Una mini UCI de quita y pon

En el tratamiento hospitalario de la enfermedad cardiológica, suele presentarse una etapa, que no es la más indicada para permanecer en la UCI propiamente dicha, ni tampoco en una habitación de planta. Este invento, que yo mismo he probado, como digo, en La Arrixaca, puede atender a seis enfermos a la vez. Y desde luego no funciona desde que se construyó el hospital, sino que se puso en marcha recientemente, por decisión del actual jefe del servicio, el doctor Domingo Pascual. Allí pasé mi primera noche de mi último acelerado ingreso.

Derribando los tabiques de tres habitaciones se dio lugar a un recinto novedoso, donde las camas aparecen colocadas formando abanico. Los pacientes no están aislados sino por meras cortinas. Delante de ellos podemos ver a tres o cuatro sanitarios frente a unas pantallas, imagino que recibiendo información completa sobre el estado de las personas allí ingresadas. Tengo entendido que este nuevo servicio se justificó con el inicio de la pandemia, cuando la UCI general estaba a tope (incluso con déficit de plazas libres) por infectados de la Covid.

Superados los periodos más negros en la asistencia, esa mini UCI sirve ahora para sustituir a la general en casos muy concretos. Enfermos cardiológicos que no requieren una atención tan extremada, pero que tampoco están todavía en condiciones de pasar a una habitación. Hay que reconocer que el montaje de esta UCI de quita y pon requiere ingenio. Como otras mejoras que van añadiendo los propios médicos a ese monstruo llamado Arrixaca. El hospital está viejo de más. Aquel empeño antiguo de meter dos familias en una misma habitación (con falta de intimidad y sin espacio para manejarse) constituye un tremendo atraso.