La Luna ya mola poco

Me temo que, definitivamente, la Luna de toda la vida está echada a perder. Ya no es lo que era. No digo en sí misma, sino en cuanto a su buena o mala fama como satélite, que antes era excelente. En estas dudas mías incluyo a los más, a los menos y a los absolutamente lunáticos, entre los que me cuento.

Desde que la hollaron pies humanos (porque hollarla, la hollaron), la Luna ha pasado de protagonista a figurante.

-Una Luna comparsa, diría yo.

Dice bien el lector. Lo último sobre su estado es que padece unos niveles de radiación espacial peligrosos, pues daña nuestras células.

-¿Pero dígame a qué distancia?

Pues, hombre, supongo yo que arrimándose, como pasa con todo. No digo que salgas de noche a la calle habiendo Luna y esta te vaya a perjudicar. Será a los que viajen allí. Solo añado que, cuando el hombre alunizó, todo fue triunfalismo en grado sumo. Parecía que habíamos alcanzado la Luna.

-¡No es que parecía, joder! ¡Es que la habíamos alcanzado!

Vale. Pero yo creo que Hermida exageró lo suyo, poetizando la narración del evento. Claro que hoy lo vemos desde la perspectiva actual, cuando ya la Luna no interesa a casi nadie. Esto de las radiaciones, te lo dicen una semana después de alunizar, y piensas: «¡Vaya! A ver si les va a pasar algo a estos hombres (los astronautas, me refiero), después de lo bien que lo han hecho». Y luego las palabras aquellas: «Un gran paso para la Humanidad», que las llevaban escritas.

De todos modos, malo es que haya radiación de esa. Porque si finalmente se montan viajes turísticos, como tenían proyectado (o hay que irse a vivir allí por culpa del coronavirus), usted me dirá. Es verdad que lo que tiene enchochados ahora a los de la NASA es Marte. Los de las series ya hicieron una contando el viaje de dos señoras y tres o cuatro tíos más. Y, bueno, para pasar un rato delante de la tele está bien traído. Pero tampoco hay mucho que rascar allí. A los humanos nos ocurre mismamente como a las moscas.

-Que somos culo de mal asiento, ¿no?

Eso mismo.