Doña Paciencia se instala en Moncloa
LA ZARABANDA ·
He aquí una virtud de la que presumen hacer derroche los coaligadosAntes no, pero modernamente Moncloa ya no es cosa de uno, sino de dos. Es lo que tiene la gobernanza en coalición. Si bien lo ... que es dormir, solo duerme en palacio una de las partes. Son los llamados moradores de hecho y derecho. Comparten únicamente (más que nada por higiene democrática) aquellas estancias que no tienen carácter privado. Despachos, salones y algún cuarto de baño.
La feliz convivencia se le supone a las partes. Viene a ser eso tan repetido en política de estar 'condenados a entenderse'. Claro que, cuando la convivencia es sobrevenida, pueden producirse roces y torcimientos de morro entre las partes. Es algo que sucede hasta en las mejores familias. Disgustillos que no llegan a disgustazos, pero que, quieras que no, joden. Es lo que venimos notando desde hace unas fechas. Un cierto jodimiento de ida y vuelta (como los cantes) que requiere echar mano de la paciencia.
Una de las partes contratantes, la que ocupa los aposentos palaciegos las veinticuatro horas, ha hecho saber la dosis tan generosa de paciencia que le toca derrochar, con tal de que no se rompa la noche, digo el buen rollo. Y en esas estábamos cuando la otra parte contratante ha respondido, digamos que por lo castizo: «¡Pues anda que yo!».
En semejante tesitura, el cronista que soy (a falta de cura que aconseje, pues Moncloa devino laica), tiene la obligación de cuidar que se mantenga viva la llama de esa gran virtud que es soportarse los unos a los otros, conocida como paciencia. Y a quién acudir mejor que al paciente Job. Como casi todo el mundo ignora, este buen señor era ganadero. Y muy rico. Amaba mucho a Dios. Pero Satanás (que suele disfrutar haciendo el cabrito) le dijo al Señor que Job no le tenía un cariño verdadero, sino que era de lo más interesado. Entonces, el Padre Eterno decidió probarlo, algo muy frecuente en la Biblia. De modo que, tocante a calamidades, le mandó lo que no está escrito.
¿Qué hizo Job? Aguantar el chaparrón con una entereza fuera de lo común. Visto lo visto, Dios lo premió doblándole sus riquezas perdidas.
Y con esto está dicho prácticamente todo.
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