu pueblo mismo, y tenías a la mano querencias que justificaban el viaje. Pero si todo eso se desvanece demasiado deprisa, como ocurre ahora, tu particular 'lo de siempre' se rompe. O cambia tanto que ya no lo reconoces.
Los muertos en España por la pandemia eran, hace menos de una semana, 67.101. Los habitantes de Yecla y Jumilla juntos son 60.000 en números redondos. Viene a ser como si una explosión nuclear (o su equivalente mortífero) hubiera hecho desaparecer el entero Altiplano. Muerte y desolación en 1.600 kilómetros cuadrados de la superficie de la Región de Murcia.
Y todavía muchos no se lo toman en serio.
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